Valera.- Joseph Mijares, de 27 años, salió de su residencia, en el estado Trujillo, el miércoles, 16 de diciembre, con la convicción de hacer un recorrido a pie por el páramo, desde La Puerta, en Valera, hasta la capital del estado Mérida.
Esta hazaña, realizada bajo la modalidad de vivac en solitario o acampada improvisada, la culminó el lunes 21 de diciembre, luego de seis días.
En ese tiempo, de acuerdo con lo expresado por Mijares a El Pitazo, cumplió con su meta de superación personal y la intención de mostrar la belleza de Los Andes venezolanos.
«Pasamos por estas áreas en coche y no notamos nuestra flora y fauna. Es tan imponente que no se imaginan. Afuera hay paisajes hermosos, pero mi Venezuela es única«, dijo el joven vía telefónica este miércoles, 6 de enero.
Sin ser un experto
Mijares no es un experto en excursión, pero desde hace 10 años desarrolló la pasión por los deportes de supervivencia en su afán de encontrar inspiración, pues su profesión es la música.
Al menos así lo compartió en sus redes sociales este sábado, 2 de enero.
«Es la primera vez que reseño esto, porque me gustan los documentales sobre la naturaleza, especialmente de supervivencia. Crecí viendo muchos programas al respecto y siempre me ha gustado eso», detalló Mijares.
Se graduó como pianista y obtuvo una especialidad en dirección de orquestas, coros y bandas, título con el cual ha llegado a ejercer cargos como director de una Orquesta de la Policía Nacional de Colombia y de otras instituciones de ese país.
Debido a la cuarentena del COVID-19, se quedó en Venezuela momentáneamente e imparte clases virtuales. Además, como tuvo tiempo libre, emprendió la aventura.
«Quería ver con mis propios ojos la parte hermosa de mi país. También hacer este tipo de cosas te ayudan a encontrar tu rumbo. No soy místico o espiritual, pero estar ahí me hizo comprender lo pequeños que somos en el universo», contó Mijares.
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Únicamente lo acompañaba una brújula, su móvil, una mochila de 50 litros con alimentos y otras herramientas para acampar. Además de un plan de ruta que había elaborado semanas antes.
Se adentró por el Paramito, desde la Lagunita, en Trujillo, pasó por el Páramo de Las Torres, el Páramo de Las Cruces, Las 7 Lagunas, pasó cerca de La Laguna Negra y La Laguna La Gata, en Mérida, todos lugares pertenecientes al Parque Nacional Sierra de la Culata.
Durmió en la intemperie, bebió agua de lagunas y riachuelos, y cocinó el arroz que llevaba en el equipaje. El recorrido no fue fácil, porque requería no solo de resistencia física, sino mental.
«Llego un punto en que se convirtió en supervivencia completa, porque la visión me fallaba, la dirección de la brújula falló por un tiempo. También me caí por un peñasco y me estaba desmoralizando, pero pude encontrar mi dirección por el sol», relató el músico.
En sus encuentros con lugareños, estos le advirtieron que se cuidara, porque otros habían muerto al intentar un recorrido similar.
La intención de Joseph era adentrarse en la Sierra Nevada, pero tuvo una experiencia cercana a la muerte y continuó por la carretera principal. Padeció de un ataque de hipotermia. El conductor de un camión lo divisó en la carretera y lo llevó a la estación de bomberos de Apartaderos, donde lo auxiliaron.
«Uno de ellos me revisó y gritó que encendieran la chimenea. Tenía hipotermia en medio cuerpo. Eso era lo que sentía y no sabía. Estaba casi morado. Si me hubiera quedado unos minutos más hubiera muerto», describió Mijares, quien también presentó heridas en los pies.
En la tarde del lunes pisó la Vuelta de Lola en Mérida, y convencido de haber encontrado el mensaje divino para plasmarlo en su música, como recomendaba Ludwig Van Beethoven, pianista y compositor clásico alemán, dio por terminada su caminata.
«Soy compositor y, a veces, pierdo el sentido de mi vida. Este viaje me hizo entender nuevamente que por más difícil sea mi camino, igual saldré siempre a mi ruta principal», confesó el trujillano.
Visitó a sus amigos, con quienes no compartía desde los 18 años, y regresó a Trujillo el pasado 27 de diciembre. En esa oportunidad lo hizo por la vía trasandina, sin desviarse de la carretera, pues su cuerpo estaba cansado. Finalmente llegó a Trujillo el 29 de diciembre.
«No conseguí pasaje así que me tocó. Le había prometido a un amigo que estaría aquí el 31. Entonces salí el domingo 27 a las tres de la mañana desde Los Llanitos de Tabay y llegué a el casco de Trujillo el martes a eso de las tres de la tarde», detalló Mijares.