Hipocondría

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Por: Karina Monsalve

Los temores relacionados con la enfermedad son relativamente frecuentes en la población general y más en estos tiempos que estamos perseguidos por un virus que no se ve a simple vista.

La asociación y la intensidad de las preocupaciones sobre el hecho de sufrir una enfermedad junto a un marcado malestar emocional, afectación de la calidad de vida e interferencias en el funcionamiento diario, son algunas características de un posible trastorno hipocondríaco. 

La palabra deriva del griego/ hipocondrio significa: «debajo del cartílago», hace referencia a la zona situada debajo de las costillas falsas. Para los griegos era una afección somática, que afectaba a los órganos abdominales.

Hipocondría es el término hipocrático utilizado para describir un exceso de flema en los hipocondrios. Actualmente, la hipocondría se define por la presencia, durante seis meses o más, de una preocupación generalizada y no delirante, con temor a tener (o la idea de que se tiene) una enfermedad grave basada en la interpretación errónea de los síntomas corporales. Esta preocupación produce un sufrimiento y una disfunción significativa en la propia vida y no puede explicarse por la presencia de otro trastorno psiquiátrico.

La característica central de esta enfermedad es la presencia de síntomas físicos para los que las investigaciones médicas no encuentran una alteración orgánica que pueda explicarlos. De haber afectación orgánica, la expresión del síntoma es groseramente excesiva para lo que cabría esperar de los hallazgos biomédicos. Una de sus características principales es que dichos síntomas no son producidos intencionadamente o fingidos. Las molestias informadas por estos pacientes tienden a ser vagas, variables y generalizadas, siendo el dolor el síntoma más referido, aunque también son muy habituales las quejas acerca del funcionamiento cardiorrespiratorio e intestinal.

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El manejo de estos pacientes para los médicos es complicado, ya que los pacientes afectados se sienten frustrados e insatisfechos con la atención médica recibida y la consideran inútil, sintiendo que los médicos no les prestan la debida atención.

La inexistencia de tratamientos biológicos eficaces provoca una relación médico-paciente frustrante y yatrógena por contribuir a través de algunas actuaciones bien intencionadas, al refuerzo del papel de enfermo por la solicitud de procedimientos diagnósticos y terapéuticos inadecuados, hospitalizaciones innecesarias, ausentismo laboral, etc.

Aportar una explicación simple de los síntomas experimentados (por ejemplo, tensión muscular) y dar reaseguramiento acerca de la ausencia de gravedad de los mismos es una de las estrategias psicoterapéuticas más extendidas de la práctica médica y, probablemente, eficaz para un número elevado de pacientes a la hora de alejar establemente preocupaciones injustificadas por la salud. No obstante, una de las características definitorias de la hipocondría es la ausencia de respuesta al reaseguramiento médico. En cualquier caso sería, precisamente, esa carencia de estudios controlados el argumento más potente contra la refractariedad terapéutica en la medida en que no puede darse por demostrado que los hipocondríacos no respondan al tratamiento.

No es fácil convivir al lado de una persona que la vemos sufrir porque cualquier signo en el cuerpo le puede hacer interpretar rápidamente que puede ser signo de una grave enfermedad. 

Les dejo algunas recomendaciones generales para familiares o amigos cercanos que padezcan de esta enfermedad:

  • Buscar orientación y ayuda psicológica.
  • Evite hablar continuamente del tema, esa información acaba siendo el motor para seguir dándole vueltas al tema y seguir padeciendo.
  • Apoye a la persona de ir a ver un médico y ayúdele a buscar una persona muy competente y que sea un referente para su familiar. Explicándole lo peligroso de hacer un peregrinaje de distintas visitas por diferentes especialistas.

KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve

Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.