Por: Carlos Hermoso
Interesante este asunto de las criptomonedas. En particular lo referido al bitcoin. Su precio ha superado 27 mil dólares al escribir esto. En medio de fluctuaciones, tiende a colocarse por encima de esa cifra, en la medida en que se debilitan el dólar y otras monedas. Lo que incrementa la presión de demanda sobre los valores reales como los metales preciosos y las criptomonedas.
Es que las criptomonedas son tan sólidas como el oro. Son resultado del trabajo humano. El proceso de producción de las criptomonedas supone medios de producción cada vez más avanzados. Tanto se han consolidado las criptomonedas que su precio se coloca por encima de su valor, con base en la fuerza de la demanda.
Ahora, bien, en torno de las criptomonedas subyace el debate acerca de las teorías del dinero. Si guardan valor en tanto se produce confianza en su entorno o si tienen valor porque son frutos del trabajo.
La idea según la cual “una expresión dineraria se consolida en la medida en que crea confianza” resume la teoría subjetiva. Idealista por demás. Es que la teoría de la confianza y del riesgo es básica para la justificación del capitalismo, pues busca esconder lo esencial de la forma mercantil (el valor es fruto del trabajo humano) y desviar la atención al convertir la mercancía en un fetiche con vida propia.
Pero no es la confianza lo que les brinda valor a las criptomonedas, ni a ninguna mercancía. Su valor de uso se realiza de manera clara. Sirve para atesorar, para el cambio, para la capitalización. Como unidad de cuenta. Es dinero mundial. Por lo que tiende a convertirse en reserva internacional. Son varios los países en los que se discute si es válido nutrir sus reservas internacionales con las criptomonedas en general y, en particular, con el BTC. Ya algunos han reconocido al BTC, al menos, como activo o como dinero.
Carlos Hermoso
Otros activos electrónicos buscan presentarse como criptomonedas. Es el caso del proyecto del “dólar digital”. Que sería un instrumento similar al dólar de papel, pero en el mundo virtual. Se podrían comprar desde cualquier parte del mundo e intercambiar por billetes. Lo emitiría la Reserva Federal y no las plataformas que transan criptomonedas. No es propiamente una criptomoneda. En efecto, sería dinero fiat, pero electrónico. También el petro chavista anda en ese rango, aunque no es siquiera dinero fiat. Es un título.
En cualquier caso, las criptomonedas gozan de una utilidad diversa. A esto se suma que significa un menor costo de transacción a las realizadas mediante el sistema bancario. Asimismo, las transacciones en criptomonedas son seguras y vienen afianzando su eficacia, complaciendo a quienes buscan confianza para darle valor.
Las criptomonedas se han consolidado como riqueza y refugio de valor por su solidez en tanto mercancía-dinero. Por servir como equivalente universal. Lo que explica que opera tanto como el oro para preservar riquezas expresadas en signos monetarios diversos. Las criptomonedas llegaron para quedarse. Seguramente su extinción se dará en paralelo con la superación de la forma mercantil.
El desarrollo de las criptomonedas ha diversificado tanto su existencia como los servicios que se prestan en ese mundo de las transacciones entre ellas: de las cripto con otras expresiones de dinero (distintos signos monetarios), y con los metales preciosos, entre otros. También, claro está, para la adquisición de bienes y servicios.
Ello ha conducido a la aparición de nuevas criptomonedas que se sustentan en plataformas a partir de las cuales se crean procesos de trabajo en torno del servicio que se crea, lo que le da valor a la moneda en cuestión. En cualquier caso, como toda mercancía, goza de trabajo humano. Las máquinas con las que se producen son el resultado del trabajo de los hombres. Se convierten en trabajo pasado, medios de producción, instrumentos de trabajo.
Sumarlas al trabajo de los hombres, en este particular proceso de producción, es lo que les da valor a las criptomonedas. Los BTC en circulación superan los 18 millones de unidades. En total se emitirán 21 millones. El porcentaje de BTC minados supera 87% del total. Faltan por minar más de dos millones y medio.
Los primeros BTC fueron drenados a distintos usuarios vinculados a la criptografía. En marzo de 2010, el usuario “SmokeTooMuch” subastó 10.000 BTC por 50 dólares, y no concurrió comprador alguno. El 25 de abril de 2010, BitcoinMarket.com, la primera casa de intercambio, los vende a 0,003 por dólar. A partir de allí, su precio se va incrementando hasta llegar al precio de hoy, sustentado el proceso en el aumento de la dificultad para extraer un bloque, los halving y la presión de demanda que se va produciendo en la medida en que se hace valer su utilidad.
