Por: María Eugenia Fuenmayor
La música, la poesía y demás expresiones culturales han sido históricamente empleadas como poderosas herramientas de propaganda, en especial en manos de los regímenes radicales. La propaganda política ha entendido las artes como un mecanismo de influencia efectivo para penetrar las masas. En esto, Rusia y China han sido campeones indiscutibles, seguidos posteriormente por el Nacional Socialismo alemán, encabezado por Adolf Hitler. A partir de estos casos emblemáticos, hemos podido verificar cómo las andanadas de manipulación por vía de la cultura se han visto replicadas en Latinoamérica, con sus respectivas adaptaciones tropicales, sobre todo en Cuba, cuyo influjo logró penetrar en casi todos, sino todos, los rincones de nuestro continente.
El concepto estratégico es muy simple y efectivo: es casi imposible no estar de acuerdo con los mensajes plagados de promesas y sueños idílicos que constituyen el núcleo de los contenidos de la Nueva Trova cubana, por ejemplo. Contenidos realmente eficientes para crear una oferta de bienestar futuro -¡siempre a futuro!- y provocar sensaciones de trascendencia espiritual y épica cuyas letras inspiradas hacen justificable, tolerable y hasta poético el tiempo presente, aplastante y desolador, resultante de la gestión del Estado. La psicología anestésica de masas ha sido pues una de las ciencias sustanciales en los experimentos de dominación, siempre empeñados en modelar la mente del colectivo a través de contenidos narcóticos que remueven intencionalmente la racionalidad, de la objetividad y del arbitrio individual. Este es el caso de muchas sociedades de antes y de ahora sobre cuya mirada se ha querido poner una espesa venda que impide ver la realidad del «hoy», pero permite visualizar un «después» lejano y siempre en proyecto.
Luego de 60 y pico de años de lírica inflamada y predicados de porvenires gloriosos cantados por trovadores -ellos sí, eximidos y a resguardo de la miseria-, la estrategia pareciera calar otra vez más allá de la desvencijada Cuba, y busca viralizarse de nuevo en tierra firme. El trasnocho ideológico y sus manifestaciones «artísticas» reaparecen en las campañas de Pedro Castillo en Perú o de Petro en Colombia, a pesar de las excesivas evidencias del carácter falsario de este tipo de comunicación, para la cual desafortunadamente la vacuna aún no viene.
«Pequeña serenata diurna»
Vivo en un país libre
Cual solamente puede ser libre
En esta tierra, en este instante
Y soy feliz porque soy gigante.
Silvio Rodríguez (cubano que vive en Cuba)
Esto fue escrito en 1975, cuando miles de cubanos huían en masa de su país. Ya dependían enteramente de los favores de la URSS para subsistir: para ese entonces, esa dependencia soviética, que Silvio Rodríguez llamaba “país libre”, enviaba a miles de cubanos a combatir en África para “contribuir” a crear más dependencias territoriales y humanas para la URSS.
No siempre una mentira dicha mil veces se convierte en hecho sostenible. El uso intensivo de la palabra sin fundamento, la narrativa embustera, generan realidades que se van a revertir.
La comunicación no genera realidades per se. No es posible construir gobiernos, empresas, productos, marcas, causas y líderes sostenibles, si ellos no surgen de la autenticidad del hecho cierto, coherente y consistente con la ética y la civilidad. Podrán ganar un tiempo en detrimento de la verdad, creando artificios semánticos en modo mantra, y sin duda vemos como en ocasiones, es más largo de lo que el sufrimiento y el perjuicio de las mayorías es capaz de soportar en ese dramático trance, en el que se van despertando y descubriendo los intereses que han posicionado al embustero. Pero, aunque corra el riesgo de lucir soñadora, la historia está plagada de casos en los que la verdad pasa factura, ciertamente se toma su tiempo, pero cobra.
«Patria y vida»
No más mentiras
Mi pueblo pide libertad, no más doctrinas
Ya no gritemos patria o muerte sino patria y vida
Y empezar a construir lo que soñamos
Lo que destruyeron con sus manos
Gente de Zona / Yotuel 2021
Hay un despertar que irrumpe frente al manipulador y usando sus mismos mecanismos, les alerta que la fatiga se está esparciendo y la remoción de las vendas, se está dando, incluido en las artes de las que tanto abusaron. Las mismas letras que sedaron a tantos millones, sirven ahora como el café de la mañana, para insuflar la adrenalina necesaria y cantarle al presente.
Y es que en comunicaciones sabemos que el mensaje puede “prestar un tiempo” pero no lo regala, más bien, cobra ¡pasa factura!
MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal
Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. directora ejecutiva de Interalianza Consultores.
Esta web usa cookies.