Maturín.- Alegría y sorpresa. Eso fue lo que produjo la aparición de una mancha de sangre en una hostia consagrada en la iglesia San Juan de La Cruz en Maturín.
Los creyentes en Jesucristo están convencidos de que la manifestación tiene un mensaje: no abandonar la fe. Franquis Herrera está convencido de que es así.
Tiene una bodega a escasos 40 pasos de la iglesia donde el párroco Enrique Fermín encontró la hostia consagrada con una gota de sangre. Y aún estando tan cerca se enteró del hallazgo la mañana de este 21 de marzo; no dudó porque es católico y porque sabe lo que eso significa.
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«Eso viene a recordarnos que las personas estamos alejadas de Dios, de la familia, de todo lo valioso, de la fe», reflexiona Mariluz de Herrera, su esposa, quien al principio también se asombró por el hallazgo que fue hecho público este 20 de marzo, un día después de que la Iglesia Católica celebró a San José.
«Pero también debe ser una señal de que vienen cosas mejores para nosotros, para el país», agrega sin vacilar su esposo del otro lado de la reja que lo separa de la clientela.
Dice que la aparición también viene a renovar la fe, porque «es una señal de que Dios está», menciona. Como creyente también espera que la Iglesia Católica siga con el protocolo para estos casos.
Cree conveniente que los análisis de la hostia consagrada sigan para determinar de quién es esa sangre, pues eso es algo que todo feligrés también quiere conocer.
Pero hay otros como Eber Valencia que no confían en lo ocurrido y que lo miran con algo de duda. «Ver para creer», sostiene.
Valencia tiene 15 años viviendo en La Cruz de La Paloma, al oeste de Maturín, y asegura que es la primera vez que escucha algo así en la zona. Afirma que no va a misa. Quiere que alguien le explique cómo es que una macha de sangre puede aparecer en una hostia consagrada. «Eso debe ser alguna mancha de cuando la cocinaron», dice buscando una explicación que no sea la de una manifestación religiosa.
La hostia consagrada con una mancha de sangre fue encontrada en la misa del 29 de enero. El párroco Enrique Fermín abrió los copones para ver cuántas hostias habían quedado de la misa del domingo 27 de enero y detalló que la que estaba arriba tenía una pequeña mancha similar a la sangre.
Tras dejar constancia del hecho con tres monaguillas, seis feligreses de confianza y anunciarlo al obispo, monseñor Enrique Pérez Lavado, Fermín la llevó hasta el laboratorio del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) para someterla a análisis, entre ellos el de luminol.
La ciencia habló. Los expertos del Cicpc dijeron que la mancha es sangre, que no está ni goteada ni fundida. La prueba de luminol ni siquiera la disolvió y a más de un mes del hallazgo, permanece intacta sin coagularse. Aún es temprano para afirmar que se trata de un milagro eucarístico y por ahora se está ante una presencia extraordinaria, como lo denomina la Iglesia Católica.
Monseñor Pérez Lavado inició la documentación para enviar el caso al Vaticano, para que sea desde allá que se siga con las investigaciones. Los creyentes pueden apreciar la mancha de sangre en la hostia consagrada en la misa.
Será expuesta de martes a sábado en la misa de la tarde y los domingos en la mañana. El Obispo no ha dado la orden de que se muestre en otro horario o que salga de la iglesia San Juan de La Cruz.
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