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…y esta LUZ que se apaga

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Venía, camino hacia el centro de la ciudad, en una de esas unidades reactivadas de la ruta 6. Y, al voltear hacia la derecha entre las costras de polvo de la ventanilla, busqué con la mirada y eché de menos aquella frondosa Trinitaria que -desde mis tiempos de estudiante- esparcía flores -como confetti color fucsia- a modo de bienvenida en la entrada del núcleo humanístico de la Universidad del Zulia. Y ahora la vi acartonada y con manchas sepia. Seca de mengua. 

Lo comenté a mi compañera de asiento. Y ella me dijo: “¡Muchacha! ¿y sabéis que es difícil? Secar una trinitaria”.

Curiosamente, pensé: Lo mismo debe pasar con una institución de este calibre. Debe ser muy difícil “secarla”. 

Y es que LUZ llevó a su ciudad sede, Maracaibo, a ser calificada como la capital científica de Venezuela y epicentro cultural del país. 

Ella ha visto pasar por sus aulas a gigantes humanos como Jesús Enrique Lossada, Francisco Ochoa, Francisco Eugenio Bustamante, Joaquín Esteva Parra, promotor del Hospital Universitario de Maracaibo y fundador de los estudios de Medicina en el Zulia; Agustín Millares y Jesús Leopoldo Sánchez. Y cientos de profesionales de ilimitada dimensión.

Desde su corazón y su estructura, ha visto milagros médicos: el primer trasplante de riñón del país, los trasplantes de pulmón y de hígado, la separación de gemelas siamesas en el Hospital Universitario. 

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Desde sus credos, se han llevado a la calle convocatorias como el Festival de Cortometraje Manuel Trujillo Durán.

Desde su alma, se armaron más de cien laboratorios de investigación, mediante convenios con el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (Condes) y el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit), que le valieron el título de primer centro universitario de investigaciones en el país y la publicación de 27 revistas. 

Desde 1985, ella abre a la ciudad las puertas de Serbiluz (Sistema de Servicios Bibliotecarios y de Información) con 661 títulos y 3.156 ejemplares. 

Implantó programas de postgrado en todas las facultades por las que pasaron generaciones de zulianos, andinos, falconianos.


Y es que LUZ llevó a su ciudad sede, Maracaibo, a ser calificada como la capital científica de Venezuela y epicentro cultural del país

Marlene Nava Oquendo

Y viene haciendo sentir a los zulianos y su vecindario su presencia mediante cursos, seminarios, talleres, simposios, congresos, foros, concursos, actividades culturales, cívicas y deportivas. En los 70 años transcurridos desde su reapertura, por sus pasillos, laboratorios, auditorios, cubículos, cabinas, jardines, espacios abiertos, comedores, centros culturales, talleres, teatros, salas de exposición, instituciones de atención al público, sobre un territorio que abarca 267.963 metros cuadrados, llegaron a convivir 75.000 estudiantes de pregrado y postgrado, distribuidos en 11 facultades en Maracaibo y dos núcleos, uno en Cabimas y otro en Punto Fijo, estado Falcón.

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A finales de los ochenta, la elevada matrícula estudiantil desafiaba el presupuesto universitario. Pero en septiembre de 2019, el diario La Verdad habla de un 40 por ciento de deserción. Y hoy, Rosa Nava, antigua vicerrectora académica, reseña que la matrícula no llega a los 20 mil estudiantes.

Muchos han desistido por el asunto del transporte. Antes, LUZ manejaba una flota que llevaba y traía estudiantes no solo de las cuatro esquinas de Maracaibo sino de los municipios vecinos. Desde hace veinte años esa flota no se renueva. Paralelamente, el comedor está cerrado. Y “¿sabes cuánto es una beca estudiantil?”, “seiscientos bolívares”. Así pregunta y se responde la rectora encargada Judith de Aular en reciente entrevista a La Verdad.

Y agrega que los catedráticos han desertado en masa. Que existen escuelas que apenas cuentan con siete titulares. Y que sus sueldos, en general, no alcanzan los 10 dólares mensuales.

Otros eventos acrecientan el disgusto entre el gremio de profesores: el mes pasado, por ejemplo, la Asociación de Profesores de la Universidad del Zulia (Apuz) denunciaba que sólo les fue aportado el 44 por ciento del ya depauperado bono vacacional correspondiente a este año. 

Acerca de obreros y empleados, una patética descripción del sindicalista Eddy Garrillo retrata la situación: “los trabajadores de universidades venezolanas venden verduras, café, repostería o tienen cualquier negocio informal para abastecerse ante la emergencia humanitaria compleja que vive el país. Vienen a pie. A veces recorren kilómetros. Y lucen agotados”.

