Por: César Mogollón
Pronósticos del FMI avizoran una recesión mundial, el drama sanitario del COVID-19 se extiende al ámbito económico con incertidumbre. La pandemia es una emergencia con tiempo indefinido, por ello, la crisis económica puede seguir prologándose, cercenando las expectativas de una rápida recuperación.
La caída del mercado petrolero retrata la parálisis del mundo, acostumbrado al consumo frenético de bienes y servicios; si nos enfrentamos a una situación excepcional sanitaria en los últimos 100 años, la financiera es igual. Desde los tiempos del crack del 29 o la segunda Guerra Mundial, la recesión no tenía magnitudes tan globalizadas.
Revisar la historia colabora a evitar repetir errores del pasado y también encontrar consejos a eventos similares. Las crisis pertenecen a la civilización, como la búsqueda de sus resoluciones, que han servido de espíritu de muchas sociedades para su grandeza. Las crisis escapan de la eternidad porque el caos no es una forma de convivencia, siempre es un escenario contingente por más alargado que sea.
LEE TAMBIÉN
Encovi 2019-2020: 79,3% de los venezolanos están en pobreza extrema
Grandes inventos, políticas sociales y económicas devinieron de las crisis, por el incentivo creativo de encontrar soluciones. Los sistemas sanitarios públicos se universalizaron luego de la gripe española; a posteriori de la segunda guerra mundial se dio institucionalidad a los derechos humanos y la formación de estados de bienestar; la apertura económica China se origina para acabar décadas de miseria.
Actualmente la economía global se diferencia de siglos anteriores porque la escasez dejó de ser un drama, la producción masiva de bienes en un capitalismo automatizado debería asegurar que la pobreza se reduzca consistentemente, pero ocurre un fenómeno que traba a una distribución equitativa de los recursos y es la desigualdad.
César Mogollón
La desigualdad dispone más que un índice económico, trastoca la vida social mermando la ciudadanía, vivir de la mera subsistencia reduce la participación política y social en la sociedad, en el escenario venezolano lo hemos visto durante los últimos años. A medida que el hambre se ha expandido en nuestra sociedad por la falta de oportunidades, los ciudadanos comunes luchan a diario por la subsistencia mínima, aquella que habilita al cuerpo a seguir sobreviviendo.
LEE TAMBIÉN
Monseñor Azuaje: “Deterioro de la calidad de vida en Venezuela conlleva a más pobreza”
Vivir esta precariedad relega reflexiones del quehacer democrático, permitiendo desafortunadamente que los tenedores del poder puedan gobernar sin restricciones de la contraloría ciudadana, sumando que la clase política se mantenga inmóvil sin riesgo de renovaciones. La redemocratización de Venezuela empieza por la lucha contra la desigualdad, las islas de riqueza en el mar de miseria nacional es un escandaloso acto de la desatención a la mayoría del pueblo, un irrespeto para muchas familias que deciden quedarse en su país.
El Estado de derecho sufre igualmente la desigualdad social porque golpea sus instituciones, minorías económicas y de poder se apropian de la justicia por la magnitud de sus recursos, frente a mayorías sociales limitados de supervisar la ley. La corrupción se legaliza con la fortuna de los privilegios y el calvario de los pobres que se ven desnudos de derechos.
Es una urgencia combatir esta calamidad de pobreza que vive la nación de dimensiones humanitarias. Sin pretensiones de victimizar a la gente o practicar el populismo del hambre, la propuesta de acuerdo nacional para la reconstrucción de Venezuela debe estar en políticas de intervención social que haga efectivo el restablecimiento de los derechos políticos a plenitud. La libertad de Venezuela tiene sinónimo de Igualdad.
CÉSAR MOGOLLÓN | @CESARMOGOLLONG
Dirigente político del Movimiento Político Nacional Alianza Centro.
El Pitazo no se hace responsable ni suscribe las opiniones expresadas en este artículo.
Esta web usa cookies.