Tío de asesinado en Barinas: «Iván pidió que lo vistieran de blanco si moría en la concentración»

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Barinas.- “Si me matan en la marcha me visten de blanco, pero no me lleven para esta iglesia”, con esa recomendación se despidió Iván Hernández Álvarez de su abuelo, el joven estudiante de 20 años que el miércoles 23 de enero fue asesinado al finalizar la concentración convocada por diversos sectores de Barinas para conmemorar los 61 años de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.

Su tío, Javier Bastidas, lo describe como un muchacho joven, entusiasta, estudioso y trabajador. Era el segundo de cuatro hermanos, el mayor de ellos radicado en Perú, que no pudo venir a darle el último adiós.

Iván era estudiante de derecho en la Unellez, en la modalidad de fin de semana, y también hacía un curso para especializarse en criminología. Su tío dijo que le gustaba participar en las actividades convocadas por la oposición y siempre que podía iba a ellas.

Vivía junto a su madre, dos hermanas pequeñas y sus abuelos en el Barrio San Juan de Barinas. Tenía año y medio sin ver a su papá, quien emigró hacia Colombia para ofrecerle a su familia mejores condiciones de vida. Rufo Hernández, el papá, llegó pasadas las 3:00 de la tarde de este jueves para ver por última vez el rostro de su segundo hijo.

La mañana del miércoles, Iván llegó a la concentración convocada al frente de la capilla El Carmen. Ahí compartió con un grupo de amigos con los que solía acudir a las protestas e, incluso, disfrutó de las notas musicales que entonaba un hombre en una trompeta.

Marchó hasta las inmediaciones de la zona número 33 de la Guardia Nacional, en la avenida Cuatricentenaria, y cuando se disponía a regresar a su casa recibió un disparo en el pectoral izquierdo que le produjo la muerte.

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Escenas de dolor cuando el padre del joven se acercó a la urna de su hijo. Foto: Marieva Fermín

Por un cohetón

El acta de defunción dice que murió por una hemorragia interna que le produjo un arma de fuego. Testigos que vieron cuando lo mataron, aseguran que fue un guardia nacional quien disparó su fusil de largo alcance, precisa Bastidas, a quien le tocó recoger el cadáver de su sobrino, montarlo en su camioneta y llevarlo hasta la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas para poder hacer los trámites de ley.

Otro detalle que contó el testigo fue que vieron cuando dos hombres, de entre 25 y 30 años de edad, se bajaron de un vehículo jeep, de chasis largo, “de esos que usa el gobierno”. Cargaban unos bolsos y comenzaron a incitar a la gente para que rompieran el cerco que tenían los funcionarios de la Guardia Nacional para impedir el paso hacia su comando. Alguien, no se sabe de dónde, lanzó un cohetón que hizo reaccionar a los guardias, quienes inmediatamente comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas.

El testigo asegura que los dos hombres que se habían bajado del rústico sacaron armas de sus bolsos y comenzaron a disparar contra los guardias, a lo que éstos respondieron de igual manera y es allí donde cae Iván. Los misteriosos hombres desaparecieron del lugar una vez que comenzó la represión, refirió el tío de la víctima.

El muchacho quedó vivo. Lo montaron en una moto para llevarlo al hospital, pero a los pocos metros murió y los motorizados lo dejaron cerca de la pasarela para devolverse a auxiliar a otras personas.

Con los detalles que le contaron los testigos a Javier Bastidas, la familia formuló la denuncia en el Cicpc, porque consideran que lo sucedido a Iván fue un asesinato cuyo responsable debe pagar ante la justicia.

Mientras tanto Rufo Hernández, padre del joven, abraza a Zuderby, la madre, y le dice que “hay que tener fuerzas para seguir luchando”.

El abrazo de los padres de Iván, a la llegada de su papá quien emigró hace año y medio a Colombia. Foto: Marieva Fermín
Marieva Fermín
Publicado por
Marieva Fermín

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