El 14 de febrero en la noche, Génesis Rondón, con 32 semanas de embarazo, comenzó a sentir dolores. Su pareja y su suegra la llevaron al Hospital Central Antonio María Pineda, de Barquisimeto, para que fuese atendida y le hicieran una cesárea, la cual habían recomendado por escrito y de forma previa tres médicos, debido a que el bebé venía en posición podálica.
“Yo tenía dolores y había comenzado a sentir fiebre. El doctor que me atendió en la entrada a Sala de Partos escuchó nuestra explicación y vio los ecos y las órdenes médicas. De hecho, dijo en voz alta que iba a ser fácil porque ese día no habían recibido a nadie para cesárea. Eso me dio mucha tranquilidad”, cuenta Génesis a El Pitazo.
A pesar de estas recomendaciones y la del propio doctor que la recibió en Sala de Partos, en el área de cirugía nunca le hicieron la cesárea a Génesis Rondón, sino que la dejaron sola en una camilla. La médico de guardia, cuando regresó al área, le dijo que ya tenía ocho centímetros de dilatación y tenía que parir. Desde la camilla, hasta lo que llaman el burro, silla donde las mujeres paren, Génesis tuvo que caminar y subir sola, sin ninguna ayuda.
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Recuerda que, durante el parto, la médico introdujo su mano en el útero en tres oportunidades para intentar sacar al bebé, que nació vivo, pero falleció 45 minutos después.
“Nadie me decía nada, en esos cuarenta y cinco minutos mientras le hacían la reanimación a mi bebé, me dejaron sola, yo los escuchaba hablar. Cuando vinieron para limpiarme ya estaba casi cerrada, me dolía mucho y al final me dijeron que tenían que hacerme legrado porque mi dilatación había disminuido a dos y me llevaron a pabellón”, describe Génesis.
Génesis Rondón narra que aproximadamente a las 5:30 am llega una doctora de más edad que le pregunta a la médica que la atendió -quien estaba acostada en una camilla- si ya habían avisado a los familiares que el bebé había fallecido.
“Ella le dijo que no sabía, que eso le tocaba al pediatra y recuerdo que esa doctora mayor le habló fuerte y le dijo: usted les tiene que decir. Ahí ella salió para hablar con mi pareja y mi suegra. Ellos me cuentan que le dijo que el bebé tenía una malformación y eso es mentira, nosotros llevábamos control estricto y hacía dos semanas nos habían vuelto a hacer el eco, donde decía que el bebé estaba sano, sin ninguna malformación”, aclara.
Génesis se refiere al ecosonograma 4D realizado en varias etapas de su embarazo, el cual, aunque era de riesgo porque ella había perdido líquido, en sus controles todo salía bien en cuanto el crecimiento y la formación del bebé, como lo muestra con sus pruebas en la mano.
“Jamás pensé que iba a morir”, acota.
Cuenta que el 15 de febrero, pasadas las 10:00 am, la trasladaron del pabellón a la sala de observación. Allí la esperan su pareja y suegra. La sorpresa mayor fue cuando al ayudarla a limpiar, se dieron cuenta que no le habían hecho la cesárea.
“Aún estaba llena de sangre del parto y de las heces del bebé (el infante defecó al momento de sacarlo del útero). Aún estaba con la ropa que cargaba puesta al llegar, porque ni siquiera tuve oportunidad de ponerme una bata. En ese momento ven que no tenía ninguna herida y supieron que nunca me hicieron la cesárea”, detalla Génesis.
Después de saber la fatal noticia y sobre la violencia obstétrica que había sufrido Génesis Rondón, querían irse del Hospital, pero aunque esperaron hasta las 3:00 pm, no había ningún médico que pudiera firmar el alta. La enfermera les dijo que podían irse, pero bajo su propio riesgo.
“Antes nos preguntaron si incineraban el cuerpo del bebé y les dijimos que no, que él había nacido vivo y que nosotros nos encargaríamos”, relata Génesis.
El 16 de febrero, un día después del parto, Enrique Sayago, pareja de Génesis y padre del bebé, hizo los trámites de la partida de nacimiento y posterior acta de defunción de Adriel Vidal, nombre que habían escogido por su significado “Enviado de Dios” y “Que da vida”.
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“Al día siguiente llega a la morgue y no encuentran el cuerpo del bebé. Le dicen a Enrique que pasara a revisar los cuerpos que había. Como no lo encontraron le dijeron que volviera más tarde, después de las cuatro, cuando había otra persona de guardia”, cuenta Génesis.
Cuando regresan en la tarde al Hospital, le repiten que el cadáver de Adriel Vidal Sayago Rondón no estaba. Y de nuevo lo hacen entrar.
“Lo hicieron revisar todo, hasta donde están los cadáveres que tienen más tiempo. Lo mandan a ir a Sala de Partos, porque le dicen que debe estar ahí, pero allá le dicen que no estaba. No lo podíamos creer, les dijimos que íbamos a denunciar, una persona le dijo a mi pareja: ‘venga mañana y despreocúpese, que el camión que se lleva los cuerpos para incinerar no ha pasado’. Fue desesperante”, rememora Génesis.
El jueves 18 de febrero, cuando regresa a la morgue Enrique, acompañado de su madre, María Elisa Alonso, quien además es médico psiquiatra del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga, les dicen que el cuerpo apareció.
“El cuerpo apareció debajo de otros cuerpos, estaba todo machucadito. Lo sacaron y lo pusieron sobre una caja de herramientas que tenían allí en la morgue. Después de todo pudimos retirar su cuerpo”, revive indignada Génesis.
En el mes de junio de 2019, una pareja, también denunció que el cuerpo de su bebé fallecido había desaparecido de la morgue del Hospital Central.
María Elisa Alonso, suegra de Génesis y abuela de Adriel Vidal, como personal de salud y familiar afectado de forma directa, entregó un documento donde explica en detalle lo ocurrido a Gilberto Mendoza, director del Hospital Central Antonio María Pineda. Hasta la fecha no ha obtenido ninguna respuesta.
El Pitazo solicitó una entrevista a Javier Cabrera, director regional de salud del estado Lara, para conocer su versión, pero no respondió a la petición.
“Lo que quisiera es que esto no vuelva a ocurrir, pido a los médicos que atienden los partos que recuerden que este es un momento único para la mujer, uno no pasa por eso todo el tiempo, deberían ser más conscientes y empáticos”, pidió Génesis, quien se recupera junto a su familia del duelo.
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