Caracas.- Más de 2.468 familias de 88 edificios pertenecientes a la Asociación Civil Urbina Alta (Acua) perdieron esa paz que todos encuentran dentro de sus hogares a causa de los ruidos ensordecedores generados por alarmas, maquinarias, construcciones y reparaciones ejecutadas dentro de la zona industrial de La Urbina, en el Este de Caracas.
Los vecinos aseguran que a medida que ha ido creciendo el espacio industrial en La Urbina, que colinda con la zona residencial, la convivencia ha sido más difícil, pues los múltiples ruidos generados en estas empresas tienen niveles que superan los 150 decibeles, cuando está comprobado que más de 60 generan malestares físicos en los seres humanos.
La comunidad organizada ha entregado cartas a instancias como la Policía de Sucre y distintos despachos de urbanismo y convivencia de la Alcaldía de este municipio mirandino, para solicitar una evaluación en el sitio y la imposición de restricciones legales “reales y efectivas” para las compañías que incumplan los límites establecidos. Sin embargo, hasta el momento no reciben respuestas de las autoridades.
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Milagros Morales, médico ocupacional y una de las vecinas que ha encabezado la denuncia con respecto a la contaminación sónica en este sitio, reporta que desde 2018 tomaron la decisión de activarse para procurar mitigar los ruidos que los afectan, pero que la situación tiene unos seis años registrándose en la comunidad.
Lucía Losada, presidente de la comunidad organizada de la parte alta de La Urbina, informó que la dirigencia de Acua, con apoyo de sus miembros, incluso ha entregado cartas a las empresas de la zona industrial de La Urbina para iniciar acuerdos de convivencia que permitan recuperar la calidad de vida de los vecinos del sector. Sin embargo, solo una compañía respondió la solicitud y ha procurado bajar el volumen de los ruidos que generan para no perturbar a la comunidad.
Losada, presidenta de Acua, indicó que, aunque los más afectados son los residentes de apartamentos en las calles 4, 5, 11 y 12, todos los residentes de la parte alta y media de la urbanización sufren a causa de los ruidos generados por martillos hidráulicos usados en las construcciones, ventiladores de alto impacto y hasta alarmas que se activan los fines de semana y pasan 48 horas encendidas hasta que los trabajadores llegan los lunes y las apagan.
“El objetivo principal no es sacar a nadie de la urbanización, es que nos ayuden a mejorar la convivencia y hacer más tolerable su presencia en estos espacios que primero fueron residenciales”, expuso la señora Losada.
Por su parte, Morales apuntó que vive en la calle 12 y ya no puede usar el balcón de su apartamento por el “ensordecedor ruido” que se mete a su casa. Relató que el escándalo es diario y que a las 7:00 am ya encienden los martillos hidráulicos que producen un ruido que podría alcanzar los 130 decibeles, de acuerdo con lo que ha podido informarse al respecto.
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“A esto se suman las fiestas que hacen en la parte baja de La Urbina y cuya música a alto volumen se combina con los millones de ruidos que ya hay aquí”, dijo. Para combatir esto, los vecinos han llamado a PoliSucre, y Morales asegura que los propios funcionarios les dicen que no tienen incidencia en estas zonas y no pueden actuar.
“Entendemos que en la zona hay todo tipo de personas y que las empresas que hacen vida aquí también son de todo tipo, pero la idea es poder lograr una convivencia que nos favorezca a todos y nos permita alcanzar la paz que uno debe tener en su propio hogar del que ellos nos hacen salir corriendo atormentados”, fue el testimonio de Nelly Darwich, otra residente de La Urbina.
A esto se suma la preocupación de los vecinos por la desvalorización que de los apartamentos ante la proliferación de la zona industrial en el espacio y el escaso respeto por la vida en comunidad. Por tanto, exhortan a las autoridades a regular los ruidos y a los propietarios y trabajadores de las compañías de la zona industrial de La Urbina a respetar la convivencia ciudadana y generar mejores condiciones de vida y trabajo para todos.
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