Los Llanos

Pediatra: «A mi mamá le negaron la hemodiálisis por venir de sala COVID-19»

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Acarigua.- La doctora María Cortez es consciente de que nada de lo que haga devolverá la vida a su madre, pero eleva su voz para denunciar las carencias de insumos médicos, de personal y, sobre todo, de voluntad para la atención a los pacientes con COVID-19 o post COVID-19 complicados con otras patologías que acuden al Hospital Dr. Jesús María Casal Ramos en Acarigua-Araure, Portuguesa.

La joven de 27 años, como muchos otros venezolanos, hizo de su cuenta en Twitter con 44.095 seguidores a la fecha, el medio para denunciar y suplicar ayuda para la atención de su madre, Xiomara Cortez, quien falleció a media mañana del jueves, 8 de julio, cuando por fin se encontró para ella un cupo de hemodiálisis en un hospital de Barquisimeto, en Lara, a casi 100 kilómetros de Acarigua, donde no se pudo o «se lo negaron», como reitera Cortez.

«No alzo mi voz con odio o resentimiento, lo hago desde la justicia, desde el amor a la vida, desde la compasión. Si mi voz sirve para que otros pacientes con COVID-19 que lleguen a mi hospital sean mejor atendidos, que así sea. Que mi caso sirva para dar visibilidad a muchos otros» ha publicado la médica residente de pediatría del hospital de Acarigua, y así mismo lo ha dicho a El Pitazo

Cortez relató por esa vía el desarrollo de la enfermedad de su madre Xiomara y sus necesidades; lo hizo con frustración y desesperación al ver pendiendo de un hilo o, de «milagros», la vida de su madre por falta de equipos, de medicamentos y de humanidad de quienes están a cargo del Casal Ramos, el centinela del norte de Portuguesa.

Xiomara comenzó con síntomas leves de COVID-19 el 24 de mayo, y por ello fue tratada en casa, en la urbanización Fundación Mendoza de Acarigua; sin embargo, lo costoso y difícil que se hizo conseguir oxígeno obligó a la familia a internarla en el hospital de la ciudad seis días después, cuando se obtuvo un cupo en el área de aislamiento, colapsada de pacientes, y cuando ya el virus había causado neumonía.

«A partir de allí comenzó poco a poco a desmejorar la parte ventilatoria, a respirar con dificultad. Estuvo con mascarillas con reservorio, Cpap (sistema de ventilación mecánica con presión positiva continua). Luego, cuando vi que necesitaba algo más avanzado -un Bipap- di un grito desesperado en redes sociales», contó María. 

El sueño de Xiomara era ver graduada de médico a María | Foto: Álbum familia

La médica pidió en Twitter, cuya cuenta crecían en seguidores solidarios y preocupados por su caso, y por otras redes, el equipo y denunció que «en el Casal Ramos de Acarigua había dos ventiladores dañados», por lo que no pueden ser utilizados por pacientes que los necesiten. 

«No solo es la pandemia la que nos mata», escribió. El mensaje fue retuiteado cientos de veces, como una muestra de empatía y solidaridad de los usuarios, y así se logró que la Cruz Roja del estado Lara prestara el equipo que ayudó a Xiomara a superar el COVID-19.

Post COVID-19

«Mi mamá iba evolucionando bien, pero noté que empezaba a orinar menos. En la unidad de COVID-19 no pasaron interconsulta de Nefrología, entonces yo solicité una interconsulta y no tuve respuesta. No me quedé de brazos cruzados y pedí asesoría con un nefrólogo privado, y su evaluación se anexó a la historia, se cumplió con sus indicaciones, pero mi mamá no respondió a los diuréticos», contó.

Por el cuadro de Xiomara -según el relato de su hija- la nefróloga indicó que el protocolo a seguir era realizar una diálisis de emergencia porque estaba padeciendo una insuficiencia renal aguda, se edematizaba y había que buscar la manera de salvar esos riñones. 

«Supliqué por una diálisis de emergencia para mi mamá», expresó María, pero la valoración por parte del servicio de Nefología del Casal Ramos llegó tres días después. 

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Aunque volvieron a indicar otro diurético, Xiomara no respondió y sus pulmones se llenaban de líquido, por ello tenía criterios para ser sometida a una diálisis de emergencia. «Me dirigí nuevamente a Nefrología, pero solo me decían que mi mamá no iba a aguantar la diálisis, que había que esperar a que respondiera a los medicamentos. Hablo por teléfono con la jefa del servicio de Nefrología, le planteo el caso para manejarse junto con UCI, y no tuve respuesta».

Xiomara había superado el COVID-19, pero la descompensó la insuficiencia renal aguda. Aun así, la razón de no ser aceptada en el servicio de Nefrología y en UCI del hospital fue que venía del área de aislamiento.

«Me dispuse a realizarle a mi mamá las pruebas de serología para demostrar que no tenía COVID-19, que ya no contagia. Había pasado casi un mes del virus. Hicimos todos los análisis para que la metieran en diálisis, así fuera en el último cupo y no recibí respuesta. Ni de UCI ni en Nefrología. Simplemente le negaron el ingreso», confiesa Cortez

María acudió a un centro asistencial privado de Acarigua, donde tampoco prestaron la máquina de diálisis por tratarse de una paciente post COVID-19. “También se me cerró esa puerta por haber tenido COVID-19″.

Demasiado tarde

María siguió usando la herramienta que le había dado resultado, por donde había conseguido ayuda monetaria, medicamentos y equipos médicos, y por Twitter volvió a solicitar apoyo y lo logró, solo que fue demasiado tarde.

Xiomara Cortez, madre de la doctora María, falleció la mañana del 8 de julio tras días de agonía por falta de diálisis | Foto: Álbum familiar

Surgieron dos opciones para dializar a Xiomara, Barquisimeto y Los Teques, estado Miranda. “Mamá ya se encontraba en malas condiciones, y por cercanía, elegí Barquisimeto. Allí la aceptaron a las 2:00 pm del miércoles, 7 de julio”, contó María.

A Xiomara le tomaron la vía central y en el proceso de prepararla para la diálisis que tanto había esperado falleció. El acta de defunción de la paciente fue una insuficiencia renal aguda. Como médico, María cree que el daño que presentó su madre pudo revertirse con una atención oportuna en el hospital de Acarigua.

«Puede que aguantara o no la diálisis, pero tuvo que hacerse y no ser negada, porque el servicio estaba en el hospital donde permaneció mi madre. Tenía los criterios y solo exigimos un cupo. Solo Dios sabe cuál sería el desenlace de mi mamá, pero lo que debía hacerse no se hizo en el hospital porque no quisieron, porque venía de un COVID-19«, manifiesta la joven.

Según la médica pediatra, los pacientes post COVID-19 con complicaciones con otras patologías deben ser asumidos en las distintas áreas de los hospitales sin presentarse ningún tipo de discriminación por haber padecido el virus. «No deben desahuciarlos y abandonarlos como hicieron con mi madre. Hago un llamado a las autoridades correspondientes para que puedan intervenir en la situación».

María Cortez recuerda a los médicos, autoridades de los centros asistenciales públicos y privados, y a la sociedad en general que «toda vida es valiosa», sin importar quien sea y que padezca.

Mariangel Moro Colmenárez
Publicado por
Mariangel Moro Colmenárez

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