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sábado, 18 mayo, 2024
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De papas a flores: agricultores de La Puerta en Trujillo sobreviven a la crisis

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Valera.- En el Valle del Momboy, en la población de La Puerta, la tierra es fértil y noble, o al menos así la describe Antonio Simancas, un agricultor con más de 30 años de experiencia, quien cuenta cómo un promedio de 500 productores han sobrevivido a la crisis económica de los últimos 19 años.

En su finca, de unas ocho hectáreas, crecen bajo un clima de montaña, repollo, cebollín, lechuga, cebolla, una prueba de trigo y maíz, y un amplio terreno de rosas rojas, pero antes de 2012, lo más característico era la papá y la zanahoria. Un rubro que hoy día se cultiva por debajo de 20 % en el estado.

El campo ha sido abandonado por los profesionales y quedan quienes han aprendido desde niños. Foto: María Gabriela Danieri

Las papás solamente se dan en Cabimbú, municipio Urdaneta, en Burbusay, del municipio Boconó, y en mayor cantidad hacia el páramo merideño, pero en La Puerta, casi desapareció.

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«Desde 2012 se puede decir que empezó a cambiar la cantidad de producción, se dificultó conseguir los insumos. Actualmente, tenemos fuertes problemas para conseguirlos. Desde semillas para arriba: fertilizantes, el sustrato para las plántulas», contó Simancas.

Todas estas herramientas, perdidas desde la expropiación de Agroisleña, ahora Agropatria, tienen que comprarlas por medio de distribuidoras dolarizadas o incluso, viajar personalmente a Colombia para adquirirlas. 


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«Tenemos lechuga, repollo, cebolla, cebollín y flores también. Hemos tratado de mantener los productos, por lo menos nosotros, porque nos movemos a conseguir insumos en otro país y en otros estados. Pero en general, en el Valle de Momboy, se está trasladando de los cultivos tradicionales de papás,  lechugas, repollos y los tomates hacia maíz, arveja y caraotas, que son productos más baratos a la hora de mantener el cultivo», dijo.

Debido al flete y los revendedores, el precio de una lechuga, recién cosechada, puede aumentar cuatro veces su valor. Foto: María Gabriela Danieri
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Las verduras y hortalizas, aunque son mejores en la productividad, son costosos de mantener. Además, los agricultores son víctimas de la cadena de distribución, que pagan una cosecha con tres meses de retraso. 

«Aquí tenemos sembrada media hectaria de cebolla, pero hablar de un costo exacto no puedo, porque diariamente suben los precios. Todo es dolarizado, esa es una de las cosas mas fuertes que estamos enfrentando. Los insumos dolarizados y los productos, cuando vamos al mercado, se venden en bolívares, luego viene el fiado como quien dice, que pasan uno o dos meses, cuando te pagan, ya estamos devaluados».

Esta situación, que afecta al productor y abulta los precios al consumidor final en los mercados andinos, zulianos, de oriente y centro del país, es causado por el precio de los fletes: entre mayor sea la distancia, mayor es el precio. Aunada a la escasez de la gasolina.


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Los productores dan su mercancía y permiten que los comerciantes cobren a los dueños de los supermercados y mercados, quienes se toman la libertad de pagar cuando pueden.

«Ahora trabajamos con intermediarios, anteriormente teníamos convenios con cadenas de tiendas. En la actualidad, caímos en manos de revendedores», dijo tras recordar el convenio con los supermercados Éxito en 2002-2012, ahora Bicentenario.

Al rededor de 500 agricultores de La Puerta de Los Andes se mantiene, pese a la crisis, con insumos importados. Foto: María Gabriela Danieri

En este panorama, el que menos gana es el campesino. Simancas, quien aprendió el oficio  de sus padres y abuelos, cuenta que trabajan por amor y para no dejar ociosa la tierra. Se ha reinventado con el cultivo de rosas, uno de los más lucrativos y el servicio de plántulas en invernaderos.

Muchos de sus compañeros, tienen parcelas desocupadas o con cultivos reducidos. «Buscamos una solución, un convenio con los comerciantes, para que cancelen en un lapso mínimo de 22 días», contó.

Pagos a obreros

Daniel Torres Farías, productor porteño, contó que otra dificultad enfrentada por los campesinos es el pago a sus trabajadores ante los retrasos en el pago de los intermediarios.

«Desde 2010 se puso muy crítica la situación para la siembra, para la compra de los venenos y para cancelarle a las mismas personas que le ayudan a uno. Para darles el desayuno, el almuerzo, se ha puesto muy difícil. No tenemos efectivo y hay que pagarles por transferencia, aunque muchos no tienen cuenta en los bancos», relató Torres.

El transporte de los productos también ha puesto a lidiar a los agricultores con el aumento de las autopartes: Foto: María Gabriela Danieri

Sus obreros reciben más del salario mínimo, sus comidas y ayudas cuando lo necesiten, pues los agricultores también compiten con el abandono del campo y la desprofesionalización. No les importa si esto aumenta los costos de producción.

Torres «trabaja con las uñas» y mantiene pequeños cultivos de ajoporro, sedano, calabacín y pimentón, con semillas traídas de Colombia, por las trochas.


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«Traemos una que otra semilla que sirve para esta parte del estado Trujillo, porque hay muchas que no se dan buenas, perdemos la cosecha, el trabajo; perdemos todo eso porque no tenemos ayuda de ingenieros».

Entre esas que no se dan o se dan con suerte están el brócoli, el coliflor y la zanahoria. «Los peritos venían para acá y nos decían cuál era la variedad ideal para esta zona, pero eso se ha descontrolado, se han ido del país. Quedamos los que trabajamos con las uñas y hemos aprendido desde niños, de nuestros abuelos», relató.

De ese bagaje cultural, producen semillas propias de sus cultivos de cebolla, por mencionar uno. Por parte del estado, aunque ha sido una bandera de propaganda del gobernador de Trujillo, Henry Silva, no ha habido atención o apoyo. La última vez que recibieron insumos, y pocos, de Agropatria fue hace cinco años. Préstamos tampoco, el más reciente fue hace 15 años.

Trueque

En los hogares del Valle del Momboy, la manera de conseguir alimentos para la familia también ha cambiado. Daniel explicó que al menos 50 % de su despensa es a base de trueque con otros productores.

«Cambiamos ajoporro por maíz o caraotas, también por plátanos de Sabana de Mendoza, lo que producen en la zonas calientes. Eso para tener comida en casa, porque el retraso en los pagos de la mercancía dificulta hacer mercado como el resto. A ellos tampoco les cancelan allá y nos hacen la tranferencia a los tres y cuatro meses y vemos el dinero devaluado», describió el productor.

Los agricultores, pese a las dificultades, se rehúsan a dejar el campo, porque están concientes de que, una vez cambie el panorama, la tierra fértil y noble volverá a ser ejemplo de progreso. Mientras eso pasa, con lo que puedan, dan vida a ese valle rodeado de montañas.

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