Por: Carlos Hermoso
Dos resultados, cuyas predicciones habían sido propagadas de manera profusa con bastante antelación. Fácil de prever la cosa. El ausentismo en la farsa electoral montada por la dictadura, fue de antología. Desolados muchos centros de votación, les fue difícil abultar el resultado más allá de lo que presentaron.
Mientras, con todo y no contar con medios masivos de comunicación, que no sean las redes sociales, la consulta popular arroja, como claro resultado, la disposición de las mayorías de asumir cualquier iniciativa para derrocar la dictadura. Sin duda, supera lo alcanzado por la farsa de la dictadura en varias cosas, más allá de la participación alcanzada, poco más de 6 millones, que no es poca cosa. La supera con creces en la espontaneidad en la participación y la disposición a seguir luchando en cualquier terreno, hasta alcanzar la victoria. Falta la orientación. Falta la dirección colectiva para esos efectos.
Cara dura el régimen que trató de hacer ver que la gente se manifestaría masivamente en un proceso en el que nadie creyó en ningún momento. Ni siquiera sus simpatizantes, en buena medida tarifados, creyeron en la comedia. Los pocos que hacen gala de un irracionalismo que hace honor a la expresión: con hambre y desempleo… sí creyeron. Muy pocos, pero los hubo.
El objetivo principal de los chavistas para realizar esta parodia y designar una Asamblea Nacional írrita, es alcanzar algo de legalidad, aunque ello suponga mayor deslegitimación. Al menos frente al boque imperialista que lo sustenta, deben contar con una legalidad tal, que les permita, ante un eventual cambio de gobierno, no solamente preservar sus inversiones y prebendas para explotar nuestras riquezas, sino mantener una orientación que les permita resguardar contratos en el marco de las Zonas Económicas Especiales y la llamada Ley Antibloqueo. Legislación violatoria del orden constitucional y los derechos de los trabajadores y del ambiente, junto a la entrega de la soberanía nacional como en ningún otro país.
Con todo y la tremenda abstención seguirán en el camino trazado. Tanta fue la abstención, que se limitaron en abultar la cosa hasta el 31% nada más. Le agregaron unos puntos porcentuales, pero no tantos, ya que los centros de votación, de vacíos parecían tomas de películas posapocalípticas en las que las ciudades quedan desiertas. Conscientes son los del régimen del rechazo de más del 80% de la población. De allí que para 2021 afianzarán aún más el acompañamiento de los personajes de pacotilla para impulsar las elecciones para gobernaciones y alcaldías, aun con las tarjetas de los partidos secuestradas y en manos de tales personajillos.
Así, la dictadura seguirá gobernando con la Fuerza Armada, el Psuv, y la estructura paraestatal para la distribución de las bolsas Clap y otras limosnas, sostenidas con base en los dineros públicos. A su vez, contará con la represión y un mayor control de los medios de comunicación. No les queda de otra.
Con todo, la dictadura se sostiene. Pesa el apoyo de China y Rusia, principales, pero no únicos aliados. Recordemos, una vez más, que la tan mentada comunidad internacional ya no lo es tal. En realidad, nunca lo ha sido. Las contradicciones entre los bloques imperialistas que se han configurado, son cada vez más enconadas. A momentos, son de tal magnitud, que parecen aproximar a los contendores al terreno bélico. La historia indica la tendencia del tránsito de la guerra comercial a la armada. Venezuela, entregada por los chavistas en bandeja al bloque que lidera China, es territorio apetecido por otros. Sus riquezas, cada vez más certificadas, son suficiente motivo como para que se convierta en teatro de operaciones.
Carlos Hermoso
Así, buscarán mantener la dictadura a toda costa, sin apoyo ciudadano. Seguirán armando a la dictadura. Ya el parque militar ha sido cambiado sustancialmente. Se seguirá endeudando al país para la adquisición de armamentos rusos y chinos.
De otra parte, cuentan los chavistas con un aliado importante para estos efectos: una oposición hasta ahora incapaz de ubicar el rumbo correcto para enfrentarlos. Y es que no logra concitar la voluntad de las mayorías nacionales para enfrentar la dictadura de manera unificada. A la oferta de medidas que en nada entusiasman a los pobres, como eso de que, superada la dictadura, habrá que hacer más sacrificios, se suma que no se presenta con disposición a pelear de verdad.
Asimismo, algunos sectores opositores esperan la reacción de Biden frente al caso Venezuela. Habrá seguramente una distinción que lo diferenciará de Trump. Pero el asunto es que una cosa es aprovechar la coincidencia con EE. UU. para salir de la dictadura y otra es seguir sus dictados, las más de las veces erráticos.
Otros, se guarecen bajo la sombrilla europea. Parecen ser frescos los aires desde Alemania que también quiere su porción del pastel. Algo de ese viento como que le llegó a Capriles. Así, se contribuye con la división.
