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domingo, 5 mayo, 2024
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Fraile Nelson Sandoval cumple 12 años de trabajo en la Sierra de Perijá

El 1° de febrero de 2008, el fraile capuchino llegó por tercera vez a este lugar para estar al frente de la Misión Los Ángeles del Tukuko

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Machiques.- El sacerdote Nelson Sandoval nació en San José de Perijá, un poblado situado a 25 kilómetros de Machiques, estado Zulia. Desde muy joven vivió ligado al testimonio de vida misionera de los capuchinos. Sentía la atracción que ejercía en él San Francisco de Asís. Así, ingresó en la orden en noviembre de 1988, una vez que finalizó el bachillerato y fue a vivir un año de aspirantado a El Tukuko.

Cursó estudios académicos de filosofía y teología en Caracas, como preparación para el ministerio sacerdotal, e hizo la primera profesión religiosa el 11 de septiembre de 1995 en la solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela, y la profesión perpetua el 11 de septiembre de 1999. Se ordenó sacerdote en El Tukuko en el año 2000.

Trabajó un año en la misión de Santa Teresita de Kavanayén en la Gran Sabana, al sur de Venezuela, con los indígenas pemones y tres años en la misión de El Tukuko.

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Luego estuvo tres años en Caracas; el primer año en una casa de formación de la orden y los dos siguientes como rector del templo Nuestra Señora de La Merced en Caracas y guardián (superior) de nuestra fraternidad capuchina de ese convento.

Laboró dos años en el convento que los capuchinos tienen en Machiques como párroco de la parroquia Sagrada Familia y, desde febrero de 2008 hasta la actualidad, en la misión de El Tukuko como guardián de la fraternidad, párroco y director de la casa hogar que tienen los capuchinos en la misión al servicio de los indígenas yukpas y barí de la Sierra de Perijá.

El fraile define el lugar donde está como bendito y le da gracias a Dios por permitirle estar allí. “Le doy gracias al Señor por haberme permitido la gracia de vivir entre estas montañas hermosas que tanto quiero, entre los yukpas y los barí que son para mí hermanos, amigos, compañeros y cristianos”.

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Sandoval fue claro en decir que no cambiaría nada de lo vivido durante estos 12 años.»He pasado penurias, muchas dificultades económicas y dolores terribles al ver sufrir a los yukpas, pero también he vivido momentos muy felices compartiendo mi vida en medio de esta gente. He disfrutado el magnífico buen humor de los yukpas y también he tenido la posibilidad de luchar por sus causas y acompañarlos en los reclamos por sus derechos”.

Algunos miembros de la comunidad consideran a Fray Nelson como un segundo padre del centro misional Ángeles del Tukuko.

Katty Martínez manifiesta que no se cansará de darle las gracias a los frailes capuchinos por acompañar al pueblo yukpa. «Gracias a ellos nosotros podemos educarnos, nuestros hermanos e hijos aprendieron a leer y escribir. Actualmente, fray Nelson brinda asistencia a los más necesitados con medicamentos, él ha gestionado con organizaciones para que lleguen aquí a El Tukuko y brinde asistencia a los enfermos. Aquí contamos con Cáritas, que viene atendiendo los problemas de desnutrición de niños, embarazadas y ancianos”.

Quienes no están de acuerdo con sus ideas y actuaciones lo han llamado «el Diablo». Sus críticos aseguran que no es bien visto que un sacerdote asuma una posición política directa y parcializada, además de gritar abiertamente maldiciones.

A pesar de estas opiniones negativas, Fray Nelson Sandoval aseguró que él no es una estrella dentro de la comunidad yukpa y que nunca podría aprovecharse del escenario de dolor que viven los indígenas de la Sierra de Perijá para hacerse publicidad.  

El 1° de febrero de 2008, el fraile capuchino llegó por tercera vez a este lugar para estar al frente de Los Ángeles del Tukuko. | Foto cortesía

“Soy un cristiano consagrado que lo que busco es ayudar a mi semejante y más nada, todo lo que hago es porque pertenezco a una orden religiosa que me da las posibilidades de poder trabajar por el prójimo y, por supuesto, mi consagración como sacerdote que me obliga como cristiano a trabajar por ellos”, afirmó el fraile capuchino.

Finalizó dando gracias al Señor por sus 12 años en la Sierra de Perijá. «He sido muy feliz por estar entre estos pobres, vivir aquí le da alegría y sentido a mi vida, gracias Señor por haber sido tan bueno conmigo”.

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