El costo de producción del bitcoin va adquiriendo saltos en cada halving que han sido programados desde su creación. El 11 de mayo de 2020, la recompensa para los mineros de bitcoin sufrió el nuevo halving. Esto es, la recompensa se redujo a 6,25 BTC por bloque, lo que representa una disminución de 50%. Esto pasa, grosso modo, cada 3 y medio a 4 años, después de que 210.000 bloques sean minados.
Cuando BTC apareció por primera vez en 2009, la recompensa para los mineros era de 50 BTC. En 2012 fue reducida a la mitad, 25 BTC, y en 2017 a 12,5 BTC. Habrá que esperar hasta 2140 para la producción del último BTC.
Estos datos nos ubican en una característica particular del BTC, en relación con el resto de mercancías. Su costo de producción se va incrementando con cada halving y con cada grado de complejidad que alcanza el algoritmo a resolver. Muy a pesar del desarrollo constante de la composición de capitales para su producción.
Como sucede en la producción de cualquier mercancía industrial, la producción de BTC está sujeta a las leyes de la competencia.
Para mantenerse en la palestra de la competición, en la producción de bienes convencionales, se debe incrementar la composición de los capitales mediante la incorporación de tecnologías cada vez más avanzadas. Lo que conduce a que el valor de las mercancías tienda a descender. Lo que las hace más baratas y de mejor calidad. En cambio, en la producción de BTC, a la inversa, el costo de producción tiende a ser mayor en cada halving. Para competir se eleva la composición, pero el valor del producto es mayor porque el tiempo de trabajo socialmente necesario, lejos de reducirse, aumenta sensiblemente. Contrario a la producción en la industria, se reduce la producción, aun con mayor composición de capitales.
Carlos Hermoso
Son pocos los mineros que logran hacerse competitivos. Solamente lo logran quienes contaron con el capital para equiparse con máquinas que cuentan con nuevas tecnologías, a propósito del halving de mayo del presente año. Alcanzado el precio de los últimos días, el beneficio es importante y superan la baja que supuso el halving en cuestión. El precio, como era de esperarse, se colocó muy por encima de su valor.
Los primeros BTC se producían desde cualquier computador. Desde un ordenador casero, pues. Pero, en cada halving, ha habido un incremento del costo, a su vez, en la medida en que se producen los BTC en menos de diez minutos, se va incrementando la complejidad del algoritmo o problema a descubrir. La dificultad -esto es, “una unidad de medida en el proceso de minería en criptomonedas, haciendo referencia a cómo de difícil es encontrar el hash del bloque”- se incrementa. Si los nuevos bloques se generaran en menos de 10 minutos de media durante 2016 bloques, bitcoin se reajustaría automáticamente para aumentar la dificultad. Con la incorporación de máquinas especializadas para la minería tales como ASIC, un ordenador especializado para tales efectos, la potencia de cómputo de cada uno de estos sistemas es mucho mayor. A lo que se suma la tendencia a la centralización de capitales que se expresa en granjas cada vez más grandes. O bien en la creación de pools que unen a muchos productores individuales, lo que también incrementa la potencia de cómputo.
Por ello la tendencia dominante es al incremento en complejidad o dificultad, dada la propensión a la centralización y la incorporación de nuevas tecnologías con mayor potencia. Aunque lo contrario ocurriría en caso de que la media en esos 2016 bloques subiese más de 10 minutos.
Entretanto, en la producción de oro y de piedras preciosas, el costo de producción tiende a ser relativamente constante, por lo pronto. De igual manera sucede en la relación entre el capital constante, o sea medios de producción, y el uso de la fuerza de trabajo. Esto es, no hay mayor incremento en la composición de los capitales. De allí que el valor de estas mercancías se mantenga relativamente estable.
En la industria en general, por el contrario, el incremento de la composición de capitales es una constante. Es el mecanismo fundamental para entrar en la competencia. Así, en la medida en que se incrementa la composición de capitales, el valor de las mercancías se hace menor. Eso hace más competitiva una mercancía, una empresa, o un sector de la economía de un país en relación con el similar de otro.
En la industria de criptomonedas la cuestión es a la inversa. Al menos en la producción de BTC. Se incrementa la composición de capitales y sucede igual en el valor del producto. El BTC aumenta su valor. Tiende, por tanto, a aumentar su precio si partimos de la consideración de que el precio es el reflejo del valor de toda mercancía.
