¿Ayudará la economía a la dictadura en tiempos electorales?

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Por: Carlos Hermoso

Los efectos políticos de la economía pueden poner en peligro la opción de una estrategia rebelde para salir de la dictadura. Tratar esta relación requiere establecer las determinaciones que en ella influyen, especialmente las condiciones objetivas que se viven. Esto, a su vez, refuerza la urgencia de que la oposición se haga de una estrategia eficaz hasta ahora indefinida.

Para ello se requiere el mayor rigor a la hora de analizar la economía, es decir, partir de la perspectiva de la ciencia económica. Es lo que permitirá contar con capacidad predictiva para el diseño de políticas que se correspondan con las conclusiones a las que se lleguen sobre el tema. Ya antes hemos indicado que hay indicios que apuntan en la dirección de una recuperación económica. Un tanto tenue, pero, al menos, hay claros signos de reanimación. Aun sin contar con estadísticas confiables, es dable una recuperación luego de más de un lustro, casi una década, de destrucción de un buen porcentaje del producto interno bruto (PIB).

Muchas de las aproximaciones cuantitativas dadas a conocer se producen con base en especulaciones sin el sustento teórico de rigor que merece este tipo de análisis. Otras se realizan a partir de ideas subjetivas que poco aportan. Más riguroso resulta el estudio en profundidad de las tendencias.


El equivalente universal llamado “dólar” y la economía

En las relaciones sociales de producción, en cualquier momento de su desarrollo, las esferas de la producción y de la circulación se diferencian, pero a la vez suponen el mismo hecho. Toda producción supone consumo. Y el consumo presume producción. Para que haya producción debe haber distribución y cambios. Luego, la producción debe ser analizada estableciendo sus determinaciones y sus relaciones dialécticas. La realización del método abstracto-concreto permite ir de lo particular a lo general y de allí a lo particular. Lo particular, en este caso, es el dólar, a partir de lo cual podemos analizar las determinaciones de su oferta y su precio. Esto es, las incidencias que sobre él tienen la producción, su escala y, a su vez, los vaivenes en su precio como resultado de su oferta y la inflación. Ello nos lleva a conclusiones respecto de cuestiones también generales de la economía.

El análisis en torno del comportamiento del dólar nos puede permitir llegar a conclusiones generales. Podemos partir del dato objetivo que brinda su comportamiento, lo que resulta de una gran importancia para el análisis de la realidad. Es que el dólar, en general el dinero, es una de las expresiones fundamentales de las relaciones sociales de producción basadas en la valorización de la plusvalía. En el caso venezolano, por las circunstancias a las que han llevado el bolívar, es el equivalente que permite las transacciones con base en la relación valor y precio. Claro, en medio de las fluctuaciones provenientes de las fuerzas de la oferta y la demanda. La dolarización informal, pero plena, de la economía ha tenido este resultado.

No se trata de un ejercicio de inducción, sino de inferencias a partir del análisis dialéctico del dato objetivo que manejamos y cuyo comportamiento lo establece el mercado y la representación de las riquezas que supone. Analizar el dólar de manera concreta así lo permite.

El economista que se basa en un análisis subjetivo parte de la consideración de que el comportamiento del tipo de cambio liberalizado conduce a una caída de la inflación. Pero la cuestión es a la inversa. Como resultado de la caída de la inflación, el tipo de cambio liberalizado tiende a estabilizarse. Unido, por supuesto, al incremento de la circulación de dólares. El economista subjetivo afirma, además, que es algo estacional. Una altisonante perla de Perogrullo que nada dice, toda vez que el fenómeno inflacionario no es un asunto contingente. Es una tendencia general del capitalismo, más acentuada en los países coloniales y semicoloniales, como resultado de las relaciones de dependencia que conducen a relaciones de intercambio favorables a las naciones desarrolladas. Eso determina el debilitamiento de los signos monetarios de los países débiles, siempre con balanzas de pago deficitarias, como circunstancia dominante.

Partimos del presupuesto de que la masa de dólares en circulación no es el resultado de la acción del Banco Central de Venezuela (BCV) en esa dirección, salvo las medidas que ha tomado para liberalizar su mercado. Es que son tan bajas las reservas operativas que difícilmente el ente emisor, al incrementar su oferta, pueda incidir en el comportamiento del precio de las divisas. A lo sumo, el eventual otorgamiento de los derechos especiales de giro (DEG) por parte del Fondo Monetario Internacional elevaría en términos reales las reservas internacionales a más de 11 millardos de dólares. Mientras, apenas si están reflejados en las estadísticas del BCV. Hay quienes afirman que forma parte de las negociaciones en México, lo que podría hacer efectivo ese monto y comenzar a incidir en el circulante de divisas. La explicación de esa masa circulante de dólares está en otro lugar.

Son varios los meses de este año en los cuales la inflación se ubica en un dígito. De igual manera son varios en los que se ha presentado la tendencia a la estabilización del precio del dólar. Circunstancia natural, toda vez que, siendo el dólar una mercancía, al caer la inflación eso se refleja también en el precio de la divisa.

