“Hay mil maneras de morir
Que te parta un rayo
Volando un papagayo
O por qué cruzas la calle sin mirar
Matan estudiantes y hasta gobernantes
Solamente porque dicen la verdad
Mueres en la guerra al defender tu tierra
O si cruzas ilegal por la frontera”
Servando Primera
Solo necesitamos estar vivos para tener la opción de morir. Pero en la sociedad moderna, la humanidad ha logrado aumentar la esperanza de vida. Pasamos de 15 años en el periodo neolítico a 28 años en la antigua Roma; de 31 años en la edad media a 55 años en el siglo XIX y de 69 años hasta el 2008 a 73 años en la actualidad. El incremento de la esperanza de vida y su estabilidad está relacionado con el acceso a la salud, planes de vacunación y condiciones de vida óptimas, de manera que los países desarrollados siempre han tenido la esperanza de vida más elevada y los subdesarrollados, las más bajas. En 2020, la pandemia por Covid-19 afectó considerablemente los sistemas sanitarios y también los niveles de esperanza de vida, como suele suceder con los desastres naturales y las guerras.
En Venezuela el deterioro tiene un recorrido más largo que el del Covid-19 en nuestras vidas. Y particularmente en el caso de los NNA la cuestión es muy lamentable, porque las muertes prevenibles son cada vez más numerosas y son una muestra clara de la ausencia de políticas públicas y del deterioro de las estructuras del Estado para la atención de la población.
A 21 años de vigencia de la Lopnna, hoy los NNA están más vulnerables, son víctimas de las más atroces formas de violencia. Nos hemos alarmado con las muertes totalmente prevenibles de los NNA del JM de los Ríos, pero somos testigos de las más diversas formas de morir, algunas comunes y otras inimaginables. La mayoría de ellas, son responsabilidad del Estado. El mismo que debe garantizar protección integral y que debe gobernar con base en el principio de prioridad absoluta. La ausencia de una política pública nacional para la infancia y la adolescencia, la falta de inversión y la falta de disposición política para protegerles, son las razones que convierten a la Lopnna en un papel sin validez y la vida de los NNA en una constante lucha para sobrevivir.
Mueren por salud: Por el deterioro inaceptable del sistema de salud que se fue privatizando al exigir a familiares disponer de medicinas y material médico para poder brindar atención. Por la insalubridad y la migración forzada colapsaron los centros de salud. Por la ausencia de tratamientos médicos que deben ser gratuitos y disponibles para condiciones como la hemofilia, el VIH o la epilepsia. Frente a la crisis sanitaria el gobierno define en alianza con las aseguradoras que la hospitalización por Covid-19 solo puede durar 14 días, como si una persona pudiera controlar cuánto tiempo le dura el Covid-19 en el cuerpo, más cuando Venezuela es de los países que aún no ha iniciado una vacunación masiva. Todas estas situaciones se traducen en factores de riesgo para los NNA de Venezuela y muchos ya han perdido la vida.
Mueren por la delincuencia: El incremento de la violencia social y la proliferación de armas de fuego afectan la estabilidad social, la seguridad ciudadana no está garantizada y la delincuencia mata sin freno a la población, 1120 NNA murieron por esta causa en 2019.
Mueren por la acción policial y militar: Las Faes mata a los adolescentes en sus operativos de exterminio y asesinato. Pero también mueren en manos de otros cuerpos policiales. En 2020 según el Observatorio Venezolano de Violencia murieron 82 NNA por resistirse a la autoridad, de los cuales 3 tenían menos de 12 años. Murieron en protestas de calle desde 2013 hasta ahora, al menos 22 adolescentes.
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Por explosión de bombonas de gas: La explosión de una bombona de gas puede ser un accidente, pero cuando las explosiones son repetidas, ya no podemos hablar de accidentes. Y cuando explotan a la vez decenas de bombonas ocasionando igualmente decenas de heridos y muertos, estamos frente a un problema de gestión y de mantenimiento. La desinversión, la desprofesionalización de la empresa responsable, la mala distribución y poco acceso que hay para obtener el gas ocasionan hechos lamentables. El gas es de necesidad vital para la alimentación de las familias, su ausencia ha llevado a la búsqueda de alternativas que son muy riesgosas para la salud como cocinar a leña, resultando los NNA quemados o afectados en sus vías respiratorias.
Por intoxicación: La falta de alimento o de condiciones para poder acceder a ellos ha generado la ingesta de alimentos que producen intoxicación como la yuca amarga que le ha quitado la vida a varios NNA en distintas zonas del país, pero también se han documentado intoxicación por alimentos traídos de otros países o por consumo de sustancias desconocidas. En una sociedad con seguridad alimentaria, estos hechos serían ínfimos. Aquí sucede de manera constante porque la gente pasa hambre.
En Venezuela los NNA pueden morir por suicidio asociado a múltiples problemas sociales, emocionales que se relacionan casi siempre con fallas estructurales para garantizar calidad de vida. Por violencia familiar, agresiones físicas, quemaduras, ahogamientos, etc. Por feminicidio, las niñas y las adolescentes asesinadas por hombres de sus familias o ajenos a esta, en su mayoría fueron víctimas de abusos sexuales.
Por electrocución mientras juegan a volar papagayos o se montaban en un árbol a buscar sus frutos. Por naufragio o por accidentes en las fronteras al huir de su país que no ofrece alternativas, en la búsqueda de una vida más digna, se quedan sin ella en el intento.
La muerte se nos hace cotidiana frente a un Estado que guarda silencio, que dice no tener recursos pero que ostenta un enorme gasto militar, gasta en lo que no es imprescindible, que roba y deja robar para sustento y enriquecimiento individual y no invierte en los NNA. Aunque en la vida, una de las cosas más seguras es la muerte, el avance científico tecnológico y su aplicación a la medicina debería garantizar que vivamos hasta viejitos.
Al ser así es realmente injusto que los NNA tengan que morir por razones que el Estado está en obligación de prevenir, es doloroso para las familias y para la sociedad en general y nos indica la vulnerabilidad a la que estamos sometidos como pueblo por la acción de quienes gobiernan.
Cuando nos encontramos en situaciones como las actuales, agarrándonos de los pocos vestigios de democracia con los que contamos, aunque sea riesgoso su uso, debemos exigir de todas las formas posibles la atención estricta de lo dispuesto en la legislación. Esa ley que alcanza los 21 años y que no es asumida como obligatoria por el Gobierno, debe seguir siendo nuestra carta de protección para proteger a la infancia y recordarle a los que están en el poder y a la sociedad entera, que los NNA tienen derechos, que deben ser prioridad y que solo así podremos tener futuro.
Es hoy cuando debemos protegerles, es hoy que deben ser prioridad, es hoy cuando debemos evitar que mueran, luego será tarde.
ANGEYEIMAR GIL | @angeyeimar_gil
Docente de la Escuela de Trabajo Social de la UCV. Trabaja como investigadora en la Red por los Derechos Humanos de los Niños, Niñas y Adolescentes (Redhnna)
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