Por: Marcos Hernández López
Hoy en día en Venezuela se puede afirmar que los votantes experimentan una parálisis por el cambio de paradigma socio – político, y una desmotivación conectada a la desesperanza que se expresa en la negativa a participar en los procesos electorales. Es significativo apuntar que existen otros factores psicoemocionales que inciden en el momento de votar. La campaña electoral comenzó en medio de una general apatía en un país que transita una interminable crisis económica, política y social. Lo que se llamó el anclaje popular del chavismo se ha debilitado profundamente con el paso de los años.
El gobernante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está enfrentando dificultades para motivar a sus dirigentes comunales, UBCH y promotores del voto en las zonas de bajos estratos sociales D/E. No obstante, con una alta abstención y con sólo mover, con apoyo de su Big Data, lo que les queda de militancia, tendrían suficiente para una cómoda mayoría de gobernadores y alcaldes.
Es vinculante para el análisis: 9 de cada 10 venezolanos piensan que Venezuela está estancada o en retroceso (45,7% en retroceso y 33,5% estancada). Esta percepción de desesperanza se ha ido afianzando con el paso del tiempo. “En 2015 estaba en 67,1%, hoy, en 2021, se mueve en 90%. No obstante, el venezolano tiende a ser optimista respecto al futuro, 7 de cada 10 venezolanos ven el futuro de sus hijos como igual de malo o incluso peor. Es evidente que esta situación refleje la consolidación de la desesperanza.
No está fácil, pero tampoco imposible, vencer la maquinaria del madurismo, más aún cuando utilizan el poder y los recursos del Estado a través del “carnet de la patria”. La revolución apunta en sus estrategias siempre a comprar las conciencias sobre un máximo de 6 millones de votantes, (techo electoral según su tendencia histórica en los diversos procesos electorales) otorgando un bono patriota con recursos económicos del Estado para quienes demuestren su “lealtad revolucionaria” en favor de su proyecto político, según ellos aseguran en sus narrativas, el “mejor gobierno de la historia en Venezuela”. Es decir, votando siempre por la tarjeta que representa Nicolas Maduro.
El voto del madurismo en 2017 apenas logró superar la barrera de los 5,6 millones de votos en las elecciones regionales. Luego, los resultados de las elecciones municipales, sin duda, fueron inflados cuando aseguraron que más de 6 millones de personas había respaldado con sus sufragios a los candidatos del PSUV /GPP. Podemos continuar diciendo: “8 millones de votos” que obtuvo la ilegal e ilegítima Asamblea Constituyente jamás fueron publicados por el CNE.
En el presente análisis es relevante resaltar que los presupuestos teóricos para la construcción de la interpretación de la acción del voto madurista se mueven según el enfoque sociológico en lo siguiente:
El significado más consistente, sólido y homogéneo que tienen los militantes PSUV con relación al voto es: los revolucionarios deben concebir su acción de votar como un deber y compromiso partidista en tres acepciones: sentimientos de obligación, más allá de las motivaciones; compromiso social con su grupo o comunidad; y una responsabilidad pensamiento chavista.
MARCOS HERNÁNDEZ LÓPEZ | @Hercon44
Sociólogo, docente universitario | PhD Gestión de Procesos | CEO Consultora Estudios de Opinión. TW e IG: @hercon44
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