Un grupo de muchachos de la parroquia Santa Rosalía decidió hacer su contribución con quienes están al frente de la pandemia: los profesionales de la salud. Ángelo, Yelfry, Yenfry, Leyer y Francisco han hecho, manualmente, más de 500 caretas gracias a las contribuciones económicas de particulares

En el sector Las Palmas de El Cementerio se cumple una paradoja: en el callejón de la muerte, un grupo de jóvenes trabaja por la vida. Ángelo Rangel, líder y activista social, comenzó a fabricar protectores faciales para donarlos en centros de salud de Caracas, junto a Yelfry y Yefry Manrique, Francisco Cádiz y Leyer Mujica. En menos de un mes han hecho más de 500 caretas.

Ángelo siempre está pensando en encontrar soluciones a las necesidades de la comunidad. Cuando apenas comenzaba la cuarentena en Venezuela, organizó a algunas personas para preparar y repartir un plato de comida diaria a quienes no tienen hogar. Ahora, cuando el personal médico representa 25% del total de muertes por COVID-19 en el país, decidió que tenía que hacer algo. Hasta el 21 de septiembre se contaban 555 fallecidos, de acuerdo con datos oficiales, de los cuales 139 eran profesionales de la salud, según el monitoreo de la ONG Médicos Unidos de Venezuela y el registro de El Pitazo

Para este joven de la parroquia Santa Rosalía, la seguridad de quienes trabajan en los centros de salud es responsabilidad del Estado: “Nosotros no deberíamos hacer esto, pero ante un Estado que no hace nada, que es indiferente, nosotros actuamos. (…) Siempre hemos tenido claro que, aunque la situación no sea la ideal, hay que ajustarnos”.

Cuando comenzaron a fabricar los protectores faciales, los muchachos no tenían ni siquiera una mesa. Cortaban y pegaban las piezas sentados en el piso hasta que la activista social conocida como Mamá Lis posteó en sus redes sociales una foto del equipo mientras trabajaba y uno de sus seguidores les regaló la mesa sobre la que ahora arman 150 caretas en un día, si tienen todos los materiales. 

Esfuerzo colectivo

Yelfry, Yefry, Francisco, Leyer y Ángelo disponen de su tiempo para hacer las caretas y otras personas de la sociedad civil, de los recursos económicos. Cada protector facial sale en tres dólares. Puede ser un poco menos si se tiene la suerte de dar con los comerciantes y distribuidores con los precios más económicos. 

Las donaciones han sido de parte de amistades o personas que se enteran de la iniciativa gracias a las redes sociales. Ángelo cuenta que, por ejemplo, una señora, desde el estado Aragua, les mandó 100 láminas de acetato que, aunque no es el ideal para las caretas por ser más suave, utilizarán para hacer tapabocas para personas con discapacidad auditiva (el diseño de las mascarillas permitirá leer los labios). 


Nosotros no deberíamos hacer esto, pero ante un Estado que no hace nada, que es indiferente, nosotros actuamos. (…) Siempre hemos tenido claro que, aunque la situación no sea la ideal, hay que ajustarnos

Angelo Rangel, activista social

También, desde España, enviaron un aporte que no ha llegado pero que esperan pueda servir para seguir haciendo protectores. Ángelo dice que en un día pueden hacer, fácilmente, 150, en una jornada laboral de ocho horas. Pero bromea: “Si fuera por los muchachos, se quedan aquí hasta las tres de la mañana”. Y sus compañeros se ríen. En menos de 15 minutos pueden armar una careta. 

Todos aprendieron de forma autodidacta con videos de Youtube o tutoriales de algunos blogs. Ninguno de estos jóvenes recibe remuneración por lo que hace. Ángelo agradece su tiempo y dedicación e intenta garantizarles, por lo menos, el almuerzo y la merienda durante sus jornadas. 

Él quisiera poder atender más poblaciones y encontrar soluciones a más necesidades, pero sabe que es algo más grande que él. Aunque eso no impide que busque ayuda para quien lo necesita, que pida apoyo, que planifique nuevas formas, que hable con toda su comunidad si es necesario. 

“La realidad venezolana es muy complicada y no puedes pensar en todas las necesidades”. La crisis económica y el contexto de conflictividad sociopolítica del país no los detienen ni amilanan su ánimo de seguir trabajando por quienes están en mayor situación de vulnerabilidad.

Para poder seguir fabricando protectores faciales para el personal médico de Caracas, Ángelo y su equipo necesitan láminas de acetato a partir de las micras 450, láminas PVC, goma espuma, remaches de nueve milímetros y ligas. Si usted desea contribuir, puede escribirle directamente a través de su cuenta en Twitter