Valera.- Ronald abrió la ventana para observar el cielo, como hace cada mañana antes de irse al trabajo. Una capa de humo densa, entre blanca y amarilla, lo cubría todo.
“Cualquiera cree que es neblina” contó el transportista, quien habita la población de Pampanito, estado Trujillo, donde existen tres focos de contaminación del aire constantes.
Su esposa y él, para evitar su hija se enferme, asumieron el hábito de cerrar puertas y ventanas, y esperar se despeje. “Gracias a Dios, mi bebé no se ha enfermado, pero conozco gente que hasta ha querido vender su casa«, comentó el conductor de la ruta Valera- Jiménez de Pampanito.
El aire, antes de llegar a la urbanización Alicia Pietri de Caldera, cuyo origen data de la década del 90, tiene un aroma ahumado. Sandoval Romero, politólogo y luchador social, explicó que los visitantes son quienes perciben esto, pues unos 3.000 habitantes del sector, ya están acostumbrados al olor.
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“Eso no es todo, cuando uno respira por la boca. ¿Siente eso? La lengua se llena de polvillo«, dijo Romero, quien se refiere a la sustancia emitida, diariamente, durante ocho horas continuas desde la planta de asfalto.
Esta es la primera fuente de contaminación, explicó. Hace unos 10 años, la Planta de Asfalto del estado Trujillo (Emastru) emana un polvo resultante del proceso de picar la piedra para elaborar el producto.
A su juicio, la industria requiere un tipo de filtro o una campana para evitar este impacto ambiental.
“Es un polvo que estamos respirando todos. Pedimos que coloquen los filtros, las campanas que tengan que colocar en la planta. No es que no estemos de acuerdo. Eso genera trabajo, pero no nos pueden dañar la salud. El ambulatorio de aquí atiende un promedio de 85 a 100 personas, que van mensualmente por crisis asmáticas”, detalló Romero.
Sandra Lobo, quien tiene 19 años en la comunidad, comenta que el humo la ha obligado a pasar temporadas en Valera, en casa de familiares. Ella y su hijo son asmáticos y una exposición prolongada a humos o gases, les generan crisis respiratorias.
“Hemos tenido muchos problemas de salud con el humo y el olor del bote de basura, los desperdicios que están lanzando ahí otra vez”, dijo la mujer, en referencia al que es el segundo foco de contaminación: el vertedero de basura de Palo Negro, del cual emana gas metano, día y noche.
Sandoval Romero explicó que, pese a estar clausurado desde el 2015, este antiguo relleno sanitario es una bomba de tiempo. Todavía hay personas con permiso de botar desperdicios en la zona y los llamados «gancheros» que viven de los metales escondidos en los desechos.
Tiene 56 metros de altura, debido a las capas de basura y tierra, acumulados durante 43 años de funcionamiento. Debajo de este talud, de unas nueve hectáreas, hay una combustión perenne y en las noches se puede ver como emite luz.
“Pampanito se convirtió en el patio trasero de 11 alcaldías. Eso colapsó y tiene una altura de 56 metros, entre la basura y el relleno, eso se incendió en el 2013. Se logró aplacar un poco, sin embargo, hoy, 17 de febrero de 2020, el relleno no se ha apagado» detalló Romero.
A juicio del ciudadano, no ha habido un mecanismo efectivo de parte del gobierno nacional, regional o local, para recuperar la zona, donde aún habitan zamuros y particulares botan restos del matadero de reses.
“No ha habido un mecanismo efectivo. Ni el Ministerio de Ecosocialimo y Agua, ni la alcaldía del municipio, que son los que deben velar por el ambiente, no han hecho diligencias al respecto. En una oportunidad el director del ambiente, Emilio Benítez, nos dijo que había unos recursos. Cincuenta millones para la recuperación del terreno y eso no se aplicó”, rememoró Romero.
Incluso se plantearon proyectos, desde la Universidad de los Andes (ULA) para reforestar o para aprovechar los gases, mediante una planta, y utilizarlo como combustible doméstico. No obstante, tampoco fueron tomados en cuenta.
El río Castán, que atraviesa el municipio conocido como «el corazón de Trujillo», también está en riesgo, por el líquido ácido, color cobrizo, que sale del vertedero y se derrama en su cauce.
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En Pampanito hay más de 10 instituciones educativas, unas seis solamente en la Urbanización Alicia Pietri de Caldera. Estas últimas se ven afectadas por la quema de vegetación de un trapiche de panela. El tercer foco de contaminación de la localidad.
Acudieron a la Guardia Nacional para pedir a los dueños disminuir la incidencia, pero no obtuvieron respuestas. Sandoval refirió que la empresa tiene vínculos con funcionarios de la Gobernación, permisos especiales y brindan colaboración a las escuelas más cercanas.
Actualmente dialogaron con la Fiscalía 14° del Ministerio Público. Institución que les prometió iniciar una investigación, una vez le presenten las pruebas de la incidencia ambiental.
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