Caracas.- “Una violencia alimentaria se aplica a los venezolanos”. La afirmación la hizo Susana Raffalli, nutricionista especializada en gestión de la seguridad alimentaria, en emergencias humanitarias y riesgo de desastres, quien participó en la presentación de la denominada “Encuesta del Hambre”, que se aplicó en Caracas y que llevaron adelante el Observatorio Venezolano de Finanzas y el partido Primero Justicia (PJ).
El instrumento, en el que se consultó a 950 personas telefónicamente, arrojó que los caraqueños pasan hambre, lo cual además representa un reflejo de lo que ocurre en el interior del país, según señaló el diputado Leonardo Regnault.
Según los datos de la encuesta, realizada en 12 parroquias del municipio Libertador, 74,1% de los consultados señalaron que consumen menos alimentos con respecto a lo que consumían en diciembre de 2019.
El 73,9% indicó que consume menos proteína animal (carne de res, pollo) con respecto a lo que ingerían en diciembre de 2019, mientras que 82,3% considera que sus ingresos son insuficientes para adquirir los alimentos para su familia.
EL TEMA DEL DÍA | Desnutrición aguda en niños venezolanos aumentó 73%
Para la diputada Fátima Suárez, el resultado se traduce en que cuatro de cada cinco venezolanos no pueden adquirir alimentos en Caracas, pese a que la ciudad es el centro del poder y se ha pretendido mantenerla en una burbuja. La capital no escapa a la crisis que afecta a todo el país. “Son números alarmantes los que estamos viendo en la capital del país”, dijo la parlamentaria.
La encuesta también expone que el 49,6% de los encuestados solo hace dos comidas al día. Las cifras evidencian, para los diputados que llevaron adelante esta encuesta, una caída significativa del consumo de alimentos en el 74% de los hogares de 12 parroquias del municipio Libertador entre enero y octubre de 2020. Esto expresa un grado importante de subalimentación, a juicio de los parlamentarios.
Susana Raffalli agradeció este tipo de iniciativas, ya que, según ella, ayudan a visibilizar el hambre. “Para muchas familias, visibilizar lo que viven es su última oportunidad para salvarse”, dice la nutricionista.
Aunque reconoce la rigurosidad y lo exhaustivo de la muestra, así como el hecho de la incidencia en la opinión pública al dar a conocer estos resultados, la experta hizo varias observaciones con la encuesta.
Lo primero es que recuerda que no necesariamente comer una o dos veces al día es señal de inseguridad alimentaria, aunque reconoce un patrón que se registra cada vez más cuando venezolanos reportan que de hacer tres comidas, ahora, “de golpe”, hacen una o dos.
Apure | Cáritas reporta que cifra de desnutrición infantil se mantiene en 12%
Por eso, sugiere adoptar estándares internacionales, como los que utiliza Caritas, y que demuestran que es la calidad de lo que están comiendo los venezolanos la muestra de esa inseguridad, y reconoce que los datos de la encuesta son consistentes con los de Caritas.
También refiere al hecho de que se puede demostrar cómo los venezolanos han eliminado de su dieta diaria algunos alimentos por la imposibilidad de adquirirlos. El hecho de que menos del 30% esté consumiendo carnes o lácteos es preocupante para ella. “Nos hemos convertido en una población de dieta blanda”, explica la experta, refiriéndose al aumento del consumo de tubérculos.
También explica que la anemia que se presenta en niños menores de cinco años y mujeres embarazadas “es consistente con una crisis de salud pública a gran escala que tendrá repercusiones”.
Raffalli también pone el acento en lo inconveniente de seguir utilizando el ingreso mínimo contra el valor de la canasta. Para ella, el valor actual de lo que devenga una persona por salario mínimo es solo la evidencia de la destrucción del trabajo, por lo que pide que se busquen alternativas para reflejar esa realidad.
“El hambre es el punto de partida de la destitución masiva de las familias. Es una bomba en racimo: una familia con hambre es capaz de cualquier cosa”, sostiene.
Cuando la experta habla de “destitución” de la familia, se refiere a que el núcleo es capaz de hacer cualquier cosa por comida: primero empiezan por buscar en sitios más económicos, luego pasan a vender artículos personales y buscar en basureros hasta, dice, lo que se ha venido observando en los testimonios, que es la utilización del sexo transaccional por alimentos.
La experta también ratifica que el hambre escaló con la pandemia. Caritas recibía 2.500 niños al mes y pasó a atender 550.
Según las proyecciones internacionales, la desnutrición infantil aguda habría aumentado un 15% y en el caso del país, Caritas estima que habría que multiplica eso por cinco. “La desnutrición aguda infantil habría aumentado un 73%”, sostiene Raffalli.
Por su parte, el diputado José Guerra refirió que la falta de compensaciones y la “ayuda minúscula” con bonos que proporcionó el gobierno de Nicolás Maduro agravaron la situación, durante la pandemia, de los venezolanos.
Raffalli agrega que ninguna medida es suficiente en una economía disfuncional.
Esta web usa cookies.