Acarigua.- Los asesinatos de las mujeres registrados en Portuguesa sucedieron en menos de 48 horas, entre el mediodía del domingo 21 y el final de la tarde del lunes 22 de febrero. Estos crímenes no solo enlutaron tres hogares, sino que en toda la región se siente el dolor y la indignación, sobre todo por la manera como fueron perpetrados los femicidios.
Dos de las víctimas murieron estranguladas y agredidas sexualmente en diferentes sectores de la misma población, una zona rural que es jurisdicción del municipio Turén. La tercera fue asesinada a manos de su expareja durante una discusión entre ambos, ocurrida en la ciudad de Araure.
Los tres hechos han sido reseñados en medios nacionales, y a través de las redes sociales, la colectividad se ha unido en una sola voz para pedir justicia por las víctimas.
Fotos | Turén pide justicia ante femicidios de las dos jóvenes
El agresor de la mujer asesinada en Araure se quitó la vida de un tiro en la cabeza inmediatamente después de cometer el crimen; pero en el caso de las jóvenes de la población de La Misión, las autoridades ni siquiera han determinado si se trata de uno o si fueron varios los partícipes de estos dos homicidios perpetrados con unas 24 horas de diferencia y en distintos lugares de la localidad.
Las víctimas de estos casos son: una adolescente de 17 años, una joven estudiante de 20 y una madre de 33. El Pitazo habló con familiares y amigos para conocer más datos sobre sus vidas.
Predicadora y tecladista de una iglesia cristiana
Con 17 años de edad, Eliannys Andreína Martínez fue asesinada, según la necropsia de rigor practicado a su cadáver, entre las 12 y las 2 pm del lunes. Apenas en el 2020 se había graduado de bachiller y aspiraba a estudiar para ser fisioterapeuta, para lo cual su abuelo materno le estaba gestionando un cupo en la Universidad Central de Venezuela (Caracas).
La adolescente era la mayor de cinco hermanos. Desde su nacimiento fue criada por sus abuelos maternos y vivía en el sector Las Marías, población de La Misión, parroquia Canelones del municipio Turén, entre dos casas, de su madre y de su abuela, que comparten sus patios.
De familia humilde y cristiana, Eliannys Andreína creció siendo una niña tímida, introvertida y de poca comunicación. Sus amistades más cercanas las conseguía en la iglesia bautista Getsemaní, ubicada en la avenida principal de La Misión y a donde acudía cada domingo, incluso ese en el que desapareció.
La adolescente era la tecladista de la congregación y aprendió a tocar este instrumento con los mismos hermanos de la iglesia. También era parte de Las Doncellas, el grupo de danzas cristianas de esta comunidad religiosa. Desde niña ayudaba a su abuela a extraer de la Biblia las lecturas para las predicaciones dedicadas a los vecinos del pueblo. En junio de este 2021, Eliannys Andreína alcanzaría la mayoría de edad.
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Una estudiante de comunicación social
El sábado 21 de febrero, tres días antes de su desaparición y asesinato, Eduarlys Torres cumplía un año de haber regresado a Venezuela tras vivir por más de ocho meses en Bogotá, Colombia, a donde emigró con su novio en junio de 2019.
Regresó al país con la intención de renovar su pasaporte para poder tramitar y legalizarse en el país vecino. Sus planes cambiaron cuando las oficinas del Saime cerraron sus puertas con la llegada del virus pandémico a Venezuela, a mediados de marzo del año pasado.
Antes de partir de Venezuela para buscar una mejor oportunidad de vida, Eduarlys era estudiante de Comunicación Social en la Universidad Fermín Toro, núcleo Araure. Su formación académica la paralizó cuando estaba cursando el tercer semestre, debido a la suspensión de clases presenciales por la falta de matrícula. La joven de 20 años estaba obligada a continuar estudiando vía online y así no lo quiso, por lo que decidió congelar la carrera.
Eduarlys también era la mayor, pero de cuatro hermanos. Hija de un trabajador de Corpoelec de nombre Eduar Falcón y de una ama de casa llamada Mileidys Torrealba, todos habitantes de un sector conocido como La Y, situado en la vía principal de La Misión.
En reiteradas oportunidades, la joven les dijo a sus padres que no quería volver a emigrar ni separarse de ellos. Era una joven mimada, tímida, a quien le gustaba bailar y escuchar las canciones de Marco Antonio Solís. Al igual que la familia de la primera víctima, la de Eduarlys también es cristiana evangélica.
Viajera y madre de un niño
Carmine Yohanny Sosa era madre de un niño de ocho años de edad, y desde hace tres años mantenía una relación sentimental con Jhon Kelle Luques, quien el pasado lunes 22 de febrero, aproximadamente a las 5 pm, se convirtió en su homicida.
La ciudadana vivía en la avenida 2 del sector 3 de la urbanización Baraure 4, cerca de la estación policial de esta ciudad, y hace pocos meses atrás le había pedido a Jhon Kelle que abandonara el hogar. Estaban en proceso de separación.
Hasta el día antes de su asesinato, Carmine se ganaba la vida como comerciante informal. En las noches vendía hamburguesas en un puesto que había instalado en su misma comunidad. Afirman sus allegados que siempre fue una mujer emprendedora y con ganas de prosperar.
Antes de la pandemia y cuando esta se fue flexibilizando, Carmine y su pareja organizaban excursiones hacia Cúcuta, frontera entre Colombia y Venezuela, para amigos y conocidos que acudían a esa localidad para realizar compras. Además, planeaba viajes a sitios recreativos de la región y otras zonas aledañas. Sus amigos la llamaban la Patrona.