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Tiempos turbulentos

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Por Cliver Alcalá Cordones*

En estas horas de movimientos vertiginosos que se producen en el continente, insisto en dirigirme a la juventud de la Fuerza Armada Venezolana. El segundo semestre de este 2019 ha estado signado por fuerzas de tiro y empuje en Ecuador, Colombia, Argentina, Brasil, Chile, Honduras, Uruguay, Estados Unidos, México y Bolivia, entre otros. En algunos casos la intensidad de las manifestaciones varía respecto de otras, e incluso las acciones toman una velocidad de tal magnitud que los desenlaces son impredecibles. No obstante, podríamos decir que el denominador común es la política, las concepciones y doctrinas que fundamentan los modos de gobernar. Tal vez estamos asistiendo a la ruptura de esquemas y calificativos que han dominado la escena durante más de 200 años.

Muchas veces se trata de comparar los ejemplos citados con lo que ocurre en Venezuela, y la verdad descarnada es que la naturaleza de los hechos y las características son muy diferentes. Los países que nombré experimentan las tensiones propias de los acontecimientos políticos, y cada quien podrá adoptar la posición que mejor le parezca. En el caso de Venezuela la situación es mucho más grave, toda vez que los actores en el proscenio están guiados por propósitos diferentes y medios distintos para alcanzarlos. Se trata de un gobierno que funda sus acciones en el delito, en ejecutorias criminales que se descargan contra un pueblo representado por más del 90%, que ha sufrido el ensañamiento del 5%, que no tiene escrúpulo alguno para encarcelar, lesionar y matar a quien disienta de sus modos y maneras.

Todavía más, se trata de un presidente que usurpa el cargo y que se hace acompañar por un elenco siniestro que está colocado en ministerios, poder judicial, poder ciudadano, poder electoral, y por un alto mando de la Fuerza Armada que ha distorsionado abiertamente sus funciones y hoy no está al servicio de la República, sino de una organización política cuya conducta provoca repugnancia en la sociedad. Ese alto mando no representa a nadie, no tiene autoridad moral para el dictado de las órdenes correspondientes, y se ha envilecido de tal modo que se hace necesario elevarse para alejarse de los vicios que ostentan, y para re-encontrar los valores, principios y normas que deben ser símbolos rectores de un militar venezolano que conserve el honor. En estas circunstancias no vale imitar a los ejércitos de los países referidos, pero sí cobra valor comulgar con nuestros propios principios.

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En los días, semanas y meses próximos inmediatos tiene que verificarse la comunión de la Fuerza Armada Nacional con la Constitución nacional vigente, la cual dispone que estamos “Al servicio exclusivo de la Nación y de la Constitución, en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación conforme a lo establecido en la Constitución y las leyes”.

El mandato de esta norma nos impone emplazar a los poderes usurpados, degenerados en sus estructuras y con los peores hábitos en el ejercicio de la gestión pública, para que abdiquen sus responsabilidades, rindan cuentas de su ejercicio y se aparten para que los venezolanos de ética incuestionable y de capacidades comprobadas. Estos deberán relevarlos con el objetivo de reintegrar la República y deberán hacer esfuerzos sobrehumanos para que el caos y la desesperación no se apoderen de lo más sano de nuestra sociedad.

*Mayor General retirado del Ejército venezolano

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