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Marlene Nava Oquendo

Ya para el año pasado, como asegura una publicación de Aula Abierta de diciembre 2018, “el presupuesto para el ejercicio fiscal de 2019 tendrá un déficit de 99,86%, de acuerdo con las estimaciones de la Dirección General de Planificación. De los Bs. 667.849.997.430 solicitados para su funcionamiento durante el 2019, solo fueron aprobados y asignados Bs. 933.583.563, apenas un 0,14%”.

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Con el tiempo y el virus chino, sus calamidades se agravan.  

Yeissel Pérez, presidenta de la Federación de Centros Universitarios, indicó en una entrevista exclusiva para El Diario que desde el 13 de marzo hasta el 13 de mayo de este año se registraron 32 hurtos en varias facultades donde sustrajeron equipos y materiales necesarios para su funcionamiento. 

El más grave de ellos fue el de seis kilómetros de cableado que afectan a la Facultad de Ciencias, la Dirección de Tecnología de Información y Comunicación, que es el cerebro de LUZ; y las escuelas de mayor dimensión de la Universidad, Química y Petróleo.

Y han carreteado hasta las 73 reses de la Hacienda La Esperanza, que pertenece a Agronomía. Y que servían para experimentos como mejoramiento de razas, optimización de productos en beneficio para la producción agropecuaria regional.

Estos eventos se han agravado con la obligatoriedad del confinamiento del personal de vigilancia por lo que las instalaciones universitarias han quedado a la buena de Dios.

Mientras tanto, desde la Apuz se levanta una voz en reclamo: se han muerto, asegura, 70 profesores de la Universidad. Y corrobora esta afirmación la rectora encargada, Judith Aular: “Carecemos de servicios médicos y varios profesores, muchísimos, se han muerto por no poder recibir la adecuada atención como lo teníamos anteriormente, cuando llegábamos con nuestro carnet a cualquier clínica y éramos atendidos. Ahora, ninguna clínica nos quiere atender”. 

Y entonces vino a la memoria el recuerdo de Migdalia Pineda, catedrática de LUZ por más de 40 años, físicamente desgastada y moralmente abatida cuando, hace unos meses, yendo del tumbo al tambo y sabiéndose moribunda, se le negó la entrada en varias clínicas de la ciudad. Y recibió la muerte con la misma resignación con la que se entregó Álvaro Soto el año pasado. Y se han entregado otros muchos que han muerto de mengua. 

Al menos tres profesores fallecieron producto de la COVID-19 sin ser atendidos en ningún centro asistencial, tal como lo denunció Pablo Nava, de la Apuz.

Frente a este panorama, el vicerrector administrativo interino, Clotilde Navarro, insiste en afirmar que a finales de julio se estaría culminando el programa Universidad en Casa, y abriendo las inscripciones para el intensivo del mes de agosto y las nivelaciones.


Y entonces vino a la memoria el recuerdo de Migdalia Pineda, catedrática de LUZ por más de 40 años, físicamente desgastada y moralmente abatida cuando, hace unos meses, yendo del tumbo al tambo y sabiéndose moribunda, se le negó la entrada en varias clínicas de la ciudad. Y recibió la muerte con la misma resignación con la que se entregó Álvaro Soto el año pasado

Marlene Nava Oquendo

Estéfany Moreno, dirigente estudiantil, lo contradice en El Diario del jueves 13 de agosto: “son más las clases online que hemos perdido que las que hemos podido tener. Del 100% de las clases virtuales solo hemos visto 15%. En el estado Zulia podemos pasar 23 horas sin electricidad y eso nos impide seguir viendo clases a distancia en medio de la cuarentena”.

En estos días, Judith Aular lanzó un diagnóstico: LUZ está sumida en una emergencia crónica que toca cada fibra del alma mater zuliana. LUZ no vive, sobrevive.

Y mientras la universidad se defiende “soldando puertas y cambiando bisagras” para tratar de evitar más desfalcos, la vecina de asiento, quizás percibiendo mi desazón, me dice:

—Bueno, yo he visto revivir otras trinitarias. A lo mejor y esta se recupera.

Automáticamente,  me pregunto ¿y la universidad también?

Me doy vuelta y le respondo:

—Pero ni vos ni yo lo veremos.


MARLENE NAVA OQUENDO | @marlenava

Individuo Número de la Academia de la Historia del Estado Zulia, fue directora de Cultura de la región, profesora de LUZ y ha realizado un denso trabajo en pro del rescate de la cultura e historia mínima de la ciudad.

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