Caracas.- En un año con elecciones en ciernes, cuyo calendario es desconocido, el incendio del pasado 7 de marzo en los galpones del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Filas de Mariche trastoca las bases de un cuestionado Poder Electoral. Más aún cuando, según las autoridades comiciales, los equipos destruidos representan a la mayoría del parque de máquinas de votación.
Aunque es pronto para evaluar las consecuencias políticas que deja el incendio, el consultor de procesos electorales Félix Arroyo es tajante en su diagnóstico: “Es muy grave lo que ocurrió porque se ha quemado el componente tecnológico de las elecciones”.
En concreto, de acuerdo con lo reportado por la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, se quemaron 582 computadoras pertenecientes al registro civil, 49.408 máquinas de votación, 400 boletas electrónicas, 22.434 ingresores de corriente, 127.000 boletas que estaban listas para desincorporar, 49.323 sistemas de autenticación integrada (captahuellas).
“Se quemaron las máquinas vacías, pues cada vez que hay unas elecciones se incorpora el software en la máquina. Las elecciones donde más máquinas se usaron fueron las (parlamentarias) de 2015 donde hubo 40.601 máquinas. Pero en los últimos eventos ha habido entre 32 y 34 mil máquinas. Además, se quemaron las captahuellas que se empezaron a usar en el año 2012”, dijo Arroyo a El Pitazo.
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El experto explicó que si bien el software que es usado en los procesos electorales no fue comprometido —permanece respaldado en las sedes del CNE de Plaza de Venezuela y Plaza Caracas— el incidente deja serios desafíos para las autoridades comiciales, sobre todo para continuar con el sistema automatizado de votación, que rige el país desde el año 2004.
¿Qué significa reponer las máquinas? Arroyo aseguró que dependerá de lo que cuesten y si hay la posibilidad de comprarlas “porque el bloqueo económico podría dificultar las transacciones”. Además, estimó que el precio de los equipos podría oscilar entre quinientos y mil dólares, lo que elevaría la inversión a cerca de 40 millones de dólares.
Otra de las preocupaciones es si el Consejo Nacional Electoral opte por cambiar a un sistema de votación y escrutinio manual. El consultor advirtió a El Pitazo que es una opción que puede estar sobre la mesa, pero que involucra riesgos que incrementan la desconfianza de los venezolanos en las elecciones.
En primer lugar, “el proceso implica imprimir millones de boletas electorales. Una por cada elector, a diferencia de las máquinas de votación para las que se imprimen apenas una por cada máquina. Se puede estimar que solo 15 millones de los más de 20 millones de electores registrados van a ir a votar, por lo que si cada boleta sale a un dólar, estamos hablando con 15 millones de dólares que se pierden luego de la elección”, indicó.
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Pero lo más importante tiene que ver con las garantías de transparencia durante el proceso comicial. Arroyo considera que para los partidos políticos pasar a un sistema manual implica “armar a un ejército de personas” que puedan ser testigos de las actas de escrutinio. “Los jefes de mesa podrían escribir cualquier cosa, ese es el problema. En cambio con el sistema automatizado ese escrutinio no está en manos de personas”.
“Hoy en día con la tecnología se podría hacer directamente desde la mesa. En Colombia, por ejemplo, el voto es manual, pero se transmite de otra forma. Pero en Venezuela hay muchas desventajas y más posibilidades de que haya fraude de forma manual”, añadió.
A pesar de las denuncias de sectores opositores de fraudes en el sistema electoral venezolano, Arroyo sostiene que el escrutinio tecnológico representa una garantía y muestra de ello, señala, es que las presiones y/o coacciones del gobierno han sido dirigidas contra el ciudadano no al sistema “porque no pueden cambiar los votos”.
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En cualquier cosa, el CNE deberá evaluar con celeridad las decisiones que tomará para garantizar las elecciones parlamentarias, que establece la Constitución para este año, mientras en la Asamblea Nacional avanza una engorrosa renovación de rectores en medio desencuentros entre el chavismo y la oposición que apoya al presidente Juan Guaidó.
Arroyo, entre tanto, considera que el ente que encabeza actualmente Tibisay Lucena tiene la tarea de nombrar una comisión para estudiar el tiempo de respuesta de las empresas que se contraten para reponer las máquinas o el tiempo para imprimir las boletas. Aunque también existe la alternativa de solicitar asistencia electoral a las Naciones Unidas.
“Si de verdad se quiere hacer elecciones, se puede pedir ayuda a la ONU. El sistema se puede auditar de nuevo porque existe y sigue intacto. Lo que habría que hacer es reponer las máquinas. El problema en Venezuela es la confianza que tiene el electorado en las elecciones”, puntualizó el experto.
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