No es de extrañar que también los chinos hayan construido puentes para conectar con la oposición. Las experiencias chilena y argentina nos muestran cómo se mueven estos asiáticos para penetrar con sus poderosas baterías, más potentes que cualquier misil estadounidense. Y es que las mercaderías baratas y de calidad, junto a las inversiones directas e indirectas, hacen tambalear cualquier lealtad. Por ello, son economías que comienzan a dejar de ser obedientes a los estadounidenses. Eso puede haber incidido en la fractura de la oposición.
El desgaste de Guaidó es otro asunto que toma en cuenta la estrategia chavista. Y es que son varios los factores políticos opositores que esperan su derrumbe para “coronarse”. Circunstancia que, en cualquier caso, favorece los planes chavistas.
Mientras, la consulta popular impulsada por el pacto unitario liderado por Guaidó, aunque ejecutado por el Frente Amplios, algo así, obtuvo resultados que alientan. Que permiten afirmar que debemos acelerar. Realizada la consulta, son muchos quienes preguntan el paso a seguir. Eso debemos responderlo.
Es innegable que la consulta representa un logro que debe ser valorado de cara a las perspectivas. La consulta debe suponer una pisada que marca un hito. Un antes y un después. Pero será más clara la huella que deja, en la medida que los próximos pasos estén inscritos en una estrategia clara para derrocar la dictadura. De lo contrario el surco será borrado.
Debemos comenzar por ubicar, a guisa de balance, las falencias presentes en esta tarea y en la tradición “unitaria” de los últimos tiempos.
Carlos Hermoso
A pesar de los resultados alcanzados, en medio del proceso para su realización, fueron muchos los obstáculos presentes en la oposición. A los ya señalados como las limitaciones en materia de medios, suman los propios. De una parte, la limitación que supone la pretensión monopolista para brindar las orientaciones políticas por parte del llamado G4. Lo que se tradujo en el hegemonismo político y organizativo que buscó en todo momento dejar por fuera a los distintos factores políticos e incluso a integrantes de organizaciones sociales. Eso debilitó al movimiento. Desalentó a muchos militantes y activistas de las organizaciones políticas y de masas.
Así, el sectarismo es una determinación que acompaña en todo momento cualquier iniciativa de la posición. Se convierte en un pesado fardo que ralentiza cualquier acción. Desalienta. Boicotea.
A estas alturas y luego de tantos dislates y divisiones, la política unitaria deberá repensarse a ver si se encuentra el camino.
Nada debe obstar para definir una política en correspondencia con los tiempos. Condiciones sobran, bajo el punto de vista objetivo. El deterioro de las condiciones de vida de la gente es suficiente muestra de ellas.
Donde encontramos limitaciones es en las condiciones subjetivas, particularmente en la inexistencia de una dirección política. La gente resume, al contrario, la mayor disposición a embarcarse en la lucha hasta describir una epopeya capaz de borrar la dictadura. Lo demuestra una vez más con estos resultados de la consulta.
Así que, para allanar el camino de una nueva unidad capaz de integrar una dirección política, debemos comenzar por vencer las grandes limitaciones de la oposición.
Debemos identificar y derrotar al menos las más importantes. El sectarismo, indiscutiblemente es una de ellas. La otra es la indefinición de la estrategia a seguir, o bien por desconocimiento o por estar en contra algunos de la perspectiva de la inevitable confrontación; o por estar cómodos otros en la idea de la convivencia y connivencia. Estos aspectos son los que de inmediato debemos superar. Cuestión nada fácil.
Ahora bien, negada la salida electoral; la dictadura sin legitimidad alguna; apenas amparados los chavistas por el bloque imperialista liderado por China; dispuesta la gente a mantener la lucha por el cambio; el camino estratégico no puede ser otro que la rebelión popular. Definido lo fundamental de la estrategia, la táctica supone el desarrollo de una política basada en la pelea, en las luchas de las masas por sus reivindicaciones; de los trabajadores por el rescate del salario; de los universitarios y el magisterio en la defensa de la educación pública; del sector salud en defensa de la salud pública y de calidad, entre otras. Todo, combinado con la lucha en defensa de las libertades democráticas y la libertad de los presos políticos. A su vez, articulando las distintas formas de lucha y organización hasta crear las mejores condiciones para la rebelión. Para lo cual es imprescindible una sólida unidad basada en los principios democráticos, en medio de la diversidad.
Mantener una unidad hegemonizada por factores que siquiera saben qué significa estrategia y táctica, mientras esperan las voces foráneas para actuar, sería ser fieles al refrán: el ignorante y el ciego caminan a tiento. Más cuando se sigue sembrando la percepción de que muchos factores de la oposición parecen no interesados en la salida de la dictadura. Parecen esperar que su grado de descomposición la lleve a caer sola. Mientras, el pueblo espera por una dirección política capaz de allanar el camino de la rebelión.
CARLOS HERMOSO CONDE | @HermosoCarlosD
Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.
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