Por: Karina Monsalve
Con el cierre de los espacios de entretenimiento, cultura y deporte, como parques, cines, campamentos, teatros, canchas de fútbol, béisbol, básquet y afines los jóvenes tienen un vacío en sus vidas sociales. De allí el repunte que han tenido los videojuegos en las vidas de los adolescentes, desde que se inició el confinamiento. Hoy día el promedio de horas que pueden pasar los niños y jóvenes frente a sus consolas es más de 8 horas diarias.
La alta conectividad de los niños y jóvenes a los videojuegos tiene también su base en que les permite seguir en contacto con su grupo de amigos y allegados. Los videojuegos actualmente representan para muchos de ellos el canal primordial para seguir manteniendo los vínculos sociales tan necesarios y prioritarios en esta etapa de la vida.
La exposición prolongada a esta actividad desde años anteriores ha sido cuestionada por muchos investigadores de la salud mental (neurólogos, psicólogos y psiquiatras), argumentando que las personas que están sometidas a estos estímulos durante muchas horas del día y por muchos días podrían desarrollar ciertos trastornos de tipo conductual, emocional y hasta cognitivo.
Son diversos los efectos negativos que se relacionan con los videojuegos. Algunos autores aseguran que el abuso de videojuegos anula la personalidad, crea una adicción y disfuncionalidad en la cotidianidad del individuo. Puede que en niños más pequeños haya una distorsión de su realidad y acabe confundiendo ésta con la ficción del juego cuando los contenidos son muy violentos.
Uno de los problemas principales que se les atribuye a los videojuegos es el problema de la adicción, ya que son un potente generador de emociones positivas reforzadoras. A eso se debe su potencialidad adictivo. Los videojuegos son divertidos, ágiles, cambiantes, atractivos y además son retadores, fáciles de usar pero no tan fáciles de dominar, otorgan premios y castigos y por lo tanto son motivadores de la acción.
Actualmente, se ha incluido en la sección III del DSM-5 (Manual de diagnóstico y estadística de los Desórdenes Mentales) el Trastorno de Juego por Internet, que se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego persistente y recurrente que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativo por un período de 12 meses. Por lo que la adicción a los videojuegos adquiere entonces un reconocimiento que hasta ahora ha sido invisible.
Karina Monsalve
Dentro de los efectos negativos causados por la exposición prolongada a los videojuegos a los que debemos estar atentos en casa son: fatiga, aislamiento, alteración del ciclo sueño, alteración de su conducta alimentaria, irritabilidad, generación de contravalores, poco o ningún disfrute de otras actividades familiares o sociales.
No obstante, los videojuegos, también posibilitan muchos beneficios. Entre sus poderosos efectos positivos se destacan las potencialidades de los videojuegos para facilitar el aprendizaje en una variedad de campo y el desarrollo de habilidades. Así como la posibilidad de desarrollar la imaginación, de acceder a “otros mundos”, de favorecer la repetición instantánea, de desarrollar el dominio de habilidades múltiples, de aumentar la capacidad de atención y de autocontrol, entre otros.
Los efectos positivos están dirigidos sobre todo al área cognitiva, es decir, al procesamiento de la información y sus distintos procesos como la percepción, la atención, la toma de decisiones, la resolución de problemas, observación de detalles, entre otras.
Otro factor positivo y motivante de estos juegos es que se pueden entablar nuevas amistades de forma online y eso lo hace más atractivo, sobre todo en estos tiempos donde hay carencia de socializaciṕn presencial. Además influye en su autoestima, reconocimiento y seguridad ante otros.
Las controversias que pueden derivar del uso de los videojuegos se deben, en mayor medida, a factores externos que no derivan del objeto en sí; como es el tiempo de juego o la frecuencia de utilización del mismo. Además, dependerá de la orientación y supervisión adecuada por parte de los representantes significativos de los jóvenes.
Muchas familias se quejan del tiempo que pasan sus hijos jugando con videojuegos, pero las mismas, no les proporcionan otras actividades de mayor atracción, distintas a esta. Es necesario entonces, en primer lugar, crear un interés familiar por conocer los videojuegos con los que sus hijos comparten el tiempo de ocio. Esto les permitirá reforzar y estrechar el vínculo con los jóvenes, conocer su lenguaje, sus objetivos de juego y sus amistades virtuales; y además podrán negociar las normas a través de las cuales se regirán las horas determinadas para tal fin. En segundo lugar, ofrecerles a los jóvenes un conjunto de otras actividades que puedan potenciar sus capacidades emocionales y sociales, como por ejemplo, abrir espacios para propiciar tertulias, conversatorios, juegos de mesa, respetar sus horas de comida en familia, hacer caminatas, actividades al aire libre y respetar las horas de sueño.
Lo más importante a tomar en cuenta es que se procure encontrar un punto de equilibrio entre las interacciones digitales diarias y las interacciones sociales fuera de línea.
KARINA MONSALVE | IG: @psic.ka.monsalve. TW: @karinakarinammq
Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político
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