Valera.- Juegan con las tazas y los cubiertos, se miran entre ellos, murmuran y se ríen. La habitación, que solía ser un pool, en la población de Los Sin Techos, en Valera, está llena de sus pequeños rostros. Sentados en sus sillas frente a mesas, hechas a su medida, están absortos en sus pensamientos de niños u observan curiosos a su alrededor.
Todos, sin ninguna excepción, están ahí por una razón. No es solo para recibir un almuerzo gratuito en el comedor Alimenta La Solidaridad, uno de los cuatro existentes en el estado Trujillo, en localidades vulnerables de los municipios Valera, Boconó, Escuque y Motatán.
Un total de 70 niños presentaron bajo peso o estatura para su edad, indicadores de desnutrición. Esto, de acuerdo a la evaluación médica realizada por un voluntariado, agrupado por la Asociación Padrinos de Barrio, dirigido en la región por Viviana Save.
En el comedor, de nombre Miguel Antonio Balza, durante una mañana de diciembre, hay unos 90 niños, en el rango de cero a nueve años de edad. Con tres meses de haberse iniciado las actividades, se ha corrido la voz, y cada día llegan más jóvenes, incluso adolescentes de 11 años.
Son las 12:00 p.m., falta poco para servir y sus voces se escuchan con intensidad. Esperan pacientes su plato de comida, pero les piden hacer silencio y comienzan una oración. En paralelo, unos rezagados llegan con pena, se asoman y los adultos les piden esperar para que se integren a los comensales.
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Cristián Parra, coordinador del capítulo Valera de Alimenta la Solidaridad, cuenta que las comunidades, donde en este último trimestre de 2019, se han abierto cuatro comedores, son zonas de poblaciones numerosas y de escasos recursos.
Parra conoce bien Los Sin Techos, conformado por diez subsectores, pues ha tenido la oportunidad de trabajar con Viviana en no menos de 130 barrios de la región.
En ese sentido, el abordaje con el equipo multidisciplinario (médicos, psicólogos, trabajadores sociales), fue bien recibido por la mayoría, a excepción de los miembros de los consejos comunales, a quienes amenazan con quitarles las cajas de comida o el servicio de gas.
“Nosotros no damos solo el pan material, sino el pan espiritual e intelectual. Les enseñamos a orar, las normas de higiene, y así, porque la idea de este comedor, además de atacar el cuadro de desnutrición elevado, es atacar la deserción estudiantil. El equipo multidisciplinario le hace un seguimiento a los niños, vamos a sus casas, se los evalúa física y socialmente” detalla Parra.
Además de estos problemas, quieren revertir los índices altos de maltrato infantil, abandono (padres en el extranjero o muertos por casos de violencia), violaciones, drogadicción y delincuencia. Fenómenos relacionados a la necesidad de educación.
Los niños, incluso aquellos en el regazo de sus padres, se callan cuando Leidy Moreno, una de las 100 madres voluntarias, quienes se han sumado a colaborar en el proyecto, los reprende por hacer ruido y les pide, a los pequeños comensales, mesa por mesa, llevar los platos al cimiento, donde otra de las mamás, con delantal y gorro, sirve el caldo protéico.
Ellas, para Cristián, también son un resultado positivo de este abordaje. Han tenido un cambio, que para ellas es imperceptible, pero se nota en su actitud.
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“Llegué aquí por mis tres hijos. Me dijeron, voy al comedor de Cristián. Vine a averiguar qué era y me quedé. Formo parte, porque me gustan los niños y veo que se preocupan por ellos. Ahora, yo también me preocupo: si comen, si no comen, por qué no vienen, dónde están” confiesa Leidy Moreno, quien ha decorado el espacio con material reciclado.
Finalmente los niños logran degustar su plato de comida, uno similar al de otros 190 comedores que hay en 15 estados del país. Viviana Save, quien coordina los comedores, explica que esta es una iniciativa de Roberto Patiño, quien creó hace tres años una red para atender la desnutrición elevada. Además de mantener otras fundaciones (Caracas mi Convive).
Pariño creó enlaces, durante sus estudios de Políticas Públicas en Harvard, con las embajadas de Francia, Reino Unido, Alemania; y venezolanos en el extranjero.
“Detrás de estos comedores hay muchos voluntarios, que creen en nosotros, porque no nos fuimos país, porque tenemos esa sensibilidad social que si nos caemos, nos levantamos, confiados en Dios” dijo Save.
Para ella, Alimenta la Solidaridad es una herramienta para superar la pobreza. “La pobreza es una condición, que podemos superar con educación, trabajo y esfuerzo” añadió Save, quien visualiza abrir no menos de 20 comedores, en 2020.
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