¿Venezuela está preparada para el teletrabajo?

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Por: Paulino Betancourt

Cuando finalice la crisis, ¿qué efectos tendrá la cuarentena sobre la forma como trabajamos? Antes de iniciarse la pandemia ya se hablaba mucho sobre los efectos de la tecnología en el futuro de la actividad laboral. El mensaje era claro: el futuro del trabajo no está predeterminado, nos corresponde a nosotros moldearlo. Pero desde que se aplicaron las cuarentenas para evitar la propagación del COVID-19, algunas compañías han tenido que diseñar soluciones de emergencia para que los empleados puedan trabajar desde casa. Las reuniones virtuales se han transformado en algo común y ha aumentado la actividad económica en una amplia gama de plataformas digitales. Ahora, nos estamos adaptando a “la nueva normalidad”, algunos especialistas han predicho que la modalidad del trabajo a distancia ha llegado para quedarse.

La Organización Internacional del Trabajo estima que el 27% de los trabajadores en los países de altos ingresos podrían teletrabajar desde casa. Sin duda, las medidas adoptadas por los empleadores para convertir los lugares de trabajo en sitios seguros, tendrán un gran impacto sobre el recurso humano. La capacidad de trabajar de forma remota se ha convertido en un factor decisivo durante la pandemia de coronavirus, para muchos de nosotros el teletrabajo ya es parte del día a día. Nos ha tocado colocar la laptop sobre una pila de libros en la mesa de la cocina o padecer la velocidad del internet, cuando hay. La facilidad con la que un trabajador puede realizar sus tareas desde el hogar depende de los requisitos de su ocupación. Por ejemplo, un profesor universitario podría impartir sus clases desde la casa a través de videoconferencia (si cuenta con los recursos), mientras que un camarero no tiene la opción de servir mesas a través de plataformas digitales. En general, debemos analizar las tareas asociadas con cada profesión para evaluar si permite el uso del trabajo remoto. 


Nos ha tocado colocar la laptop sobre una pila de libros en la mesa de la cocina o padecer la velocidad del internet, cuando hay. La facilidad con la que un trabajador puede realizar sus tareas desde el hogar depende de los requisitos de su ocupación

Paulino Betancourt

El teletrabajo está ampliando la desigualdad de ingresos en todo el mundo, según un nuevo estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI). Si bien los empleados bien remunerados del sector financiero pueden teletrabajar desde casa, los trabajadores de fábricas, camareros y recepcionistas, entre otros, no pueden hacerlo. Las encuestas realizadas por IFOP (Institut d’études opinion et marketing), en Francia, sugieren que quienes más sufren la cuarentena son los más pobres. Existiendo una división cada vez mayor entre los que fueron golpeados por la pandemia y aquellos que gracias a su seguridad económica o la naturaleza de su trabajo, pudieron resistir los embates. Las economías golpeadas y las sociedades desiguales nos han demostrado que son un terreno fértil para movimientos políticos imprevistos.

Las personas que no pueden trabajar a distancia enfrentan una posibilidad mucho mayor de recortes en horas o despidos permanentes. Los economistas del FMI analizaron la capacidad para teletrabajar en varios países y estimaron que a unos 100 millones de ellos les resultaría difícil hacerlo, ya sea porque trabajan en un campo que requiere interacción cara a cara o porque no tienen acceso a internet. 

Ahondando un poco sobre la información existente en cuanto a las relaciones entre las edades y el nivel de formación de los individuos, puede apreciarse en el siguiente gráfico como los sectores con menos probabilidades de poder trabajar desde casa eran los más jóvenes, entre 15 y 29 años. Los trabajadores jóvenes, especialmente aquellos sin educación universitaria, ya sufrían condiciones de trabajo desfavorables antes de la pandemia. El análisis del FMI encontró que aproximadamente 20 millones de estos trabajadores corrían un alto riesgo de perder sus empleos. Según estos datos, cuanto mayor sea el grado académico, mayor es la posibilidad de insertarse en la modalidad del teletrabajo, independientemente de la edad.

Además, los resultados del FMI mostraron que la capacidad de teletrabajo variaba dramáticamente de país a país, incluso dentro de la misma ocupación. También se desprende que: “Más de la mitad de los hogares en la mayoría de los países emergentes y en desarrollo ni siquiera tienen una computadora en casa”. Estos resultados demuestran que los países desarrollados tienen una capacidad de insertar a sus trabajadores con mayor facilidad en el teletrabajo (entre el 30-40%), principalmente debido a los niveles de formación y a la existencia de una infraestructura tecnológica, vinculadas con un adecuado acceso y alta velocidad de conexión a internet. A esta data le agregué la información relacionada con nuestro país, empleando la ecuación que se menciona en dicho informe. El caso venezolano es particular, debido a que el nivel de formación es elevado pero carecemos de la infraestructura necesaria para incorporarnos a la modalidad del teletrabajo. Entonces, ¿Venezuela está preparada para el teletrabajo? Según mis cálculos, el 13,6% de todos los empleados en Venezuela podrían realizar su trabajo de forma remota. En términos generales, el potencial para trabajar desde casa es algo más alto para las mujeres y aumenta con la edad y el nivel educativo.

El trabajo remoto se ha revelado como un componente fundamental de la actividad económica, dada la situación que estamos viviendo actualmente. Las empresas que pueden implementar con éxito su práctica pueden mantener su capacidad productiva con mayor firmeza. En otros casos, existe el potencial, pero se requiere una inversión en el capital digital necesario como infraestructuras empresariales y dispositivos móviles que permitan conexiones a Internet, así como en capital humano (capacitación del personal en el uso de herramientas digitales). Después de la crisis del coronavirus, es probable que las empresas redoblen sus esfuerzos en el campo de la transformación digital, lo que podría facilitar el crecimiento continuo del trabajo remoto. Además, lo que hemos aprendido durante las largas semanas de cuarentena probablemente facilitará el proceso de implementación.

En este sentido, los beneficios de trabajar desde casa pueden ir mucho más allá de la crisis del coronavirus. Un aumento en el trabajo remoto podría facilitar condiciones de trabajo más flexibles, lo que daría a las personas la oportunidad de encontrar un mejor equilibrio entre su vida laboral y familiar. 


PAULINO BETANCOURT | @p_betancourt

Investigador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, miembro Miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat