A raíz de la implantación de un nuevo cono monetario y del bolívar digital, se produjo una fuerte fluctuación al alza en el precio del dólar. Alcanzó más de 5 millones de bolívares del momento. Días antes de la reconversión se disparó a esa escala. Pasados tres días del inicio de esa medida, cayó nuevamente al nivel alcanzado una semana antes de ella. De la cifra anterior cae a un promedio de los 4 bolívares nuevos. Esta cotización se ha mantenido desde entonces. Las opiniones surgidas respecto a esas fluctuaciones son clara expresión de las ideas que caracterizan a las corrientes del pensamiento económico. Son, particularmente, ideas que sustentan las principales teorías sobre el dinero.
Los economistas que son defensores abiertos del orden imperante indican que tales fluctuaciones apuntan a una devaluación. Señalan, además, que todo se mantendrá, incluyendo la hiperinflación. Que la situación se reduce a la implantación del nuevo cono monetario, que apenas da para facilitar las transacciones. Que la caída del precio de la divisa obedece a la intervención del Banco Central de Venezuela (BCV).
Ciertamente esta injerencia del BCV ha apuntalado la caída y posterior estabilización del precio del dólar. Pero no es el único factor que incide en este comportamiento. Ayuda, pero la determinación fundamental es la ley del valor, que hace que el precio de toda mercancía se aproxime a su valor de cambio. Si se anulan las fuerzas de oferta y demanda, el punto de equilibrio —dirían los neoclásicos— se alcanza con el precio en correspondencia. Si una de esas fuerzas se hace dominante, el precio fluctúa en una dirección u otra.
En nuestro caso son varios los contribuyentes para el comportamiento de la oferta de divisas. El BCV es uno de ellos. Las remesas —que algunos calculan que el año pasado fueron muy superiores a los ingresos por petróleo— aportan lo suyo. En 2021 se han incrementado las divisas provenientes de la venta del crudo. Sumemos lo que ingresa mediante los negocios y negociados diversos por la venta de minerales preciosos, como oro y diamantes, coltán, rodio, entre otros, que deben pasar por el BCV. La venta de minerales, contrabando mediante, permite ingresos de dólares que nadie contabiliza. Eso se ha incrementado.
El asunto es que la oferta de dólares obtenidos de manera diversa apuntala su estabilidad. Eso puede romperse en cualquier momento, dado que las bases de la economía no son sólidas y que la política económica sigue su rumbo liberal. Aunque la dolarización ha sido un camino doloroso para el pueblo, la implantación de un equivalente universal sólido permite que las mercancías tengan un precio correspondiente con su valor. De allí la relativa recuperación, con todo y el incremento de la explotación obrera y la miseria de amplios sectores de la población. Por otra parte, la dolarización fue acompañada de la política de recaudación mediante la eliminación de las prestaciones sociales de todos los trabajadores y la anulación del salario de los empleados públicos para tener con qué pagar la deuda pública.
Es importante destacar, además, que la mayor intervención del BCV en el mercado cambiario es el resultado del incremento del PIB. De allí proviene el aumento de las reservas internacionales operativas, que permiten una intervención cada vez más importante en el mercado cambiario, apuntalando, a su vez, la dolarización de la economía.
La estabilización del precio del dólar —si estuviese acompañada de un crecimiento económico de significación y de un menor desequilibrio fiscal— conduciría a una caída importante de la inflación. De allí una eventual recuperación de la fortaleza del signo monetario. Lo que supondría que esta reconversión pudiese ser exitosa. Esta es una posibilidad dada la relativa recuperación económica luego de la continuada destrucción del aparato productivo.
Por lo tanto, no todo es resultado de la mera intervención del BCV en el mercado cambiario, como determinante de la caída del precio de la divisa. Juegan otros factores. Luce fácilmente explicable este asunto, tanto como el disparo al alza que se produjo días antes de la reconversión. Tal fenómeno no se realizó porque haya habido una disminución de la oferta. Se forjó como resultado de la opinión que se creó de que la reconversión conduciría a una devaluación. Hubo presión de demanda: compras nerviosas del dólar. En eso contribuyeron los economistas y opinadores de oficio.
