Por: Gloria Cuenca
Los días de diciembre nos ponen nostálgicos, sin embargo, también abren la esperanza de un porvenir mejor. ¿Cómo no esperar que mejoren las cosas? Eso sería perder la esperanza, que según el dicho, es lo último que se pierde. Sin ilusiones ¿Cómo seguir adelante? Realmente la vida se ha puesto muy dura para todo el planeta, pero —insisto— para los venezolanos es mucho peor, con las dos pandemias que nos acaban. Esto a pesar de la economía del bodegón. Tampoco podemos aceptar el otro dicho: «Tiempos vendrán que serán mejores«… lo dijo un poeta que se murió de hambre. En fin, que tenemos que luchar, confiar y esperar que la situación mejore, pero especialmente debemos tener fe entre otras cosas: que la oposición unida, jamás será vencida.
En mis tiempos de estudiante, siendo presidente de la Federación de Centros Universitarios Américo Martín, la consigna que se aprobó fue luchar y estudiar. Excelente, eso hicimos. Con magníficos resultados, dejó de ser mal visto estudiar.
Posteriormente, en un interesante grupo de mujeres comunicadoras —del que formé parte— surgió otra consigna como producto de la defensa de una joven mujer. Este fue, Luchar y bonchar.
Ocurrió que la casa de esta mujer se quemó con el hijo dentro, mientras ella estaba en una fiesta. Como a Santa Juana de Arco, algunos vecinos pedían que la quemaran viva por haberse atrevido a irse de fiesta, mientras el hijo dormía. Escribí un artículo que se llamó el Derecho de Bonchar. Me despellejaron. Salimos bastante maltrechas de aquel momento y circunstancia, pero ¿qué se hace? Defendíamos la causa de una mujer que fue rodeada por el odio. Impresionante. Así resultan las cosas, para no imitar al inolvidable Oscar Yánez.
Todo esto viene a cuento por cuanto la gente siente la inquietud y formula la pregunta, ¿es válido festejar en medio de tanta tristeza, desolación, sufrimiento? No soy quien para hacer juicios. De lo que si estoy segura es que como humanos que somos y atrapados por las dos pandemias, el espíritu necesita fortaleza, esa nos las da Dios, (a nosotros, los bienaventurados creyentes) la virgen y nuestra fe.
Se sabe, el cuerpo también sufre, y lo peor, la mente esta obnubilada por tantas dificultades, interrogantes, dudas y angustias. Si pasar un rato en familia o con amigos logra sacarnos de ese estado triste y difícil en el que nos encontramos, ¡Bienvenido sea!
Pensemos en lo mejor que tenemos, en quienes están lejos por esta circunstancia, en las cosas buenas que disfrutamos a pesar de todo. No debemos permitir que esas situaciones difíciles acaben con lo que nos queda de esperanza e ilusión. No nos dejemos arrinconar por la falta de dinero, mientras los bodegones están llenos y comprando en dólares. No sabemos cómo, pero, así pasa.
Hace más de 5 décadas fui expulsada de la UCV por rebelde. También Adolfo, QEPD, resultó sancionado. Por fortuna, la democracia y la autonomía triunfaron y nos devolvieron a nuestros puestos, de lo que siempre estaré agradecida y Adolfo, lo agradeció en su momento.
Cuando se acercaba la Navidad, en aquel tiempo de penurias económicas, Dona Luisa, la madre del querido amigo, ya fallecido, Luis Cipriano Rodríguez, dijo: “¿Están juntos, se quieren, tienen salud? ¿Pasarán la Navidad en familia? Si pueden, coman hallacas; si no, sean felices con lo que tienen”.
Nunca un consejo fue más acertado y pertinente. Así lo hicimos y es uno de los mejores tiempos que celebramos con amor y fe. No olvido esas palabras, especialmente, en estas fechas. Hoy las transmito a ustedes: los consecuentes, contradictorios y amables lectores y seguidores. Pensando en esto, creo que nuestra consigna hoy debería ser luchar y confiar. Nos hemos vuelto muy escépticos y no creemos ni en nosotros mismos. La confianza en una, en los demás, en la vida, en el trabajo y en la lucha que se desarrolla requiere de ese apoyo energético para alcanzar el éxito total. Por favor, no lo olviden. ¡Felices fiestas y mucha fe!
GLORIA CUENCA | @editorialgloria
Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela
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