Once repatriados que pasaron más de un mes aislados en la Villa Bolivariana de Barquisimeto regresaron a sus hogares luego de que se publicara en El Pitazo la denuncia sobre su mala experiencia en el refugio

Entre los meses de mayo y junio de este 2020, nueve adultos y dos niños repatriados de Colombia pasaron 35 días confinados en la Villa Bolivariana de Barquisimeto. Fueron llevados al complejo deportivo, luego de haber tenido contacto con un caso de COVID-19 en el apartamento monoambiente donde pasaron la cuarentena, en el regreso a su ciudad de origen y después de cruzar la frontera por el estado Táchira.

No habían presentado síntomas, el paciente positivo con el que tuvieron contacto fue trasladado a un centro de salud y recibió el alta médica al cabo de unas semanas, pero los migrantes permanecieron aislados y sin conocer su diagnóstico. Los mantuvieron en el principal refugio acondicionado por las autoridades en el estado Lara, convertido en el epicentro de la pandemia entre mayo y junio, tras recibir a más de 3.600 personas.

Estos venezolanos volvieron al país luego de quedarse desempleados en Cúcuta. Allá subsistían con los ingresos que podían hacer el día a día con trabajos a destajo, pero las opciones se agotaron durante la cuarentena. El reencuentro con sus seres queridos se postergó 20 días por una retaliación en la Villa Bolivariana. Durante su estadía en el refugio, estaban hacinados, recibían porciones de comida cruda a las once de la mañana y a las nueve de la noche; el menú estaba reducido a una taza de frijoles o arepas frías; compartían un mismo baño para 11 personas y solo recibían dos horas de agua por tuberías al día para bañarse, limpiar y llenar botellas de agua para su consumo.

Movidos por la indignación

Sus familiares en condición de anonimato relataron a El Pitazo lo que pasaba dentro de la Villa Bolivariana a comienzos de junio. Denunciaron malos tratos y amenazas en contra de los migrantes, a quienes le negaban la salida por encabezar las protestas desde las ventanas de la Villa Bolivariana. “El personal decía que era porque no habían llegado sus pruebas, pero después de tantos reclamos admitieron que estaban castigados”, señaló uno de los allegados que pidió la reserva de su identidad. Tres días después de la publicación de esta historia en El Pitazo, los 11 migrantes recibieron el alta médica. Para los familiares esto no fue una coincidencia.

“La publicación fue de gran ayuda, porque considero que se tomaron otras acciones. Nosotros temíamos por lo que podía pasarle a ellos, allí adentro, vigilados por funcionarios, tomando agua sucia, encerrados en un apartamento sin las llaves y sin ser escuchados cuando pedían algo. Prohibían hacer fotos o videos, hacer denuncias a los medios de comunicación, hacían requisas en los apartamentos para silenciar e intimidar a todos los que pudieran. Pero era imposible quedarnos callados cuando las autoridades salían a decir que en la Villa Bolivariana las personas recibían todas las atenciones. Sentíamos indignación cuando escuchábamos eso. Ellos pintaban muy bien las condiciones cuando daban un trato inhumano”, agregó la fuente que en aquel entonces desmintió las declaraciones de la gobernadora Carmen Meléndez y su tren ejecutivo, sobre el trato que daban a las personas en los llamados Puntos de Atención Social Integral (Pasi).

El valor de las historias

“De no ser por el periodismo, nos sentiríamos olvidados o borrados del mapa. El periodismo que hacen tiene mucho valor, porque son nuestra voz a pesar de los riesgos que corren”, comentaron los familiares que encontraron en este medio un espacio para dar sus testimonios y verse reflejados en otras historias de venezolanos que han cruzado las fronteras de retorno a sus lugares de origen a causa del desempleo en tiempos de pandemia.

Las crónicas sobre los migrantes que han entrado o salido del país durante la cuarentena, la experiencia de una mujer que vivió 46 días en cuatro escuelas y un hotel acondicionados para recibir migrantes en Apure, así como la cobertura de protestas por el colapso de servicios básicos en Lara son algunas de las historias de El Pitazo con las cuales se han sentido identificados.

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