Ahora bien, que el BCV contara con recursos como para intervenir en el mercado —al punto de incidir en mayor o menor medida en el comportamiento del precio de la divisa— obedece a que se han incrementado sus reservas operativas. Desde septiembre de 2018, el BCV realiza intervenciones en el mercado cambiario. Sin embargo, además de la hiperinflación, se incrementaba de manera consecuente el precio del dólar.
No obstante, en el presente año se viene desarrollando una tendencia a la estabilización en el precio de la divisa, que es el resultado del incremento de la oferta y la caída de la inflación. Uno de los componentes de la oferta es la intervención del BCV. Limitada, claro está, dado el poco nivel de las reservas. Se ha incrementado, ciertamente, pero sigue siendo muy limitada su capacidad de maniobra. El Gobierno las administra de manera cuidadosa, pues requiere algo de ellas para importaciones fundamentales requeridas por la economía. Cuenta con otras fuentes que vienen incidiendo en la oferta, como indicamos líneas atrás.
Acerca del dinero no existe una sola teoría. De allí que la explicación de esta circunstancia sea diversa. En la economía, no en la ciencia económica, no hay una sola teoría de dinero. Desde la perspectiva subjetiva en torno al dinero, existe la idea errónea de que lo que le brinda apreciación es la confianza. De allí que no puedan explicar satisfactoriamente el dinero moderno. Explican desde esta perspectiva las criptomonedas, sin poderlas diferenciar del criptoyuán, por ejemplo. Incluso del bolívar digital. En realidad, estos dos últimos son similares al papel moneda. No ubican que el dinero, como cualquier mercancía, es fruto del trabajo. Mientras, el papel moneda es un artificio que sirve para representar al equivalente universal: el dinero.
Como mercancía, el dinero cuenta con las mismas determinaciones. Sin embargo, tiene una condición que la hace específica. Es que el dinero es el equivalente universal. Permite el intercambio de todos los valores. A su vez, el papel moneda es una representación del dinero. Es un artificio inventado por los chinos hace más de 1.000 años, ahora superado por el dinero electrónico.
El dólar, en este sentido, adquiere un precio basado en que expresa el valor de una riqueza. Con todo y que ha perdido poder adquisitivo, el dólar sigue siendo el dinero mundial por antonomasia. De allí que tenga una participación de 30 % en la configuración del “oro de papel”, o derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional, el cual acaba de otorgar alrededor de 650.000 millones de dólares de este instrumento a los distintos países que lo conforman.
En definitiva, todo indica que la actual administración —al apuntalar la dolarización y la estabilidad de su precio— puede conducir a cierta recuperación económica. Su intervención en el mercado cambiario busca sostener esta tendencia. Lo que no supone la superación de la profunda crisis de la economía venezolana. Aunque sí puede ser suficiente como para sacarle provecho político. Mucho menos se trata de una política que conduzca a la independencia nacional y al desarrollo de las fuerzas productivas. Venezuela sigue siendo un país dependiente y semicolonial, atado al extractivismo petrolero y minero. Pasamos a nuevas manos. De la dependencia de EE. UU., se pasa a la dependencia de China, Rusia y sus aliados.
Una política económica que en verdad nos conduzca al desarrollo debe ir mucho más allá de la superación de la inflación y el rescate del signo monetario. Eso ha sido alcanzado por muchas economías que siguen aún atrasadas y dependientes.
Una política económica como real garante del desarrollo debe canalizar el ahorro nacional —que implicaría que el pueblo venezolano tuviese suficientes ingresos como para ahorrar— hacia la producción diversificada para sentar las bases de la revolución industrial. Debe modificar el artículo 301 de la Constitución y darle preeminencia al capital nacional por encima del internacional. Debe establecer que el equilibrio fiscal se alcanza con base en el incremento de la producción, a partir de lo cual puede aumentar la recaudación del impuesto sobre la renta. Debe eliminar el IVA para aumentar la capacidad de demanda social. Debe proteger la economía y eliminar la política de apertura a la importación que no sea medios de producción. Y, sobre todo, se debe aumentar el salario de los trabajadores, productores de la riqueza y garantes del funcionamiento de las tareas del Estado en todos sus aspectos. Democracia, desarrollo y bienestar. Esos deben ser los objetivos de la política económica de una nueva democracia luego de que está oprobiosa dictadura sea derrocada.
Carlos Hermoso es economista y doctor en ciencias sociales, profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político. @HermosoCarlosD
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