Por: Carlos Hermoso
El 25 de diciembre de este año la UCV cumplirá tres centurias. En esa fecha de 1721 nace esta casa de estudios superiores con el nombre de Universidad Real de Caracas. Desde 1784 a la fecha, goza de una autonomía que se ha sostenido a duras penas, con intervalos de cercenamiento producto de las tiranías de cada momento.
En esta fecha aniversario, la UCV vive uno de los momentos más oscuros de las últimas décadas. Asediada por la dictadura, ve sufrir el deterioro material de sus estructuras y de la comunidad toda. Además del empobrecimiento inaudito de sus estudiantes, profesores y personal de servicios, el espíritu y la academia se encuentran en correspondencia con esta debacle.
La universidad muere de mengua. Debemos salvarla. Urge su rescate en cuanto a condiciones objetivas y subjetivas.
Su autonomía siempre ha estado reñida con los intereses del poder y hoy está muy disminuida. De ser fuente para el desarrollo y realización del espíritu crítico, la autonomía —categoría controversial desde su aparición— ha pasado a convertirse en una entelequia.
La autonomía se encuentra siempre en un escenario contradictorio. Por lo que eso de que “vence las sombras”, lema de la UCV, es una cuestión relativa. Y es que las instituciones educativas, en cualquier régimen político, buscan ser adecuadas a los intereses de este último. Forman parte de esa inmensa superestructura de la cual debe dimanar la ideología dominante. La de las clases dominantes. De allí la confrontación.
Esto explica porqué, desde que existe la autonomía, las ciencias naturales, la medicina, en general las disciplinas y profesiones de la salud, las ingenierías y carreras afines, hayan alcanzado un desarrollo en correspondencia con las demandas del capital. Pero las ciencias sociales se han visto frenadas y sujetadas a la ideología reaccionaria de cada momento histórico, en cada circunstancia concreta.
Por ello la crisis que sufre la universidad cuenta con otras determinaciones. No todo obedece a la ofensiva de la dictadura. Ella la ahoga. La quiere destruir. La quiere arrodillada. Adocenada. La ha golpeado a más no poder. Eso es verdad. Pero la crisis de la universidad venezolana, y en particular de la UCV, también cuenta como uno de sus promotores a las tendencias propias de la ideología dominante. Es así como la posmodernidad, el neoliberalismo y la globalización llegaron a convertirse en ideología dominante durante los últimos años.
Aquella UCV de la cual se nutrieron varias generaciones dejó de ser hace mucho. Desde bastante antes del chavismo. Los logros de la renovación del bienio 1968-1969 fueron desandados hasta convertir a la universidad en mera reproductora de las ideas dominantes desde la perspectiva de la oligarquía financiera.
La generación del 28 renació con la del 58. Tienen su arraigo fundamental en la UCV. Pero la experiencia más radical, sin duda alguna, fue la de esa generación que se forja con la mayor aventura de la juventud venezolana de tomar el cielo por asalto, que dura alrededor de dos décadas. 1968 representa el corolario de un proceso. Complejo el momento a escala internacional y nacional. El Mayo Francés algo de influencia va a tener en el proceso que se desarrolla en las universidades autónomas del país. Aunque son corrientes inscritas en el campo del marxismo y las ideas radicales con cocimiento autónomo y nacional.
Carlos Hermoso
Con todo, se trató de la experiencia más compleja y audaz en todo el mundo universitario de todo el planeta. Es lo que explica el debate librado, que quedó plasmado en contenidos programáticos de los más avanzados. En la obra escrita, en los distintos campos de la ciencia, en investigaciones que han dejado huella disciplinar; en la música, la poesía, la novela, el cine, en todas las manifestaciones culturales, podemos ver sus frutos. Lo fundamental, además de que se plasmaron ideas propias de la dialéctica, fue la formulación de las tesis de un proyecto de desarrollo nacional soberano y la universidad a su servicio.
En la UCV son centenares de miles de jóvenes los que aprendieron de la solidaridad humana y el amor por el saber y la cultura. Seguro también son centenares de miles quienes participaron en alguna marcha en defensa de la educación gratuita, científica y popular. También en marchas contra la guerra imperialista contra Vietnam, Laos y Camboya. En favor de las luchas populares en El Salvador, Chile o en cualquier parte del mundo. Más recién, contra la represión de los gobiernos bipartidistas y del régimen chavista contra el pueblo y los estudiantes. Algo de eso se sembró por siempre.
