Valera.- La extensión de la cuarentena social por 30 días más para prevenir la propagación del coronavirus inició con serias fallas en los servicios básicos en el estado Trujillo. Esta situación preocupa a sus habitantes, pues dificulta el cumplimiento estricto del aislamiento.
Hasta este miércoles, 13 de mayo, los municipios Valera, San Rafael de Carvajal y Trujillo padecen la escasez de agua potable. Los dos primeros por fallas en el sistema de bombeo, a raíz del problema eléctrico; y el tercero, por la disminución del caudal del río Castán, debido al verano.
En todos los casos, la ciudadanía ha tenido que buscar alternativas que conducen, sin querer, a aglomeraciones de personas. Esto ocurre en la parroquia La Beatriz, de Valera, donde los residentes de Las 52 Casas cargan agua en la planta de la Hidrológica de los Andes (Hidroandes) más cercana.
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“En el sector de Las 52 Casas, desde hace siete días no llega agua, debido a que la bomba, que está por la altura del Hospital del Seguro Social se quemó. Es una comunidad muy grande que ahora está recogiendo agua en todo tipo de envases. Niños, mujeres, hombres y adultos mayores se ven llevando agua, de diferentes formas, haciendo de la cuarentena un infierno”, relató Pedro Jerez, habitante de La Beatriz.
En el sector La 16 pasa algo similar. Los habitantes de La Ciénaga van hasta la Planta de bombeo de Santo Domingo para llenar sus envases. En la mañana y en la tarde hacen fila para entrar a las instalaciones, en las cuales se abastecen camiones cisterna públicos y privados.
Parte de la población está consciente de la necesidad de la prevención, pero se queja de las deficiencias de los servicios. El eléctrico, indispensable para las cocinar, hacer tareas o aliviar el calor, es interrumpido de 9 a 12 horas diarias.
“En casa estoy haciendo de tripas corazón, porque la situación está difícil. La luz nos la quitan mucho; el agua, que es muy necesaria, también. Eso sí lo preocupa a uno. Ahora si el mes que dieron es para prevenir esa enfermedad está bien”, opinó María Montilla, residente del municipio Carvajal.
Aunado a esto, la falta de gasolina complica la rutina de los trujillanos, quienes deben caminar para ir a trabajar o conseguir alimentos.
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“La cuarentena, por una parte, es buena que la prolonguen, pero por otra parte es negativo, porque de alguna manera debemos salir a trabajar. Aquí nadie nos va a traer la comida a la casa; eso es mentira. En mi caso, vendo helados y mi esposo vende picante. Tiene que bajar a Valera y es un sacrificio grande. No hay transporte y debe bajar a pie”, contó Maritza Infante.
Otro servicio con deficiencias es el gas doméstico, que es vendido a las comunidades cada tres meses.
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