Por: Carlos Hermoso
Sí. Ésa pareciera ser su relación con la dictadura. Al menos para algunos factores y en la perspectiva que se presenta institucionalmente. Aunque no de su comunidad, con todo y que sus expresiones políticas y gremiales no hayan encontrado la respuesta contundente, ante tamaño cinismo de nombrar una comisión presidencial para el rescate de la UCV.
El régimen chavista —tanto en la etapa en que contaba con apoyo de masas, como en la fase más dictatorial— ha encontrado una férrea resistencia y rechazo en las universidades públicas y privadas. Allí se inicia una ofensiva que no para, aunque ahora se quieran presentar como redentores.
El llamado síndrome de Estocolmo no guarda el mayor reconocimiento de rigor por parte de principalísimas instituciones de psiquiatría a escala planetaria. Sin embargo, se ha convertido en un concepto que vulgariza y refleja algo de realidad. Desde las perspectivas de la psicología social y clínica y de la psicopatología, hay quienes lo generalizan a circunstancias distintas a las que le dieron origen, a propósito de un secuestro bancario en la mencionada ciudad. Se ha elaborado la perspectiva de que se trata de la relación de sojuzgamiento entre el dominado y quien domina. Algo de eso, dentro de otra perspectiva, analiza Franz Fanon en su libro Los condenados de la tierra y en algunas patografías de pacientes torturadores y torturados, en el hospital psiquiátrico de Blida-Joinville en Argelia al que se incorporó como Jefe de Servicio en 1953. En cualquier caso, se trata de una relación del sojuzgado con quien lo oprime que no se manifiesta en rebeldía sino en docilidad, como expresión menor. De allí partimos para ubicar que la percepción que se deja desde la universidad parece en correspondencia con esa actitud de acatamiento y afabilidad frente al opresor. Así, en caso de que no se dé la respuesta adecuada a esta iniciativa de la dictadura, salen bien librados los opresores.
Ahora, bien, las universidades públicas, de tradición republicana, han sido tan vapuleadas desde el inicio de la gestión chavista que resulta realmente detestable que ahora pretendan lavarse la cara de roca. Dados sus rasgos fascistas, que se manifestaron desde temprano, no podía ser de otra manera, cosa que no pueden esconder. La toma del consejo universitario de la UCV el 28 de marzo de 2001, por parte de grupos armados chavistas, marca el inicio de esa ofensiva.
La llegada al poder del chavismo ha significado para el país la mayor calamidad en décadas. Supera con creces el desastre bipartidista en la mitad del tiempo. Termina por reivindicarlo, aunque ello no significa que en este período se haya alcanzado el desarrollo, bienestar posible, soberanía, paz, respeto a los derechos humanos, entre muchos otros de los males propios del orden imperante.
De ella, de esa calamidad, no escapan las universidades públicas del país. Hasta las universidades creadas por el chavismo van a sufrir de la crisis. En menor medida, pero las afecta. La ofensiva chavista contra las universidades tiene como intensión su desmantelamiento.
Al saqueo material se une el saqueo espiritual. A la deserción de profesores, empleados y estudiantes, se une el afianzamiento de muchas ideas que, paradójicamente, terminan coincidiendo con las que enarbolan sectores importantes de la oposición. La entronización del posmodernismo y otras corrientes metafísicas, expresión de aquello de que las ideas dominantes son las ideas de las clases dominantes, se cumple en todo rigor. Así, el liberalismo, la posmodernidad y el posmodernismo se hacen dogmas que obnubilan la capacidad de comprensión del fenómeno político que se inicia en Venezuela. Aun siendo coincidentes, en esencia, con lo que ha adelantado el chavismo desde un inicio. Es que en ambos casos se niega la verdad y se sustituye por eso de los saberes. Además, los cegó también el anticomunismo. Allí van en persecución del fantasma rojo sin ver su color como el toro.
El chavismo no usó tanques de guerra. Represión por los cuatro costado sí. Y desde adentro. Los colectivos hacen lo suyo. Pero el cerco presupuestario, que no deja ni para mantener cuestiones fundamentales, hace otro tanto.
