Por: Marco Hernández
Hay días en que uno amanece muerto. Que siente que todo se ha acabado, que no vale la pena luchar. Que la estrategia del G2 cubano de inocular la desesperanza en los venezolanos finalmente dio sus resultados.
Y no es para menos, sólo ver la situación del país, vivirla en carne propia o a través de nuestros seres queridos es como para derrumbarse, es como asistir impasible a la extinción de la especie humana sin que podamos hacer nada.
Amigos, lo que digo no es una metáfora ni una exageración, si no hacemos nada el régimen de Nicolás Maduro va extinguir a los venezolanos. A ver, analicemos la realidad actual. El gobierno anuncia que el número de contagios del COVID-19 alcanza una cifra récord de 666 en un día y ronda los 15 mil en todo el territorio nacional. Todos los epidemiólogos saben que esa cifra es totalmente falsa, ya que por cada contagio hay por lo menos diez infectados, es decir, que la cifra real debe ser 150 mil.
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Pero cómo se lucha con esa pandemia cuando el país está gobernado por un régimen que saca provecho de ese virus tan letal, que no se preocupa por cumplir con los estándar mínimos de los protocolos exigidos. La gente no está concientizada en guardar la distancia, de usar tapaboca y simplemente no puede cumplir por razones de supervivencia la cuarentena que anuncia el gobierno. Pero paralelamente a esta situación, no existe un sistema de salud. Solamente en el Zulia han fallecido 17 médicos por el virus, por no poseer los equipos de bioseguridad. Los pacientes se fugan de los centros hospitalarios o albergues donde lo envían, ya que las condiciones son deplorables. El gobierno no tiene test para las pruebas y lo que es peor no tiene los medicamentos para tratar el virus en su etapa inicial. Y como se rompió la cadena de contagio las personas se tratan como pueden.
Pero por si no fuera suficiente. Venezuela es un país que adolece de todos los servicios públicos. Escasez de agua, electricidad, gas. Una economía destruida y la inflación más alta del mundo, lo que se traduce en una población con altos índices de desnutrición y, por ende, con un sistema inmunológico deficiente.
Marco Hernández
Ante esta realidad, no se nos puede acusar de pesimista cuando con dolor se nos viene la imagen de millones de venezolanos deambulando por las calles buscando alimentos, una gota de gasolina o medicamentos. Mientras que Maduro y su cúpula en su burbuja se regodean por haber alcanzado su objetivo de haber destruido a país.
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Pero apreciados lectores como lo dijo Ernesto Sábato: “Porque felizmente (pensaba) el hombre no está solo hecho de desesperación sino de fe y esperanza; no solo de muerte sino también de anhelo de vida; tampoco únicamente de soledad sino de momentos de comunión y amor. Porque si prevalece la desesperación, todos nos dejaríamos morir, y eso no es de ninguna manera lo que sucede”. También nos dice el gran escritor argentino: “Les pido que nos detengamos a valorar la vida de otra manera. Nos pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Hay algo que no falla y es la convicción de que –únicamente- los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la convicción humana”.
Sí, llegó la hora que tengamos el coraje de dejar a un lado el odio. Que nos reconozcamos unos a otros más allá de nuestras diferencias, y que comprendamos que sólo unidos podemos luchar contra este régimen y contra la estrategia cubanas de sembrarnos la desesperanza. Que no vuelva ocurrir lo de los pensionados, lo de los trabajadores petroleros y los sindicatos de Guayana que salen a protestar ante la indiferencia de la oposición y del pueblo.
En los dos últimos años las cosas no se hicieron bien, porque se obvió el liderazgo colectivo y se le dio prioridad al individual. Todavía tenemos el 90% de la población que anhela un cambio de rumbo para el país y esa es una fuerza imparable si se canaliza sin doble moral ni buscando de obtener privilegios. Hay que replantearse una nueva estrategia colectiva, sin odio, sin venganza, que le devuelva la esperanza a la gente y que el amor de nuestro Señor Jesucristo nos guíe.
MARCO HERNÁNDEZ | @hmarcovalor
Periodista y escritor. Fundador de la ONG Periodistas por la Verdad
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