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jueves, 28 marzo, 2024
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OPINIÓN | “¿Qué nos está haciendo esta gente?” Las preguntas sin respuestas del pueblo venezolano

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CIUDADANÍA

“Las personas que pasan miedo, tienen hambre de vida”

Herta Muller

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Si hay algo que caracteriza el modo de ser del venezolano es la capacidad de comunicar sus opiniones y emociones de manera abierta y espontánea en la vida cotidiana. Donde quiera que nos encontremos, ya sea en la sala de espera de una oficina pública, en la cola para coger el autobús, en la cola de un banco, de una panadería, de una farmacia; a la espera de un turno para comprar comida en el mercado, en el metro o simplemente descansando en el banco de una plaza, no falta quien se acerque para comentar su parecer acerca de la actual situación del país, sobre todo, acerca de la profunda crisis económica y cómo ésta afecta su vida personal. Estos breves encuentros nos permiten constatar el estado de conmoción existencial que viven los venezolanos en estos inciertos y angustiosos tiempos, también nos permiten conocer con más detalle los sentimientos, las emociones y sus significados relacionados con los malestares actuales. En especial podemos sondear el potencial de rebeldía o de resignación a la opresión autoritaria y sus respuestas en el marco de la violación sistemática de los derechos humanos.

“… Y nadie hace nada”. Esta frase es un clamor. Un reclamo y un grito de auxilio a la vez. Es la frase más presente en estas conversaciones. Revela una gran impotencia, desesperanza. También -de nuevo y constantemente-, interpela a las instituciones del Estado, al gobierno, y, como no, a la oposición

El malestar y las preguntas: Los sentimientos y emociones que predominan son, sobre todo, aquellos que giran alrededor de la incertidumbre, el desamparo, la impotencia; destacando el miedo, la ira, la angustia, la tristeza que se vive en la Venezuela de la revolución bolivariana. Estos sentimientos y emociones se revelan en los tipos de preguntas y afirmaciones expresadas durante estas conversaciones fortuitas, como por ejemplo las siguientes: “¿Cómo voy a hacer para darle de comer a mis hijos?”, “¿De qué vale seguir trabajando si no alcanza para nada?”, “¿Por qué suben los precios todos los días?”, “¿Por qué no hay medicinas para todos y la gente se muere de cualquier cosa?”, ¿Qué pasa en los hospitales que hay tantas infecciones y se mueren un montón de bebés de repente?”, “¿Por qué no nos dejan protestar si tenemos hambre?“, “¿Por qué no me dejan vacunar a mi hijo si no tengo el carnet de la patria?“, “¡Cuánta hambre y pobreza!, ¿Qué nos está haciendo esta gente?“. Por otro lado se expresa “No hay quién responda”, “No tenemos a nadie que nos defienda”, “El gobierno nos pisotea y nadie hace nada”.

Estas expresiones revelan significados de abandono, desamparo e indefensión muy significativos que tienen que ver con el cuestionamiento al pésimo manejo del Estado y sus instituciones, con la concepción de Estado fallido,sobre todo en materia de seguridad, servicios básicos, alimentación y salud; con un gobierno negador, indolente y ausente de las dramáticas condiciones de vida en las que están inmersos la mayoría de los venezolanos.

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“… Y nadie hace nada”. Esta frase es un clamor. Un reclamo y un grito de auxilio a la vez. Es la frase más presente en estas conversaciones. Revela una gran impotencia, desesperanza. También -de nuevo y constantemente-, interpela a las instituciones del Estado, al gobierno, y, como no, a la oposición. Los nombran a todos -a muchos con nombre y apellido- como los responsables de la crisis, a unos por “corruptos”, ”criminales”, “cómplices”, “enchufados”, “irresponsables”,”indolentes”, a los otros por “paralizados”, “incapaces”, “egoístas”, también por “corruptos”, “cómplices” y sobre todo por “desconectados” del malvivir que se padece. Cada una de estas palabras con las que califican a los responsables del gobierno y a la mayoría de los líderes de la oposición venezolana, tiene un potente significado psicopolítico –de cuestionamiento, de inconformidad, de repudio e interpelación a estos actores-, lo cual, a la hora del más reciente llamado a votaciones se expresó con una abstención soberana para comunicar su indignación y la falta de confianza y credibilidad en el evento “electoral”. Una importante lectura de esta abstención y del malestar ciudadano es el hambre de vida, de justicia y libertad que tienen los venezolanos.

“La gente está atrapada en la historia y la historia está atrapada en ellos” JamesBaldwin.

Lo que toca hacer: Convertir el malestar en una fuerza liberadora y democratizadora es el más grande desafío que tenemos los venezolanos que queremos paz y democracia.

Es urgente el cambio político, lo sabemos. Pero también es urgente el cambio social hacia el fortalecimiento de una ciudadanía más consciente de su papel y de su poder social. Es urgente desatascar la historia, desafiar la parálisis, resistir creativamente, dejar que amanezca. Es un deber ciudadano liderar la historia hacia una transición democrática en todos los espacios en los que actuamos para que pronto surja una nueva primavera democrática en Venezuela.

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