Por: Nehomaris Sucre
La Armada Venezolana navega hoy hacia su propia destrucción. Atrás quedaron los años del acero naval sin abolladuras, comandantes expertos y tripulaciones orgullosas de su trabajo. En este artículo les hablaré de los principales hechos que marcan el desmantelamiento operativo del componente responsable de custodiar nuestros mares.
Las fragatas de clase Lupo, construidas por la empresa Cantieri Navali Riuniti, son buques de guerra multipropósito. Es decir, que pueden desempeñarse en misiones de guerra naval, pero también son útiles como buques de apoyo en otro tipo de actividades.
Su diseño respondió a la necesidad de la Marina italiana de contrarrestar el aumento de la presencia naval soviética en aguas del Mediterráneo durante la Guerra Fría. Por mucho tiempo estas fragatas estuvieron entre las más veloces del mundo.
La Mariscal Sucre (F-21) fue la primera de las 6 fragatas de esta clase que llegó a Venezuela. Entró en servicio el 19 de octubre de 1979 y le siguieron las embarcaciones: Almirante Brión (F-22), General Urdaneta (F-23), General Soublette (F-24), General Salom (F-25) y Almirante García (F-26). Tal como lo reseña Rocío San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano, de estas 6 fragatas 5 están inoperativas.
Para “modernizar” la flota y compensar los problemas de operatividad que venían presentando las fragatas de clase Lupo, entre 2011 y 2012 el Gobierno venezolano puso en servicio 4 buques clase Guaquerí de fabricación española.
En 2012, tras apenas un año en servicio, el patrullero de combate de esta clase, Warao PC-22, colisionó contra un arrecife frente a Fortaleza, Brasil, donde participaría en el ejercicio conjunto VenBras-2012 con la Armada de ese país.
En 2013 este barco fue trasladado al astillero naval de Río de Janeiro. Posteriormente, en el año 2016, tal como lo indica el sitio web Infodefensa, fueron aprobados por Nicolás Maduro 6.000.000 de dólares para la desmovilización y traslado a Venezuela del PC-22.
Otro hecho lamentable fue la explosión que se generó en el Patrullero Oceánico Guaiquerí PO-21, en 2016. Presuntamente el suceso se debió al disparo accidental de un cañón. El evento terminó con el saldo de una persona fallecida y cuatro con heridas graves.
El deficiente apresto operacional de la Armada venezolana quedó en evidencia de nuevo en marzo de 2020. Para esa fecha, el buque de vigilancia Litoral Naiguatá GC-23 se hundió después de colisionar con el crucero de bandera portuguesa Resolute. Ocurrió en medio una situación tensa entre ambos barcos.
Según Columbia Cruise Services Ltd., empresa alemana propietaria del crucero, la Armada de Venezuela causó el accidente al chocar de forma intencional con el buque para tratar de modificar el rumbo de este y dirigirlo hacia aguas venezolanas. El Resolute tiene un casco muy resistente, apto para cruzar la Antártida, lo que hizo que el GC-23 se hundiera.
Ante esto, el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López dijo que ese acontecimiento fue un «acto de agresión imperial» y de piratería.
Venezuela cuenta con dos submarinos, el Sábalo (S-31) y el Caribe (S-32), ambos de fabricación alemana y con más de 45 años de antigüedad.
El Caribe desde 2004 está varado. En el año 2015 Diques y Astilleros Nacionales C.A. (Dianca) firmó junto a la empresa Navaltech y la Armada Venezolana un acta para iniciar la repotenciación de este submarino. Según el Capitán de Navío Edgar Sánchez, quien para el momento era jefe del proyecto, en 2017 entregarían la unidad totalmente operativa, sin embargo, en el presente el S-32 sigue fuera de servicio.
Respecto al Sábalo S-31, no existen fotografías recientes de la unidad en el agua, por lo que no es seguro que se encuentre operativo.
La situación actual sugiere que la Armada Venezolana se encuentra en un estado de dudoso apresto operacional. Situación marcada por hundimientos, encalladuras, accidentes con armamento y reparaciones interminables.
Aunque el ministro de la Defensa Vladimir Padrino asegura que para el 2023 en el marco del bicentenario de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y aniversario de la Armada venezolana, este componente estará en mejores condiciones, lo cierto es que en medio de una crisis económica como la que vive el país es poco probable que a mediano plazo esto suceda.
Adicionalmente, Venezuela cuenta con pocos aliados en la región, por lo que se dificulta que realice entrenamientos conjuntos con las marinas de guerra de otros países latinoamericanos y caribeños, salvo Cuba y Nicaragua cuyo poderío naval es realmente insignificante.
NEHOMARIS SUCRE | @Neho_Escribe
Politóloga y militar retirada.
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