CIENCIA Y LETRAS
Por: Paulino Betancourt
La Convención Marco de Las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) está en marcha, y los líderes mundiales llegaron a Glasgow (Reino Unido) para discutir cómo controlar el calentamiento global y frenar el fenómeno del cambio climático. La COP-26 está siendo vista como una oportunidad decisiva para salvar al planeta de los efectos más calamitosos de este fenómeno.
Retrasada debido a la pandemia, la COP26 tiene como objetivo frenar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, siendo este valor reportado por los científicos como el límite para evitar las consecuencias más destructivas.
Aunque 197 miembros de la conferencia de 2015 celebraron con mucha fanfarria el Acuerdo de París, los compromisos de las naciones para reducir las emisiones no han sido suficientes para estabilizar el clima por debajo de los 1,5 °C.
Alcanzar el objetivo requerirá de un aumento en el impulso político y un esfuerzo diplomático para compensar la acción insuficiente y las promesas vacías que han caracterizado gran parte de la política climática global. Para ello, el mundo necesitaría dejar de lado los combustibles fósiles como fuente de energía, buscando una reducción del 45% con respecto a los niveles de 2010.
Aunque el presidente de los EE. UU., Joe Biden, dijo el domingo pasado que “no era inconsistente” que se aumentara la producción de combustibles fósiles, instó a los países a comprometerse con una transición energética.
Urge la unidad de propósitos
Los científicos y ambientalistas han sido unánimes en que se requiere mayor atención para lograr avances en todos los aspectos del cambio climático. Incluyendo la reducción de emisiones, la adaptación de la agenda, el procedimiento ante las pérdidas materiales y humanas, además de los daños causados por los fenómenos climáticos extremos y el aumento de la asistencia a los países en desarrollo.
“No tenemos más remedio que hacer de la COP26 un éxito. Para eso, necesitamos unidad de propósito. Necesitamos salir de Glasgow con un paquete de decisiones equilibrado que refleje las posiciones de todos los países. Con la voluntad de comprometernos entre las muchas perspectivas, podemos llegar a soluciones viables y ambiciosas que nos ayudarán a mantener la meta de 1,5 °C a nuestro alcance. Estamos dispuestos a trabajar con todas las partes y no dejar ninguna voz atrás para alcanzar esta importante meta”, dijo Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la ONU sobre Cambio Climático.
El organismo de la ONU sostuvo que la finalización de las directrices del Acuerdo de París permitirá la implementación completa de todas las disposiciones, lo que desencadenará en acciones climáticas más ambiciosas por parte de todos los miembros.
El dinero: el primer obstáculo
La manzana de la discordia es el objetivo de financiación de los 100.000 millones de dólares para que los países desarrollados ayuden en la acción climática a los países en desarrollo. El apoyo financiero es fundamental en la lucha contra el cambio climático, y los fondos se destinan a mitigación, fomento de la adaptación, creación de las capacidades y transferencia de tecnología.
Algunos países en desarrollo ya han indicado que para avanzar hacia la plena aplicación del Acuerdo de París, primero deben cumplirse los compromisos anteriores. Los investigadores dijeron recientemente que el financiamiento debe aumentar drásticamente a 5 millardos de dólares al año para 2030.
Según una estimación, publicada en octubre por el grupo de análisis Climate Policy Initiative, el financiamiento climático debió ser de 632.000 millones de dólares en el periodo 2019-2020, representando un aumento del 10% con respecto al bienio 2017-2018, pero la tasa de aumento se desaceleró con respecto a años anteriores.
Mientras, en la cumbre de Roma, los líderes del G-20 (grupo de las veinte principales economías) acordaron el domingo una declaración final que instaba a acciones “significativas y efectivas” para limitar el calentamiento global a 1,5 °C, pero ofrecieron pocos compromisos concretos.
El bloque del G20 incluye a Brasil, China, India, Alemania y EE. UU., responsables del 80% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Una nueva promesa del presidente chino Xi Jinping, indicaba que llevaría sus emisiones a un máximo antes de 2030 para luego reducirlas a “cero” en el 2060. Esto fue etiquetado como una oportunidad perdida que ensombreció la cumbre. Los anuncios de Rusia y Arabia Saudita también fueron desalentadores.
Sin embargo, el mejor mensaje lo llevó la India, al expresar que se requiere de una acción colectiva con una evaluación de los avances logrados, cuáles serían los planes futuros y cómo se protegerían a los países vulnerables del cambio climático. Ha dicho también que las tecnologías deben estar disponibles para el mundo en desarrollo, lo cual sería clave para combatir el cambio climático de manera efectiva.
PAULINO BETANCOURT | @p_betanco
Investigador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat
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