A su vez, las criptomonedas también están sujetas a las leyes del capital. La centralización también opera en las criptomonedas. Se dice que su creador, Satoshi Nakamoto, es el mayor tenedor. De allí que hayan aparecido figuras metafóricas que reflejan esta tendencia, a saber: las ballenas, los osos y los toros. Permiten manipular el precio con base en el relativo control de la oferta y demanda en torno de ellas. A momentos, la lucha entre los osos y los toros se agudiza. Mientras, las ballenas se encuentran a la expectativa, que en cualquier momento puede transmutarse.
Otro aspecto que viene incidiendo en el precio de las criptomonedas es la pérdida de poder adquisitivo del dólar. Es que la emisión de dinero sin respaldo en oro y el crecimiento de su PIB hacen que la moneda estadounidense pierda poder de compra. Mientras, el BTC ha adquirido mayor valor en la medida en que el tiempo de trabajo se incrementa.
En definitiva, el precio del BTC tiende a subir por el mayor valor que va adquiriendo y por la pérdida de poder adquisitivo del dólar.
Ciertamente las criptomonedas pueden servir para el lavado de dinero, pero no tanto como lo hace el sistema bancario. Y es que resulta difícil sustituir los negocios bancarios en la materia. El ataque a las criptomonedas desde el sector bancario obedece a esa doble moral, que lo lleva a mostrar preocupación en relación con la tesis de que los criptoactivos sean un medio para lavar dinero, para que sean combatidos y hegemonizar de manera absoluta el negocio.
Ubiquemos que el lavado de dinero representaba, para 2017, hasta 5% del PIB mundial, o sea, alrededor de 2 billones de dólares cada año, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. En Estados Unidos, se calcula que el lavado de dinero, cada año, mueve unos 500 mil millones de dólares.
Ahora, bien, según Business Insider, para 2019 todas las monedas virtuales existentes valen 0,59% del dinero físico del mundo. Mientras, según la misma fuente, el valor del oro de todo el mundo es 70 veces más que el de bitcoin. Por su parte, el mercado de las criptomonedas se calcula que posee una capitalización de entre 170 y 250 mil millones de dólares, según CoinmarketCap. Además, la capitalización total del mercado de Amazon es 858.000 millones de dólares mayor que BTC. El valor de las criptomonedas representa apenas 0,30% del correspondiente a las bolsas de valores de todos los países.
Por ello resulta una tontería pensar que el lavado de dinero se haya desplazado en términos significativos a las criptomonedas.
Carlos Hermoso
Sin embargo, algo se va en lavado con las criptomonedas. Lo que se refleja en el descenso de la confiscación en efectivo. Así: “En 2016, las autoridades estadounidenses informaron de más de 2.800 incidentes de confiscación de efectivo a granel por temas de narcotráfico por un total de más de 336 millones de dólares. Esto significó un descenso de 27% con respecto a los 464,2 millones de dólares del año anterior en decomisos de efectivo informado. Tendencia que se inicia en 2010, a un año de la aparición del BTC”.
Y es que el uso de las criptomonedas para los fines de lavado cuenta con el aliciente de que la transacción no está vinculada a la identidad de una persona y depende de una clave privada de alguna cuenta de este sistema.
En medio de ésta y otras controversias que ya resultan bizantinas, las criptomonedas se van abriendo paso en la economía mundial. Inauguran una tendencia indetenible que va escribiendo una página en la historia económica que será tan ineluctable como las escritas por el papel moneda, que también hubo de sufrir ese período de desconfianza. Aunque hay una diferencia sustancial: la criptomoneda es dinero real, físico. El papel moneda es una representación apenas.
Así, gozan de muy buenas perspectivas las criptomonedas. Se ampliará ese mercado hasta desplazar buena parte del actual sistema bancario. El capitalismo seguramente encontrará los mecanismos idóneos para someterlo a su arbitrio para que las leyes mercantiles, de la concentración y centralización de los capitales y la producción cuenten con sus servicios cada vez más eficaces.
Para nada suponen libertad alguna. Las relaciones de producción y circulación siguen estando basadas en la explotación de unos hombres por otros. Las criptomonedas afianzan esas relaciones. Nutren el fetichismo universal del dinero. No brillan como el oro, pero igual encandilan.
CARLOS HERMOSO CONDE | @HermosoCarlosD
Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.
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