San Cristóbal.- Cuando terminaba la eucaristía en la iglesia Nuestra Señora de Fátima, en Barrio Sucre, irrumpieron en la iglesia dos motos con funcionarios de la Guardia Nacional. El padre Jairo Clavijo paralizó la misa y trató de mediar con los uniformados, debido a que quienes estaban allí eran ajenos a las protestas de la avenida principal.
Según denunció el obispo de San Cristóbal, Mario Moronta, «llegó un general de apellido Ochoa quien comenzó a discutir con el párroco, en términos nada respetuosos. No contentos con el atropello, los guardias lanzaron bombas lacrimógenas dentro del templo».
Por los gases, una feligrés que se encontraba en la misa sufrió un desmayo. El recinto se llenó de humo y las personas, en su mayoría de la tercera edad, estaban asfixiadas.
«Este evento es de suma gravedad y es un ataque contra la iglesia católica. Responsabilizo al mencionado general Ochoa, así como a las autoridades militares de la región de este vil evento que de por sí ya habla de la intencionalidad de los atacantes, que no tienen el menor respeto a la dignidad humana y ni siquiera manifiestan tener temor de Dios«, indicó Moronta.
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Paralelo a ello, afuera de la iglesia, vecinos comenzaron a tocar cacerolas y salieron de sus casas a rechazar la represión de la que eran víctimas, pues la avenida principal queda a tres cuadras de sus viviendas y los uniformados además de lanzar lacrimógenas dispararon perdigones.
En el hecho resultaron heridas cinco personas con impactos de perdigón. La cantidad de asfixiados es imprecisa, debido a que todos fueron evacuados por una salida de emergencia y corrieron a resguardarse en sus hogares.
