Maturín.- Dios es el protagonista. La misa vespertina del 29 de enero tenía un regalo incluído. El párroco Enrique Fermín tomó los copones y al abrirlos, antes de ofrecer la comunión, notó que entre las hostias había una especial: tenía una mancha que semanas después confirmó que pertenece a sangre humana.
No dudó, ni duda, que es la sangre de Jesucristo. El padre Fermín es el párroco de la iglesia San Juan de La Cruz, al oeste de Maturín, donde solo pocos han tenido el privilegio de ver lo que la iglesia Católica califica como un hecho extraordinario.
“Precisé que había una hostia arriba con una mancha roja, con apariencia de sangre, y en ese momento a mi se me vino toda la situación que estamos viviendo y yo solo dije: bueno Señor si esto es sangre, que sea la sangre tuya la que se derrame y no la de inocentes. Eso fue lo que yo sentí”, relata.
El párroco quiso tener testigos. En plena misa, tres monaguillas vieron lo mismo que él. Seis personas de la parroquia también lo hicieron después de que la feligresía salió del templo; luego, notificó al obispo, monseñor Enrique Pérez Lavado, y acordaron resguardarla en el tabernáculo mientras se cumplía el protocolo que se establece en estos casos: la evaluación de expertos.
Al día siguiente la revisó con detenimiento, notó que la mancha no se apreciaba desde el reverso y que tampoco cambiaba de color. El jueves 31 de enero, un médico amigo suyo acudió a la misa y decidió mostrársela. “Esa mancha es de sangre”, le dijo.
Tras examinarse, confirmó que no tenía cortadas y por lo tanto no era suya; tampoco de alguien en la parroquia. También aseguró: “No es una mancha de la cocción”. La hostia se prepara con agua y harina, no lleva sal. La mezcla se vierte en una plancha previamente preparada con cera de abejas para que esta no se pegue.
Para demostrar que es sangre brotada, el párroco conversó con el jefe del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) para saber de qué forma podían ayudarlo. Esa reunión la sostuvo después de oficiar una misa en la sede de la avenida Bella Vista, donde además es capellán.
Siguió los canales regulares. Se inició una investigación legal. Acudió a varias entrevistas, una de ellas comenzó a las 7:00 am y terminó a las 3:00 pm. También acudieron los testigos y otras personas que la comisión del Cicpc creyó conveniente.
“Una hostia consagrada tiene que recibir un trato especial y así se lo hice saber al comisario. La sometieron al luminol y se confirmó que es sangre. Sangre que no es ni goteada ni fundida”, contó el padre desde el altar.
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“Quien cree en Dios sabe qué es esto”, agregó con un tono esperanzador. El luminol no disolvió la sangre.
A más de un mes de la aparición, la hostia consagrada se mantiene intacta y la sangre no se ha coagulado. Han visto que se ha esparcido un poco, pero no pueden precisar el tamaño porque no la han medido. Ahora se puede apreciar en el reverso.
Aún no es milagro eucarístico
El párroco Enrique Fermín asegura que es muy pronto para afirmar que se trata de un milagro eucarístico, como aquel de Lanciano, ocurrido siglos atrás cuando un sacerdote que tenía dudas sobre la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía percibió que el pan y el vino se transformaron en carne y sangre.
Será el Vaticano quien se encargue de seguir con el protocolo de verificación. Esa es una tarea de monseñor Pérez Lavado, quien ya inició la documentación del caso para llevarlo a Roma. Por lo pronto, la Iglesia Católica monaguense decidió que la hostia consagrada no saldrá de la parroquia San Juan de La Cruz y que los fieles podrán verla solo los días de misa.
En la iglesia se realizan misas de martes a sábado a las 5:00 pm y los domingos en la mañana. Esta es la segunda manifestación religiosa de la que son testigos allí. La primera ocurrió hace tres años, después de que en 2014 fue consagrada como parroquia y dejó de ser una vicaría de la de Santa Cruz, en el centro de Maturín.
Esa vez celebraban el Santo patrono. Fermín cuenta que no tenían flores para adornar y que a último momento la dueña de una floristería los llamó para decirles que le habían llegado varias; entre esas, estaban unas rosas aterciopeladas y esas fueron las que se llevaron.
“Se mantuvieron intactas por más de 10 días, incluso, se abrieron como si estuviesen en pleno proceso de polinización”, recuerda.
Monagas tiene otro registro. El 7 de abril de 2000, de la imagen de una Virgen del Valle brotó sangre. Estaba en la iglesia de Caripito, municipio Bolívar. En esa población, la imagen lloró sangre.
De la hostia consagrada brotó sangre después que el padre Fermín oró por Venezuela el 23 de enero, cuando en lugar de salir a marchar como lo hicieron otros sacerdotes, decidió permanecer en oración junto con otro grupo en la parroquia de La Cruz.