San Cristóbal.- Mientras unos venezolanos recorren caminando las calles del país para salir de las fronteras y buscar oportunidades de vida en otras naciones, otros siguen retornando. El Pitazo estuvo este martes 3 de noviembre en dos Puntos de Asistencia Social Integral (Pasi) de la localidad de San Antonio, municipio Bolívar de la frontera del Táchira con Colombia, y registró parte de este proceso de ingreso.
En uno de los Pasi, el alcalde del municipio Bolívar, William Gómez, estaba entregando kits de higiene y pañales a mujeres y niños, otorgados por la Unicef. Allí se observaron desde recién nacidos, bebés comenzando a caminar, niños, adolescentes, mujeres embarazadas, hasta personas de la tercera edad.
La mayoría de ellos visten short y franela o franelilla, usan como zapatos unas cross o están descalzos. Algunos niños pequeños tan sólo visten un pañal o andan desnudos por estos espacios, producto de las altas temperaturas de la zona de frontera, que pueden superar los 40 grados.
En los espacios de tierra o canchas improvisadas, un grupo de hombres juega con un balón, mientras otros preparan comida con leña. Otro grupo se alimenta debajo de unos árboles, al aire libre, en la sombra.
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En las ventanas de estos espacios que albergan a los connacionales que decidieron retornar de las naciones a donde habían migrado, se observa ropa colgando, para su proceso de secado.
Gabriel Díaz (48) es del estado Aragua, vivía en Medellín hasta hace unas semanas y decidió regresarse por la xenofobia y la crisis económica generada por la pandemia del COVID-19. Laboraba vendiendo caramelos, pero sus ingresos desmejoraron y comenzó a ser objeto de trato xenófobo por parte de algunos ciudadanos del vecino país, por lo que decidió retornar a Venezuela.
Desde hace cuatro días está con su familia en un Pasi de San Antonio del Táchira. Asegura que tienen alimentos y donde dormir, no se queja de lo poco o mucho que le dan, pues destacó que prefiere estar en su país, que continuar viviendo situaciones críticas afuera.
“Salí del país con mi familia por la situación económica, pero viendo cómo lo tratan a uno en otros países me di cuenta que hay que seguir luchando en su propio país, que hay que regresar para seguir luchando. Allá trabajaba vendiendo caramelos. En Colombia a uno lo tratan bien, pero siempre hay xenofobia, y más cuando uno tiene niños. Nunca es como en Venezuela que a uno en su país no lo critican, y los hijos son lo primero”, expresó.
En Aragua lo esperan su mamá y su hermana. Está dispuesto a laborar en lo que consiga, aunque está consciente de que la crisis económica por la que se fue de Venezuela, no ha cambiado.
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Ramona Paredes (64) llegó de Bogotá hace cuatro días. Regresó a su país porque su mamá está mal de salud y quiere verla. También lo hace porque estaba “pasando trabajo” en Colombia. “Para pasar trabajo en un país que no es el mío, me quedo en este, y para la crisis que está viviendo mi país más bien nos han tratado bien, lo poco que nos dan, no me quejo”, manifestó.
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