Guanare.- Trasladar cadáveres en Venezuela es una tarea difícil para las empresas funerarias. La escasez de gasolina sigue, desde mediados de 2020, impactando negativamente este sector. Los emprendedores del ramo han tenido que amenazar con paros y los usuarios se han valido hasta de carretillas para enterrar a sus muertos.
Este miércoles 16 de febrero, se conoció que un carro fúnebre, en Santa Bárbara de Barinas, tuvo que dejar un ataúd en una estación de servicio porque se le negó gasolina. Igualmente, que a un padre desesperado se le negaron 20 litros de gasolina para trasladarse hasta el hospital central de Barinas a ver su hijo internado de emergencia en la Unidad de Cuidados Intensivos.
La situación, aunque insólita, no es nueva. Para valorar su dimensión, El Pitazo pone en contexto algunos acontecimientos que ilustran las situaciones límites vividas en el interior del país, entre mayo y agosto de 2020, como consecuencia de la escasez de carburantes para el sector funerario, el cual, pese a su carácter social, no está calificado como priorizado para el despacho.
Transportistas funerarios independientes de Caracas y también de otras regiones del país protestaron el lunes 4 de mayo de 2020, en las afueras de la medicatura forense de Bello Monte. Exigían que se les permitiera surtir de combustible a las carrozas fúnebres en lapso diario o interdiario.
Aseguraron que solo les daban 40 litros de gasolina a la semana y que aunque les exigían llevar el cadáver nunca lograban el cometido. Se quejaron de tener que soportar los malos tratos por parte de las autoridades, quienes responden a sus exigencias con «dejen el apuro que ya el muerto está muerto».
El 6 de mayo de 2020, en plena emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19, los funerarios de Maracaibo, capital del estado Zulia, hicieron una fila durante más de 24 horas para exigir combustible en la estación de servicio Lago Pista. Desde allí expresaron molestias, porque no pudieron llenar el tanque de los vehículos. «Nosotros también hacemos una labor bastante importante para que los difuntos no se descompongan en las morgues de cada hospital o casas. Pedimos respeto y consideración para nosotros como gremio», expresaron en esa oportunidad.
En Araure, Portuguesa, una familia amarró la urna en la que iba el cuerpo de un joven, que murió por tuberculosis, a un carrito de madera que luego fue arrastrado por una moto hasta el cementerio municipal. No tenían combustible para llevarlo en camioneta ni para contratar un servicio funerario.
Arrastrar el ataúd en una tabla de madera con cuatro ruedas de metal fue la única manera que encontraron los familiares del joven para trasladar el cadáver, el viernes 21 de agosto de 2020, desde la urbanización La Tricentenaria, donde fue velado, hasta el Cementerio Municipal de Araure.
A pesar de que hay sectores priorizados, como salud, seguridad y alimentos para abastecimiento de combustible, las funerarias no entraron en ese lote de manera formal ,según señaló Luis Mora, directivo del gremio de empresas funerarias, en entrevista concedida a Crónica Uno. «No fue que el Gobierno los sentó con ellos para buscar un plan de suministro. Los funerarios fueron a las Zodi a plantear que les llenaran los tanques de las carrozas y fue entonces que les asignaron algunas estaciones fijas, al menos en Caracas», señaló.
Tres funerarias por bomba, 40 litros de gasolina semanales para dos carros por compañía fue lo que prometieron a los prestadores de servicio. Entre tanto, para paliar la escasez, los familiares del deudo soportan, en medio de la tragedia, los costos del combustible y la carga del insumo.
En entidades como Portuguesa y Barinas, los funerarios no reciben gasolina subsidiada. Del mercado negro, donde llegaban a adquirirla hasta en 3 dólares por litro, han migrado a las estaciones autorizadas para cobros en divisas.
«Es imposible trabajar con 40 litros a la semana cuando debemos trasladar cadáveres día a día en recorridos de hasta más de 300 kilómetros», informó un trabajador funerario a El Pitazo, este jueves 17 de febrero, desde la morgue del Hospital Casal Ramos, de Acarigua Araure.
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