San Cristóbal. Los municipios de frontera que comunican al estado Táchira con Colombia, en los últimos 15 años reciben más agua por camiones cisternas que por tubería, y otros recurren a los pozos de aguas azufradas para llevar en envases plásticos a sus hogares y preparar los alimentos, como es el caso de José Villamizar (68), quien relató este jueves 15, de octubre, a El Pitazo lo que deben hacer para preparar alimentos y cumplir con las tareas de higiene.
Villamizar se trasladó a un pozo de aguas azufradas ubicado en la localidad de Ureña, municipio Pedro María Ureña de la frontera tachirense, junto a su esposa, María Celina Villamizar. En una carretilla llevaban varios envases plásticos de dos litros, y con una manguera los llenaron con el fin de tener para preparar los alimentos.
Como ellos había personas jóvenes y niños, quienes también llevaban tobos de diversos tamaños sobre carretillas, para poder trasladar agua a sus hogares. Adquirir un camión cisterna tiene un costo de entre 30.000 y 40.000 pesos, lo que para algunas comunidades es imposible.
José explicó a El Pitazo que a veces esa agua no se puede tomar, todo depende del color y olor del día. Tampoco la deben hervir, porque es muy caliente, por lo que cuando tienen electricidad lo que hacen es colocarla en una jarra dentro de la nevera, y si es de color blanco la ingieren.
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Tienen años consumiéndola así, y hasta el momento no se han enfermado, por lo que no creen que sea dañina, a pesar de ser azufrada. “Esta agua no se puede dejar mucho tiempo envasada porque trata de dañarse, sabe como a barro, feo. La usamos para cocinar, se mete a la nevera, se enfría cuando hay luz. Este fin de semana estuvimos todos enfermos del estómago, pero no creo que sea por eso. Tenemos años usándola, porque de la Inos no hemos tenido acceso, si queremos tomar agua de esa hay que pagar el camión”, relató María Celina.
Precisó que desde hace cinco meses no tienen agua por tubería, y que Hidrosuroeste les cobra 2.000 pesos por vivienda para dejarles llenar tres minutos de agua, pero a veces no tienen para eso. Por ello, buscan agua azufrada para cocinar, y una vecina que llena un taque con agua de lluvia, les da para lavar.
Al no tener agua por tubería, el alcalde de Pedro María Ureña, Jhon Carrillo, reinauguró los lavaderos municipales que fueron creados hace 63 años, un espacio ideado con más de 50 bateas, que permiten a los habitantes del sector ir a lavar su ropa.
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