El Aula Magna de la UCV, su principal emblema, no solamente es una obra arquitectónica impresionante y con una de las acústicas más apreciadas del mundo, también es un espacio que resume lo más avanzado del espíritu universitario y la cultura universal. Recibió la espléndida sala, en primer lugar, como su sede, al orfeón de la UCV, el mismo que se sembró en el Atlántico en 1976; a Pablo Neruda, Aquiles Nazoa, Simón Díaz, Joan Manuel Serrat, entre tantas voces que resumen lo más preciado del sentido universal de la cultura.
En la UCV se edificó el espíritu crítico como un inmenso monolito, que encontró un cincel en estudiantes, muchos de ellos dirigentes, que dejaron su sangre derramada en su sede y en las calles de Caracas.
No es nostalgia, que la hay, sino algo más que eso: es la impronta que dejó una tradición que vivió por décadas. Podrá renacer cuando alcancemos la meta de derrotar la peor pesadilla sufrida en décadas por la máxima casa de estudios del país. El engaño del fulano “socialismo del siglo xxi” y la actitud de quienes buscan oscurecer y esconder la vida que vivió nuestra universidad en las primeras décadas de democracia bipartidista, resumen la ofensiva ideológica contra el espíritu crítico y la búsqueda de la verdad.
El chavismo se ha convertido en la forma de dominación de la modernidad que más daño le ha hecho a la universidad venezolana. No solamente a la UCV la han ahogado. Poco queda de la Universidad de Oriente. Los daños a su patrimonio material y humano son de tal grado que le costará recuperarse. Igual en otras universidades se deja ver la ofensiva.
El chavismo, realizado en su máxima expresión, se manifiesta en el cerco presupuestario, en la represión y en la ofensiva política e ideológica. El chavismo niega la verdad y la sustituye por la búsqueda esotérica de los “saberes”. De allí que parece no importarle la ciencia ni el desarrollo científico tecnológico. Al realizar el liberalismo más ramplón y una política en favor de la globalización, hace desaparecer la producción nacional, por lo que, en buena medida, pierde razón de ser la universidad.
Carlos Hermoso
Asimismo, la eliminación de los sueldos de los profesores también se ha convertido en un atentado contra la universidad venezolana. Buena parte de la planta profesoral se ha ido a otros países o ha reducido su dedicación para poder subsistir en mejores condiciones. Es que resulta absurdo lo de un salario que dejó de serlo, a menos que se busque ex profeso destruir la universidad y su espíritu. Qué decir de las condiciones de vida de los estudiantes ucevistas y de las miserables becas, menos que migajas.
En definitiva, la ofensiva del régimen chavista, sobre todo en tiempos de la crisis en el período del dictador Maduro, ha sido más dura y radical. Buscan acabar con la universidad en su sentido amplio. Aplastar el espíritu crítico y toda su razón de ser, que incluye la formación de profesionales.
Todo lo cual supone un freno al desarrollo de las fuerzas productivas, el cual también se obstruye con la migración de millones de venezolanos, muchos de los cuales son egresados universitarios. Las universidades se han convertido en fábrica de un producto de exportación fundamental para el desarrollo.
No es fácil la tarea. La realización de elecciones para renovar las autoridades universitarias y el rescate del sentido universitario resumen los objetivos inmediatos. Todo lo cual supone un esfuerzo titánico y de talento, pero, sobre todo, de una inclinación filosófica que renueve la idea de que el objetivo último de la universidad debe ser alcanzar la verdad en todos los campos de las ciencias y cultivar lo universal de las artes y la cultura.
La renovación de autoridades encuentra limitaciones para su realización. En primer lugar, la intervención del espurio Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), bajo la orden de Maduro, niega la posibilidad de su realización con base en la Ley de Universidades vigente. Sin elecciones no se pueden renovar las autoridades y con ello se frena la democratización de la vida universitaria.
La convocatoria del claustro universitario debe ser inmediata. Es la forma democrática para atender una salida autónoma, aun sin la venia del TSJ madurista. Además, el debate que se debe adelantar en todas las escuelas y facultades, en relación con la perspectiva de la UCV, puede brindar un impulso a la vida universitaria, sobre todo a la lucha por el rescate de la autonomía y el sentido humanista, científico y popular que debe prevalecer en la UCV.
Los graves problemas que sufre nuestra universidad deben ser atendidos, en principio, con base en el rescate del espíritu crítico y la defensa de la autonomía. Hay que formular propuestas que permitan atender el asunto de raíz. Pasa, claro está, por el afianzamiento de la lucha contra la dictadura que busca acabar con ella.
Este año jubilar del tricentenario de la UCV debe marcar el inicio de una nueva etapa de la universidad y del país, con la salida de la dictadura y el rescate de la autonomía universitaria.
CARLOS HERMOSO CONDE | @HermosoCarlosD
Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.
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