Un mando ecuatoriano aseguró el jueves 28 de enero que el desplazamiento de personas desde Colombia por los pasos no autorizados se ha reducido, debido a las operaciones de vigilancia que llevan a cabo los ejércitos de ambos países.
«Estamos ahí controlando, por eso es que se ha reducido el flujo migratorio«, aseguró a Efe el coronel Paulo Merino, comandante de la brigada 31 Andes, durante una patrulla conjunta con pares colombianos en uno de los pasos fronterizos alrededor de la ciudad de Tulcán.
Agregó que aún «hay gente que se arriesga y pasa por situaciones o pasos, posiblemente atentando contra la seguridad de ellos mismos», como el caso de ahogamiento, el fin de semana, de un «extranjero», como suelen denominar a los migrantes venezolanos.
Merino visitó este jueves la zona fronteriza a la altura del sector Cuatro Esquinas y El Brinco, donde los ejércitos de los dos países establecieron un retén.
Ello después de la visita el miércoles a la frontera sur del ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, y en paralelo a la operación contra la migración venezolana que lleva a cabo el Ejército de Perú, que ha puesto mucha tensión entre los migrantes.
El ministro anunció este jueves que su país reforzará los destacamentos militares e incorporará una veintena de vehículos tácticos Hammer para ampliar la movilidad de sus patrullas en la frontera con Perú, con el fin de vigilar la entrada de migrantes a pasos irregulares.
Perú desplegó el martes a lo largo de la ribera izquierda del río Zarumilla, que marca la frontera entre ambos países, más de 50 vehículos entre tanques, otros tipos de blindados y patrulleros, y más de 1.200 uniformados.
La mayoría de los migrantes que pasan por esa frontera sur de Ecuador entran antes a Ecuador desde Colombia, también por pasos ilegales o trochas.
Por ello, efectivos militares de Ecuador y Colombia realizan de manera conjunta acciones de control, alegando medidas de prevención contra el ingreso de armas y explosivos de contrabando.
LEE TAMBIÉN
Perú impide a tiros el paso a venezolanos migrantes por frontera con Ecuador
«Estamos haciendo control militar de área», dijo un militar colombiano que no reveló su identidad por no estar autorizado a hablar, y que aclaró que el paso está estrictamente prohibido. Al menos cuando ellos están ahí.
Efe constató este jueves el trabajo de una de esas patrullas conjuntas de la Brigada 31 Andes ecuatoriana y del Grupo Mecanizado José María Cabal de Ipiales, Colombia.
«Nuestra presencia es permanente en todos los lugares de cuatro a seis horas, para evitar el paso de personas extranjeras que a lo mejor están transportando armamento, municiones, explosivos», afirmó el coronel Merino.
Las intervenciones, sorpresivas, se realizarán de manera regular en más de 36 pasos irregulares conocidos, muchas veces operados por coyoteros para la migración y el contrabando.
Forman parte del llamado Plan Espejo, ejecutado desde hace ya tiempo por los Ejércitos de ambos países y en el que participan, además, Ministerios de Interior y Aduanas.
La operación conjunta tuvo como inusuales observadores a decenas de migrantes venezolanos que esperaban pacientes en las colinas circundantes, e incluso junto a los mismos soldados sobre las riberas del río Carchi, la frontera común.
Su objetivo declarado: esperar a que se fueran para proseguir camino a Ecuador y, después, a Perú.
«Vamos con la fe de que vamos a pasar (a Perú). Vamos a trabajar para ayudar a nuestra familia», declaró Jesús Mendoza, un migrante que esperaba que los soldados se marcharan para seguir adelante.
Si bien reconoció que se sienten a la «deriva» porque con la situación en la frontera entre Ecuador y Perú no saben si van a poder cruzar.
Otro migrante denunció a Efe maltratos por autoridades policiales en el lado colombiano.
«¡Mira lo que estamos pasando. Hemos vivido ronchas! ¡Ya basta, ya basta! ¿Hasta cuándo vamos a seguir en esto? Llevamos días sin comer y no nos están preguntando», se quejó José Mantilla del control militar.
Y denunció que en el camino, policías colombianos le «agarraron, le dieron una pela (golpes)», y le quitaron «un teléfono» móvil que llevaba consigo y «250.000 pesos» (unos 70 dólares).
«¡Ya basta, ya basta! Uno solo quiere el bienestar para la familia. Queremos llegar a un destino donde nos puedan dar un trabajo y ayudar», concluyó.
Esta web usa cookies.