Hace unos días habíamos analizado la situación de las democracias latinoamericanas en medio de esta temporada electoral. Y no se trata solo de observar resultados electorales o de conocer los detalles de los sistemas democráticos regionales, que son similares, pero con unas diferencias que no solo provienen de su costumbre, sino del espíritu y la corta historia republicana de nuestras naciones.
El objetivo de esta brevísima exégesis es entender lo que nuestras sociedades van diciendo entre líneas en las boletas electorales. Lo que algún analista novel o un simple opinador puede encontrar como contradictorio o ilógico en los resultados electorales en Latinoamérica, en realidad son reflejo de complejas realidades políticas y sociales. Casi siempre la corrupción, la persecución a la prensa libre, la falta de movilidad social, la marcada división de clases sociales y la escueta división de poderes son el origen primero de los procesos de cambios en América Latina.
Esta aclaratoria se hace necesaria en la medida en que las redes sociales encrispan y hacen tendencia opiniones cada vez más radicales, producto de una característica humana muy propia de nuestros tiempos: la frustración. Pero antes de ceder a la seductora tentación de criticar a los votantes o de sentenciar lapidariamente que “esto se lo llevó quien lo trajo”, hay grandes señales de que estamos madurando políticamente, ya que el análisis surge de la revisión de la realidad y no al revés.
Argentina
Este es un país con un alma melancólica y casi siempre dramática. Con una historia contemporánea muy llamativa, especialmente porque tanto liberales como socialistas, conservadores o progresistas, una vez en el poder se hacen llamar peronistas. Así pasó, por ejemplo, en estos últimos gobiernos: tanto Cristina Fernández de Kirchner, como Mauricio Macri y Alberto Fernández se asumieron como peronistas. Pero aún hoy el peronismo es un período difícil de entender, con una alta dosis de populismo, algo de modernización de infraestructura y un constante diálogo del gobierno con algunos gremios. El gobierno de Juan Domingo Perón no fue del todo coherente en materia económica, pero sí lo fue en términos de propaganda social.
En realidad los últimos gobiernos argentinos han tenido en común serios problemas para plantear políticas económicas y han estado repletos casi siempre de cargos de corrupción. Las pasadas elecciones legislativas no tuvieron un cambio verdaderamente radical en la relación de poder entre el oficialista Frente de Todos y el opositor Juntos por el Cambio, pero con una participación muy importante del 72%, se hizo evidente que el oficialismo ha perdido 2 millones de votos. La lección: la independencia del poder judicial es imprescindible para una democracia fuerte.
Chile
Desde el 2019 este país ha afrontado grandes retos sociales: empezando por las manifestaciones en contra de las grandes empresas de pensiones y servicios públicos, pasando por una asamblea constituyente para la redacción de una nueva constitución y las últimas elecciones primarias, en la que los candidatos más votados son políticos con un escaso recorrido institucional.
El izquierdista Gabriel Boric es un joven político que llegó recientemente al congreso y que no representa a la izquierda tradicional de la que surgió el fenómeno Bachelet. Por su parte, el conservador José Antonio Kast fue concejal y diputado hace algún tiempo ya. Algunos chilenos sienten que la segunda vuelta electoral, que debe realizarse el próximo 19 de diciembre, los dejará escogiendo un presidente entre dos extremos. La lección: la esperanza de surgir es una bomba de relojería que en algún momento puede estallar y acabar con el status quo.
Nicaragua
Este pequeño país centroamericano ha jugado a dos bandas en las últimas décadas. A pesar de que su principal socio comercial son los Estados Unidos, no ha dudado en negociar la influencia en su territorio del principal antagonista económico de occidente: China.
Daniel Ortega es un pequeño dictador que ha decidido poner preso a los siete principales candidatos opositores en las pasadas elecciones presidenciales, ha silenciado a la prensa libre y ni siquiera la Unión Europea se interesó en enviar una misión de observación electoral. La lección: la democracia no son solo elecciones. La libertad de prensa, el Estado de Derecho y la alternabilidad en el poder son tan necesarias como el voto ciudadano.
Venezuela
Estoy tentado a decir que en nuestro caso hay que volver a leer todas las lecciones políticas y electorales de esta serie de artículos, pero sería simplista. Venezuela ha llegado más lejos que cualquiera de las sociedades anteriores, pero lo peor es que parece no retener las lecciones aprendidas.
La oposición ha pasado de grandes movilizaciones, con su propia banda sonora, como la otrora popular canción de Diego Torres Color esperanza, con una constelación de políticos opositores más o menos cohesionados a favor del cambio de gobierno, a ser una oposición de Twitter, con acusaciones de corrupción y cohabitación (palabra bastante de moda) en todas direcciones. La población opositora se encuentra hoy más cansada que nunca de toda la élite política, hasta el punto de que prefiere no actuar a favor de nadie. La lección: para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada (Edmund Burke)
Moisés Chocrón Fernández | Twitter: @chocterapia
Internacionalista y oficial retirado de la Armada
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