Esta semana, el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, acusó a Juan Guaidó de lavar dinero, cuando precisamente el político de oposición realizaba una gira por América y Europa para buscar apoyo contra Nicolás Maduro y para la reconstrucción del país.
El ministro del régimen primero asoció a Guaidó con los hermanos Volante Zuloaga, miembros de una familia empresarial, de arquitectos y urbanistas de tradición y propietarios de oficinas en el edificio Zurich, donde precisamente funciona el despacho del presidente encargado reconocido por 50 naciones.
En el segundo tiempo del ataque, Rodríguez movió una pieza inesperada en el tablero de la política cortesana del Palacio de Miraflores. Mencionó a Leopoldo Alejandro Betancourt López, presidente de Derwick Associates, empresa que recibió contratos por el orden de los $2.200 millones para obras eléctricas construidas, en su mayor parte, con equipos comprados en mercados secundarios, pero vendidos como nuevos, sin licitación.
En principio, debo afirmar que no cuento con los elementos para decir si existe o no algún vínculo de financiamiento entre el presidente de Derwick y Guaidó. Ni siquiera la nota Reuters, basada en información suministrada por Lev Parnas, un exsocio de Ruddy Giullianni, exalcalde de Nueva York y abogado de Donald Trump, da una información que no deje dudas. Hasta ahora no existen pruebas irrebatibles. Al menos no las conozco.
De lo que sí hay evidencias es que Giullianni también es abogado de Betancourt López, con quien se reunió en agosto del año pasado en El Alamín, el palacete del presidente de Derwick en Toledo, España, para buscar, según publicó la prensa en ese momento, que el exalcalde de Nueva York intercediera ante el Departamento de Justicia de EE. UU., para evitar que Betancourt López fuera investigado, al igual que su primo y socio, Francisco Convit, en el caso de la estafa de $1.200 millones a Pdvsa, que se ventila en una Corte de Miami desde el 25 de julio de 2018.
Si algo queda claro a raíz de la comparecencia ante la prensa de Rodríguez es que Maduro y su entorno más cercano no tienen ningún escrúpulo al usar a sus piezas en el tablero del ajedrez político, con tal de mantener el poder a cualquier costo.
Con la finalidad de explicar mejor hagamos un recuento de hechos y acontecimientos alrededor de la figura de Betancourt López y su relación con el oficialismo:
Queda entonces en evidencia còmo Alejandro Betancourt López es una pieza del tablero de Maduro. Ahora que lo pueden usar para atacar a Guaidó, mueven esa pieza sin ningún escrúpulo, pese a que ese empresario fue una figura alimentada por el chavismo-madurismo.
Este episodio también debe servir para que se enciendan alarmas internas, para evitar que capitales de dudosa procedencia, de presuntos corruptos que intentan lavarse la cara y quedar bien parados con la vista puesta en la transición, se cuelen entre las finanzas opositoras. En la Venezuela que esperamos, no se pueden repetir viejos esquemas.
Desde esta madrugada, el periodista Orlando Avendaño informa acerca de la detención de Francisco Convit, uno de los involucrados en el caso de la estafa a Pdvsa, en el aeropuerto de Maiquetía. Convit, Gorrín, José Vicente Amparan y Mario Bonilla, todos en el expediente de la Corte Sur de Miami, se encuentran, según investigación de El Pitazo, a buen resguardo en Venezuela. Todos ellos son requeridos por las autoridades judiciales de EE. UU. Si alguno sale del país corre el riesgo de ser capturado, al menos que la intención sea negociar con los gringos.
César Batiz es periodista egresado de la Universidad del Zulia, especializado en Periodismo de Investigación. Director de El Pitazo. @CBatiz
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