Por: Karina Monsalve
En un sentido lingüístico, el término límite se asocia a frontera o borde, psicológicamente hablando, transmite un nivel moderado de gravedad o un grado intermedio del funcionamiento de la personalidad. El trastorno límite de la personalidad (TLP) es una afección mental por la cual una persona tiene patrones prolongados de emociones turbulentas o inestables. Estas experiencias interiores a menudo los llevan a tener acciones impulsivas y relaciones caóticas con otras personas. Son habituales los intentos de suicidios en estos casos.
Cuando se habla de personalidad nos referimos a todo aquello que identifica al ser humano individual a lo largo de su ciclo vital, desde su estilo de vida, sus motivaciones, creencias, actitudes y concepciones del mundo. La personalidad llega a ser aquella parcela de funcionamiento personal que es resistente al cambio, se encuentra consolidada y posee una generalidad y coherencia de respuesta en distintos tiempos y contextos.
Los trastornos de personalidad, por su parte, están concebidos como enfermedades o errores del proceso de socialización dirigidos a la producción de daños hacia sí mismo o hacia los demás, sin que medie necesariamente ningún tipo de problema biológico. Por lo general se reconocen en la adolescencia o incluso más temprano y continúan a lo largo de toda la vida adulta.
Según la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10), el trastorno límite de la personalidad constituye una condición de sufrimiento psicológico en la que a menudo los objetivos y las preferencias (incluidas las sexuales) son confusos o están alteradas. Existen serias dificultades para controlar las propias emociones, las relaciones son intensas e inestables y el descontrol de impulsos puede llevar a la persona a reaccionar de manera explosiva, produciéndose un elevado riesgo de comportamientos autolesivos.
Karina Monsalve
En una sociedad integrada, las estructuras sociales contienen por lo general este tipo de disforia y la modulan. Sin embargo, en una sociedad más desintegrada, como la nuestra, la disforia o el malestar anímico no se contiene y las personas pueden desestabilizarse a nivel emocional más fácilmente, por lo que se muestran más irritables, intolerantes y vulnerables a las conductas de riesgo como lo pudieran ser: el consumo de alcohol, drogas, conductas violentas hacia otros o hacia sí mismos.
La causa del trastorno límite se desconoce. Se cree que se puede relacionar con los factores de tipo genético, familiar y social. Los factores de riesgo que influyen son:
Las personas con este trastorno carecen de una baja autoestima, de seguridad en cómo se ven a sí mismas y en cómo son juzgadas por otros. Como resultado, sus intereses y valores pueden cambiar rápidamente. También tienden a ver las situaciones en términos extremos, o todo es bueno o todo es malo. Sus puntos de vista sobre otras personas pueden cambiar rápidamente. Una persona que luce admirable un día puede lucir despreciativa al siguiente día. Estos sentimientos súbitamente cambiantes a menudo llevan a relaciones intensas e inestables. Otros síntomas que se pueden asociar están: Intolerancia a la soledad, miedo al abandono, manifestaciones de ira exacerbada, falta de control de los impulsos.
No existe un acuerdo unánime respecto a la tasa de prevalencia del TLP. Así, mientras que la Asociación de psicología Americana señala que el TLP afecta aproximadamente al 2% de la población general, otros estudios indican que el TLP afecta al 4% de la población general. En cualquier caso, vemos con preocupación que estos índices puedan ir en aumento a consecuencia de los factores que actualmente se asocian como estresantes y que está viviendo la mayoría de la población mundial por las medidas de la pandemia.
El tratamiento de este tipo de trastornos incluye la psicoterapia a largo plazo y en los casos más agudos la terapia psicofarmacológica ayudará a mejorar los altibajos en el estado de ánimo.
KARINA MONSALVE | @karinakarinammq
Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad
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