Nayib Bukele asumió como presidente de El Salvador el 1° de junio de 2019 en un acto realizado en el Centro Histórico de San Salvador. Nació en San Salvador el 24 de julio de 1981 y tiene raíces palestinas. Es un joven empresario y político que cuenta con apenas 37 años de edad y ya ocupa el Palacio Presidencial de El Salvador. Viste moderno, pero las corbatas no son para él. Es el joven presidente del que todos hablan y el que ha prometido mejorar la cara de El Salvador, país golpeado por años de guerra civil, pobreza y corrupción. Uno de los aspectos que lo caracterizan es su «estilo jovial de comunicar sus políticas». Con el advenimiento y desarrollo de las redes sociales muchos políticos dan uso extensivo a éstas y, por supuesto, jóvenes como Nayib Bukele no son la excepción.
Goza de mucha aceptación en la actualidad. Desde su cuenta Twitter @nayibbukele -en los primeros días de junio de 2019 contaba con más o menos unos 860.000 seguidores-, ha comunicado los despidos de los cargos de la anterior administración Sánchez Cerén. Más que la forma de usar Twitter para anunciar los despidos lo que llama la atención es lo polémico de las órdenes, pero creo que más polémico es el «fondo» del despido.
Anuncia en la red social: «Ministro despida al funcionario X quien tiene un salario mensual de $4.000 a $5.000 y es hijo, hermano, esposo, primo o cuñado de un alto cargo de la administración pasada y envíe esos recursos a ahorro institucional». Nayib Bukele ha declarado que terminará con el nepotismo del Fmln en El Salvador, nepotismo que forma parte de una bien tejida red de corrupción que muchos periodistas salvadoreños han denunciado y que en palabras de Bukele es una de las tareas que asumirá con más seriedad.
En sus inicios fue apoyado por el partido político Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln). Antes de arribar a la presidencia de su país llegó a ocupar los cargos de alcalde de Nuevo Cuscatlán, de 2012 a 2015, y la alcaldía de San Salvador de 2015 a 2018. Para el año 2017 se produce la ruptura total con el partido Fmln. Milita actualmente en Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), partido que nace en el año 2010 y con el que llega a la presidencia. Dejó muy atrás al bipartidismo de su país, un tablero político dominado por el Fmln y Arena y en las elecciones presidenciales, un bipartidismo que no ofreció mayores o grandes soluciones a los problemas de los salvadoreños.
Nayib Bukele prometió ser una opción renovadora e innovadora. Dada su experiencia como publicista y joven amante de las tecnologías creo que ofrecerá un cambio real a su país, es sangre nueva y con ánimos de transformar y modernizar su país. Su plan estratégico es el «Plan Cuscatlán» con el que se dispondrá a relanzar El Salvador. El mismo está disponible para sus análisis aquí.
Los principales retos que presenta el nuevo presidente en El Salvador son la precaria situación económica, corrupción y la violencia. La pobreza todavía es grave en El Salvador. Según cifras del Banco Central de Reserva de El Salvador, Ministerio de Hacienda y estimaciones del Fondo Monetario Internacional, tenemos lo siguiente: un ingreso per cápita de US$ 3.701 (2018), una población de 6.400.000 habitantes aproximadamente, porcentaje de población debajo de la línea de pobreza en 29 %, un Índice de Gini de 38 (2017), un crecimiento real del PIB de 2015 a las proyecciones de 2021 promedio de unos 2,3 % a 2,5 %; asimismo, una inflación promediada que no supera el 1.50 %, a pesar de contar con cifras macroeconómicas en ciertos niveles de respetabilidad, los niveles de pobreza aún son muy altos. Además, es un país que perdió muchas décadas en un conflicto civil que la mantuvo de rodillas social y humanitariamente y en niveles de atraso impresionantes.
El problema de la violencia y las pandillas es otro grave flagelo que arrastra la sociedad salvadoreña desde hace décadas. En El Salvador se estima que hay entre unos 60.000 a 65.000 miembros de pandillas. Las bandas más relevantes son: La Mara Salvatrucha (MS-13) y su correspondiente enemiga Barrio 18 (Revolucionarios y Sureños). En efecto, Nayib Bukele publicó en días pasados en su cuenta Twitter con respecto a estas pandillas:
«Lastimosamente nos arrinconan y sólo nos dejan con una opción. Y no es la tregua». Son bandas criminales que operan violando la ley. Dichas bandas se dedican al narcotráfico y crimen organizado, entre otros delitos. La violencia ha ocupado en estas décadas en El Salvador un triste papel social. Asimismo, en El Salvador hay una gran deuda social que se arrastra desde las épocas de la guerra civil salvadoreña. A pocas horas de asumir el cargo presidencial emitió una de sus órdenes más polémicas y que será recordada por siempre en su administración. Esa orden presidencial que causó debate en su país fue retirar el nombre del Coronel Domingo Monterrosa, el militar detrás de la Masacre del Mozote, en diciembre de 1981, de una base militar. Dicha masacre fue un episodio penoso de la cruenta guerra civil en El Salvador en los años 80. En ese lúgubre capítulo fueron asesinados cerca de 1.000 personas, en su mayoría, niños.
La corrupción rampante en El Salvador también es de niveles considerables. La corrupción, por ejemplo, del emblemático caso de Francisco Flores por el partido Arena durante 1999 – 2004 y de Mauricio Funes, presidente por el Fmln durante los años 2009 – 2014 y asilado en Nicaragua actualmente. Corrupción que no se ha podido reducir tras el paso de gobiernos anteriores. Bukele también se enfrenta a una oposición sólida por los momentos en la Asamblea Legislativa de El Salvador para el período de 2018 al 2021, ente que está dominado por Arena y por el Fmln. Al día de hoy, el partido Arena cuenta con 37 diputados y el partido Fmln con 23, que representan aproximadamente solo entre esos dos partidos opositores el 70 % de los escaños del poder legislativo salvadoreño.
En materia internacional, declaró cuando fue electo presidente, que Cuba y Venezuela no tendrían amigos en el Ejecutivo salvadoreño durante su administración. Nayib Bukele muestra así su apoyo a la restitución de las democracias en Cuba y Venezuela y de colaborar en lo qué este dentro de su alcance. Hace pocos días anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática (Rasd), un Estado que forma parte de la Unión Africana y que ha contado con el aplauso y críticas entre gobierno y oposición salvadoreña.
En la actualidad, está entre los top ten de los presidentes mejor valorados, pero recordemos que su gestión apenas está dando sus primeros pasos. Creo que él dará mucho de que hablar en los próximos meses y años. Tiene que escalar muchas montañas. Esperamos haga, junto a su equipo ministerial, una gran labor por El Salvador.
Bukele, a pesar de haber dado sus primeros pasos con el partido de izquierda Fmln, ha declarado en varios medios de comunicación nacional y del extranjero que la mejor forma de avanzar es con la colaboración del sector empresarial privado, él mismo tiene experiencia en esa área, porque también fue empresario, pero a la vez nos recuerda no caer en peleas estériles entre «izquierdas y derechas».
Hay que pensar y actuar y, a la vez, hacer de El Salvador un país desarrollado. Vecinos centroamericanos como Panamá y Costa Rica también tuvieron un pasado difícil a nivel político, económico y social, pero son dos ejemplos centroamericanos de desarrollo y que hoy en día esgrimen un desarrollo plausible que debe reconocerse y respetarse. Bukele aún da sus primeros movimientos desde la presidencia salvadoreña y de él habrá mucho que escribir, espero que muchas cosas positivas para el bien de El Salvador.
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