Así, la universidad, reflejo claro del país, va a sufrir por igual. El cercenamiento de sueldos y salarios, de las becas y la eliminación de servicios básicos van a convertir a las universidades en casas muy solas. La falta de presupuesto no permite siquiera el más elemental mantenimiento de sus jardines. El saqueo orquestado entre bandas delincuenciales y el chavismo hace de las suyas. El robo de sus cableados eléctricos de escuelas las lleva a la oscurana durante meses. Se desmantelan los baños de buena parte de la universidad.
Al abandono del pensamiento crítico se suma la deserción física de profesores, estudiantes y trabajadores administrativos y de servicios. Perder el salario se hace motivo principal de esta circunstancia. Muchos deberán asumir el llamado de la recién nombrada ministra de Educación, Yelitza Santaella, de ser creativos y adelantar estrategias de supervivencia, como el de vender huevos, entre otras cosas. Respuesta que refleja que la lumpenización para nada ha perdido espacios en el régimen. Es que les ha brindado bastante eficacia política sobre todo cuando la vinculan a socialismo.
Vista así la cosa, la institución universitaria, su comunidad, no ha dado las respuestas al régimen chavista inscritas dentro del espíritu crítico que en ella debería prevalecer, frente a la tal comisión presidencial. Por el contrario, algunos sectores lucen confundidos. Otros no han elaborado la crítica y la denuncia que debe levantarse. Es que la cosa les pinta bien.
Pero luce controversial el asunto. Nombrar una comisión presidencial para el rescate integral de la Ciudad Universitaria resulta, a decir menos, un descaro de gran factura. Tal objetivo se plantean, después de destruir un Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la Humanidad, nombrado así por la UNESCO en 2000.
Yendo hacia la universidad percibimos tres adolescentes en la autopista del este. Harapientos, sucios, raquíticos… Niños de la calle. Perdón, “niños de la patria”, en la jerga acuñada por Chávez. Ése es un resultado emblemático de la política chavista. Como para venir a aplaudir ahora que lancen una nueva campaña demagógica luego de llevar al hambre a millones de niños venezolanos.
Visto esto, la controversia que supone para las autoridades universitarias y algunos sectores políticos y gremiales, frente a esta respuesta de la dictadura, no luce coherente. Es que en relación con el daño que se le ha producido a la universidad venezolana y esta maniobra de la dictadura se debe levantar la voz de protesta y denuncia. Ubiquemos que, además, subyace la pretensión de descargar la circunstancia universitaria en la institución e incluso en su comunidad. Aquello de responsabilidades compartidas les sirve para esos efectos.
La máxima casa de estudios no solamente debe ser reivindicada como patrimonio de la humanidad por su belleza física y estructural, también debe ser reivindicada la autonomía en su sentido filosófico. Recordemos que la UCV fue escenario del proceso de renovación académica más importante de América Latina, uno de cuyos principales dirigentes en la Facultad de Arquitectura fue su principal creador, el arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Ese espíritu de la renovación de 1968-1969 puso en evidencia que las ideas dominantes no podían permitir que lo que se ventilara en ese proceso fuera, en muy buena medida, subversivo. Pero el posmodernismo de uno y otro lado se ha coaligado para acallar esa herencia.
Frente a esta circunstancia, además de levantar la denuncia contra la dictadura y de desenmascarar sus verdaderos planes, la universidad venezolana debe rescatar la esencia del espíritu crítico que debe prevalecer. La búsqueda de la verdad, que supone el análisis con rigor de esta dictadura y de cómo enfrentarla, es un asunto vital. Además, brindarle al pueblo venezolano y al país un rumbo para alcanzar una Venezuela mejor, que permita rescatar la soberanía perdida ahora frente al bloque que lidera China y Rusia. Que garantice desarrollo soberano y bienestar para el pueblo. Que se instaure una nueva democracia basada en la participación ciudadana. Ése debe ser el papel de la universidad en la actual etapa.
Además, las luchas por presupuesto justo. Aumento de sueldos y salarios. Dotación de becas a los estudiantes suficientes para vivir. Regularización del funcionamiento del comedor estudiantil y demás servicios. Luchas que, haciéndolas juntos, unidos como comunidad, bien pueden contribuir a conquistas urgentes y al derrocamiento de la dictadura. ¡Que la farsa no pase!
CARLOS HERMOSO CONDE | @HermosoCarlosD
Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.
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