Por: Marcos Hernández López
En toda sociedad hay una dinámica de vida diaria, ella constituye el centro de la historia. Si bien cada hombre, al nacer, se incorpora a una vida cotidiana que ya existe, que precede a su nacimiento, será el propio hombre quien le vaya otorgando a la cotidianidad las tonalidades de su diversidad.
En la actualidad, a pesar de los precarios apoyos que tienen todas las estructuras políticas, presidencia, parlamento, partidos políticos y otros poderes del Estado, todos sus actores parecen pensar que nada ocurre fuera de su círculo más cercano. Se pelean, se acusan y se denuncian, exhiben unas conductas y unas expresiones, entre absurdas y contradictorias, sin sustancia filosófica.
Quienes conducen los partidos están convencidos de que toda la vida social pasa por sus decisiones, acertadas o desacertadas. En el espacio que está afuera del de la clase política, hay otra realidad o verdad: la de los no alineados, protestatarios, rebeldes con causas —violentos o no— que muchas veces marchan, pintan, gritan, efectúan toda clase de actos para hacer sentir su demandas y necesidades existenciales.
Es evidente que si los partidos políticos no se refundan están perdiendo su esencia, su norte y hasta razón de ser. Es un axioma: en Venezuela los partidos han perdido el privilegio de la acción política, en un contexto en el que están naciendo los movimientos ciudadanos con criterios. Los nuevos actores políticos están montados en un desafío de nuevas consignas, la neopublicidad, la propaganda…
La sociedad decepcionada, crítica y muy informada, tiene en sus manos herramientas para monitorizar y fiscalizar las actividades políticas: la política vigilada. Dada la ausencia de la rendición de cuentas exhaustiva, y la transparencia que un buen sistema democrático requiere, los ciudadanos han pasado a la acción. La tecnología se ha convertido en un instrumento para la movilización social que, de una manera extraordinariamente atractiva y potencialmente muy democrática, permite ejercer un control cívico del poder político.
Los nuevos actores, en los contextos político y sociales, se conectan al análisis complejo de lo socio histórico en Venezuela. Si nos enfocamos en la era post moderna, este tema en su dinámica termina de fraguar gracias a las ideas y acciones de la sociedad civil, como nuevo actor social. Germinó asociada a la crisis de legitimidad de las instituciones desde la década de los años ochenta, y al crecimiento descontrolado del antipartidismo. Lo hizo en la medida en que se reinvidicaba la participación directa de los ciudadanos, perspectivas en parte “concretadas” en su inserción en la nueva Constitución 1999.
En su devenir histórico, las situaciones revelan que los nuevos actores se mueven entre uno y otro campo (político / social), ya que su identidad misma entra en juego al cambiar los parámetros de sus relaciones con sus bases, con otros actores y con las instituciones. Lo hacen al entrar en el complicado y contradictorio juego de la política y el poder.
La dinámica apunta a que el entrelazamiento entre los nuevos actores políticos y sociales será una mixtura para la reacción defensiva y tal vez definitiva frente al avance del proyecto totalizador de Nicolás Maduro, representado estratégicamente en su Asamblea Nacional.
Es irrefutable, Venezuela vive una turbulencia social; el país transita una crisis de crisis. Según las posturas políticas, los nuevos actores en alianza con los viejos actores se han convertido en un muro de contención, incluso, para su proyecto del Estado Comunal o ciudades comunales.
El régimen podrá tener una fecha para sus propuestas, lo que no tiene es pueblo, se quedó sin un significativo capital político y sólo le queda tratar de seguir ganando elecciones en minoría e imponerse a la fuerza en sus sueños de terminar de crear su proto socialismo.
En el análisis también podemos deslizar la variable de internet que se ha convertido, para los estudiosos, en un ecosistema dinámico y fértil para la participación ciudadana. No únicamente porque aporta nuevas posibilidades a las metodologías tradicionales, sino porque genera dinámicas propias a través de sus participantes.
La adopción y adaptación al medio, fruto de su naturaleza, es más relevante para la acción política que se sitúa al margen de la oficialidad, para que esta misma. Si bien la transformación de los partidos políticos en organizaciones tradicionales, en la mayoría de los casos es lenta y, a menudo tosca, los movimientos sociales y los “nuevos o viejos partidos” deben incorporar a su acción, la lógica de la inteligencia de las multitudes.
MARCOS HERNÁNDEZ LÓPEZ | @Hercon44
Sociólogo, docente universitario | PhD Gestión de Procesos | CEO Consultora Estudios de Opinión. TW e IG: @hercon44
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