Valorar la movilización de #16N con las imágenes de las concentraciones opositoras realizadas entre el 23 de enero y el 1° de mayo de este año, puede llevarnos a cometer errores de apreciación.
La protesta de este sábado fue distinta porque, aunque el país viva la misma crisis política, económica y social, en los últimos seis meses ocurrieron cambios que nos llevan a apuntar algunos hechos para un análisis más consciente de los que vimos en las calles del país.
Entre esos cambios se incluye la disminución del apoyo a Juan Guaidó, que si bien es cierto es la figura política con más respaldo popular, en estos momentos no se encuentra en lo más alto de la cresta de la ola.
Por eso, debe valorarse, como muy pocos políticos lo han hecho, que este sábado se atreviera a pedir perdón por los errores cometidos, un acto de contricción que la sociedad venezolana valora. Recordemos el 4 de febrero de 1992 y la imagen del teniente coronel Hugo Chávez Frías.
Concluida la concentración y con la calma para el análisis, quiero presentar tres apuntes sobre los méritos de la concentración del #16N:
Claro que este es un balance a las primeras horas de concluida la manifestación. El alcance de lo que ha ocurrido este sábado lo comenzaremos a ver en los próximos días, cuando se convoque a nuevas protestas, como la del 21 de noviembre.
Ese día, el liderazgo estudiantil universitario se plantea marchar hasta Fuerte Tiuna, un objetivo que parece casi imposible de alcanzar, pues la oposición tendría que pasar a territorio del municipio Libertador, sagrado para el oficialismo. Luego caminar hasta la principal base de la Fuerza Armada Nacional para solicitarle a los militares que se manifiesten a favor del cambio político en el país.
Hasta ahora, nada indica que existen las condiciones para que los militares den el paso de abandonar a Nicolás Maduro o sugerir la renuncia como hicieron los militares bolivianos a Evo Morales.
Eso no implica que no se deba ejercer la protesta sostenida, como anunció Guaidó, para generar, de forma estratégica, la presión interna que lleve al cambio de régimen, como ocurrió, y otra vez el ejemplo, en Bolivia.
Pero para ello, se deben considerar algunos aspectos para mantener una lucha cada vez más masiva y no violenta:
¿Recuerdan ustedes a los escuderos? ¿Estamos seguros que todos eran genuinos opositores? Y si lo eran, ¿por qué el Gobierno pareció nunca detectar dónde se elaboraban los escudos? En 2014, el Cicpc coló en plaza Altamira a una mujer conocida como la Chica Bomba, porque quería todo el tiempo armar explosivos. Resultó ser una funcionaria de Antiterrorismo que facilitó la captura de manifestantes y propició violencia.
Mientras la protesta sostenida, no violenta, esté en la calle, los políticos tendrán que hacer su trabajo y buscar los caminos para lograr la transición, pensando en la futura estabilidad del país. Pero para llegar allí, todavía tenemos que ver mucha agua pasar debajo del puente.
Por ahora, queda esperar y evaluar lo que ocurra en las próximas horas.
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