Los bonos verdes y su aplicación en Venezuela

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EL PODER EN ESTE PAÍS

Es importante conservar el ambiente y más en Venezuela. La economía venezolana se encuentra en una grave depresión, aunque algunas firmas de inversión esgriman que el país tendrá cierto grado de una tímida recuperación económica para 2021 y 2022. A la vez que es importante la recuperación de tan importante sector, también lo es invertir bien nuestro dinero, y en especial en proyectos sostenibles y en armonía con el medioambiente.

La mejor manera que tienen los países desarrollados para hacer esa inversión es adquirir acciones, bonos, criptomonedas u otros vehículos de inversión. Si deseamos fomentar un mejor comportamiento invirtiendo en mercado de valores, debemos voltear a ver los “bonos verdes” y más en mercados emergentes, como Latinoamérica y Venezuela.

Para entender esto pensemos cómo funcionan los mercados de valores. Las empresas recaudan dinero mediante la emisión de acciones y bonos. Estos se negocian luego en lo que se conoce como el mercado secundario: por ejemplo, la Bolsa de Valores de Caracas o la Bolsa Descentralizada de Valores. Una vez recaudado, el capital social es permanente, pero los bonos (renta fija), mientras tanto, tienen una vida finita por diseño y dependiendo de las leyes de cada país.

La mayoría de las veces cuando decimos que vamos a invertir en acciones o bonos, lo que realmente queremos decir es que los vamos a comprar en el mercado secundario. No estamos invirtiendo en el sentido de darle a una empresa nuestro efectivo. El capital o financiamiento ya ha sido emitido y lo que suceda a continuación es entre el comprador y el vendedor, es decir, el mercado.

En cifras, aproximadamente el 10% del valor de los bonos corporativos no financieros desarrollados se emitió el año pasado, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde). Y en el caso de mercados emergentes, incluida China, se vendieron $ 600.000 millones en bonos frente a $ 3 billones de bonos en circulación, una quinta parte del total. La realidad es que existen oportunidades interesantes cuando las empresas emiten bonos en el mundo emergente.

Ahí es cuando puedes marcar la diferencia. Aun mejor: las economías emergentes son las que más necesitan el capital que los inversores pueden proporcionar. Son más pobres y están expuestos de manera desproporcionada a problemas ambientales, sociales y de gobierno, como riesgo climático físico o la falta de servicios de saneamiento, transporte y salud, como apreciamos en Venezuela. Este país es crítico en algunos aspectos, como la energía eléctrica a lo largo y ancho del país o el agua potable en Caracas y Barquisimeto, por citar dos ciudades.

Los bonos verdes en mercados emergentes están desarrollándose con un mercado potencial de cerca de $100.000 millones, según cifras de la misma Ocde. Pero a medida que se invierte dinero, este está siendo destinados a proyectos que contribuyen con el ambiente o van creando conciencia sobre su importancia. Aun así, eso es suficiente para aquellos que quieren aprovechar al máximo su “dinero ético” en este momento para garantizar desarrollo económico, pero a la vez respetando la naturaleza.

Los bonos verdes están destinados específicamente a la financiación o devolución de “proyectos verdes”, es decir, proyectos sostenibles y socialmente responsables en áreas diversas, como las energías renovables, la eficiencia energética, el transporte limpio o la gestión responsable de residuos. Es urgente y necesario actuar por los efectos adversos del cambio climático.

Los bonos verdes son un tipo de deuda emitida por instituciones públicas o privadas para financiarse a sí mismas, y a diferencia de otros instrumentos de crédito, comprometen el uso de los fondos obtenidos para un proyecto ambiental o relacionado con el cambio climático. Un hecho importante ocurrió el 5 de julio de 2007, cuando el Banco Europeo de Inversiones (BEI) lanzó por primera vez una emisión de “bonos verdes”. Actualmente busca financiar proyectos que contribuyan a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.

Los fondos se utilizarán para proyectos ecológicos que tendrán un efecto beneficioso sobre el medioambiente. El emisor de un bono verde debe notificar de manera transparente a los inversionistas los objetivos de sustentabilidad ambiental, permitiendo que sean evaluados y revisados ​​externamente. La administración de fondos será controlada de manera adecuada y transparente por el emisor, lo que permitirá ser auditada.

El mercado de valores representa una buena oportunidad para traer estos bonos verdes a la economía nacional. Se necesita crear conciencia de este tipo y en especial en los jóvenes de hoy. En el caso de nuestro país, la empresa Invierte en Venezuela es pionera en este tipo de emisión. Para Stefano Alisetti, presidente de la mencionada empresa, los certificados Scrap, que son una forma de bonos verdes, son certificados de inversión, es decir, un producto derivado de un contrato utilizado para captar capital con el fin de crecer o financiar proyectos.

El certificado Scrap corresponde a la primera emisión de derivados de pasivos ambientales de una serie de títulos de valores electrónicos denominados Certificados Electrónicos de Inversión o CEI. Estos certificados son emitidos a través de la Bolsa Descentralizada de Valores de Venezuela y otorgarán a sus titulares el derecho de participación sobre el 70% de las ventas que resulten de la compraventa y procesamiento de pasivos ambientales por parte de algunas empresas, como Mercometals Group, o de permutar los CEI por pasivos ambientales en el ámbito nacional.

ROGELIO GUEVARA CANTILLO | @Rogeliogcmundo

Analista del poder y economía en Latinoamérica.

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