Contando con este dato cuantitativo en torno del equivalente que se usa en la economía venezolana para transar y calcular la riqueza, podemos inferir el comportamiento de otras determinaciones en la esfera de la producción y la circulación. Siendo el dólar ese equivalente, a su vez es la mercancía que, como toda expresión dineraria, goza de una demanda concreta, sujeta a los requerimientos en la economía, no solo para transar sino también para invertir y para preservar la riqueza.

Es una mercancía. Cuenta con especificidades propias de su condición. Más en el caso de Venezuela, donde sobre el dólar hay más presión de demanda en relación con otras economías. De allí que se suma un mayor apremio que, en tendencia, hace oscilar al alza su precio en el mercado. La relativa estabilidad de su precio en los últimos días obedece, en primer lugar, a que la inflación ha disminuido. De otra parte, este comportamiento se debe a que ha habido crecimiento económico, por muy poco que sea, que incide en que se obtengan más dólares en las transacciones internacionales por diversos productos de exportación, más allá del petróleo. Más dólares circulando tienden a anular la presión de demanda.

Todo esto implica que ha habido crecimiento económico. A ello se suma que, pese al incremento de la liquidez monetaria, no haya habido una inflación como la que se venía produciendo. Hay quienes calculan el crecimiento para el presente año en 4 %, aunque pudiese ser mayor a esta cifra. Se calcula que 80 % del PIB de 2013 fue destruido. Luego, no es una gran proeza que haya una leve recuperación en una economía como la venezolana, que cuenta con inconmensurables recursos mineros, petroleros, pesqueros, de suelos cultivables, entre otros.

De igual manera, ha de haberse producido un incremento en la tenencia de oro y otros metales preciosos, que, a fin de cuentas, es parte de la riqueza que se expresa en el papel moneda o en el dinero electrónico. El mayor volumen sale de la economía interna a otras latitudes. Pero algo queda. Es notoria la dinamización del mercado de oro y otros metales.

Agreguemos que la emisión de dinero inorgánico ha disminuido en términos relativos. Después de un largo período en el cual se eliminó el salario de los empleados públicos y se redujo el presupuesto de gastos en servicios públicos —para hacer ahorros y así honrar la deuda del Estado—, decidieron que es la hora de cambiar la estrategia. Al haber más recursos para cancelar deuda, comienzan a aparecer tibios incrementos salariales y aumento de gastos para la inversión en servicios. De allí que la brecha fiscal tienda a disminuir.

Se ha producido un incremento en el salario en varios sectores de la economía. En el sector servicios, manufacturas, entre otros, ha habido cierta recuperación del salario. Los trabajadores improductivos, del sector de trabajadores por cuenta propia, mantienen la mayor elevación en sus ingresos. Una trabajadora doméstica puede percibir hasta más de 100 dólares trabajando en las casas de familias que pueden pagar hasta más de 10 dólares por un día de esta labor doméstica. Empleados públicos también han contado con incrementos salariales. En educación, en general, ha habido aumentos de significación, porcentualmente hablando, aunque eso no represente mayor aumento en términos absolutos. Pasar de percibir 4 dólares al mes, para referirnos al caso del magisterio, a 50 supone un aumento de más de 1.000 por ciento. Sin embargo, un salario de 50 dólares para cualquier trabajador alcanza para muy poco.

Son varias las tendencias que apuntalan esos incrementos. La más general de todas, sin dudas, es la acción de la ley del valor. La fuerza de trabajo es una mercancía cuyo valor de cambio lo determina el precio del conjunto de bienes que requiere el trabajador y su familia para reproducirse en condiciones mínimas. Asunto concreto que se expresa en cada economía y circunstancia histórica. De allí que los empresarios han aumentado el ingreso de los obreros y trabajadores de sus empresas. Es que, sin suficientes alimentos, medios para el transporte, entre otros bienes y servicios, no pueden rendir los trabajadores. El mínimo al que llevó la política de la dictadura no era soportable, ni por los obreros ni por los empresarios, quienes se vieron forzados a aumentar los salarios. No por encima del mínimo que aconsejan Smith y Ricardo, pero suficiente como para que puedan sobrevivir. No hay atisbos de benevolencia. Nada distinto de lo que acontecía durante la esclavitud.

Esta circunstancia económica, crecimiento mas no desarrollo, ayuda al chavismo. Para nada supone la superación de la crisis y menos los nexos de la dependencia que la originan. Lo alcanzado se puede derrumbar en días de no mantenerse algo de rigidez en la emisión de dinero inorgánico y de frenar la concentración de capitales que apuntale el crecimiento. Mientras, el solo hecho de que haya bajado la inflación —pues pareciera que estamos saliendo de la hiperinflación— hace que disminuya la presión de la gente. Además, hay más oferta de bienes y servicios. Un relativo crecimiento económico incrementa la oferta. Igual se debe haber producido un incremento en la importación de bienes, entre los que destacan los medios de producción.

La ofensiva política del chavismo en estos tiempos electorales podría ser apuntalada, precisamente, a partir de estas nuevas circunstancias. Buscará crear nuevas esperanzas adelantando una avanzada con más migajas que las brindadas en los últimos años. Aunque la rabia acumulada formará una coraza en la cual rebotarán estos proyectiles demagógicos.

CARLOS HERMOSO CONDE | @HermosoCarlosD

Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.