“Después que desayuna yo le escribo lo que le manda la profesora en su pizarrita y empezamos a hacer la tarea”, cuenta Johana Hernández. “Todos los días la maestra por mensaje de texto me envía las asignaciones, y todos los viernes yo le envío las tareas por mensaje o le envío fotos por WhatsApp a una amiga que la conoce y vive cerca de la maestra, y esa amiga se las muestra porque la profe no tiene teléfono inteligente”.
Hernández tiene un pequeño de seis años que está en primer grado. El niño lleva tres semanas cumpliendo con las asignaciones escolares. La cuarentena por el COVID-19 ya tiene más de un mes que comenzó y la maestra no tenía manera de comunicarse, por lo que no podía mantener contacto con los representantes. “Antes de todo esto él iba a tareas dirigidas, y ahorita ha sido cuesta arriba porque prácticamente tengo que cumplir con el papel de la maestra y hay algunas cosas que yo no sé y cuando es así tengo que preguntarle a la vecina o buscar por internet. No le puedo preguntar a su maestra porque a ella se le dificulta mucho la comunicación”, dijo Hernández.
El Pitazo a través de entrevistas con expertos pudo conocer qué se necesita para tener una educación a distancia y si en el contexto venezolano es posible que este tipo de educación se dé.
“La educación a distancia requiere de varios componentes. Necesita un programa de enseñanza estructurado para que una persona pueda aprender adecuadamente. No debe ser exclusivamente por internet, se puede hacer por distintas vías, pero es muy importante que se tenga un programa con una preestructura. Una vez que se tenga la estructura se debe contar con un canal de comunicación con la persona que va a estudiar, y ese canal debe ser accesible y viable”, explicó Juan Maragall, ex secretario de Educación del estado Miranda.
En la misma línea, Libia Álvarez, profesora de quinto año de bachillerato del Centro Educativo de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela (Ceapucv), y Rafael Peña, director de un colegio Fe y Alegría, explicaron que es importante tener acceso a las tecnologías para mantener una educación a distancia.
“Se deben facilitar herramientas tecnológicas, los profesores deben contar con los equipos necesarios, y es clave tener un tutor que guíe a los profesores sobre las plataformas y herramientas a utilizar para poder ayudar a los niños y llegarles de manera efectiva. También es fundamental que los muchachos cuenten con equipos y conexión”, esgrimió Álvarez.
Para Peña es fundamental que los profesores estén formados en Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) y contar con plataformas consistentes que tengan las herramientas y estrategias necesarias para llevar a cabo esta forma de educación. Sin embargo, la realidad venezolana es otra: no todos los colegios poseen los recursos para tener plataformas digitales. Así como tampoco todos los estudiantes, padres y profesores tienen buena conectividad en sus hogares ni poseen aparatos digitales. Expertos en la materia señalan que esta brecha digital ocasionará desigualdad y muchos de los estudiantes no podrán consolidar sus aprendizajes.
Juan Maragall, ex secretario de Educación del Estado Miranda
Existen distintas formas de educación no presencial. La educación a distancia, la educación virtual y la educación online. “La educación a distancia es cuando la instrucción es enviada de distintas maneras, por televisión o radio, incluyendo material físico. La educación online es aquella en la que se mantiene una interacción directa entre el instructor y el aprendiz en tiempo real. Mientras que la virtual se da a través de plataformas tecnológicas, pero de forma asincrónica”, explicó José Manuel Bolívar, asesor en educación internacional y coordinador de la mesa técnica de Educación de Plan País. Sin embargo, puntualizó que en Venezuela cada colegio implementa el tipo que pueda. “La mayoría no tiene ninguna capacidad”.
Las condiciones de los colegios venezolanos se han agravado en los últimos tres años: el salario de los docentes es precario, las infraestructuras cada vez están peor, hay más deserción escolar porque los estudiantes no tienen recursos para mantener una buena alimentación, tienen que salir a trabajar o el transporte público es tan deficiente que no pueden llegar al colegio. “Todas estas condiciones se suman a la emergencia que vivimos hoy con el COVID-19. La mayoría de los colegios no poseen la capacidad ni los recursos para mantener una educación a distancia”, explicó Luisa Pernalete, educadora.
Para llevar a cabo este tipo de educación se necesitan una serie de plataformas. Sin embargo, Maragall indicó que en el país no existe ninguna ampliamente desarrollada ni tampoco canales de comunicación creados donde los estudiantes y profesores estén habituados a su uso. “En Uruguay, por ejemplo, desde hace tiempo los estudiantes y profesores se mantienen conectados a una red donde realizan ciertas actividades y fortalecen su educación a través de ese sistema en línea. Eso no sucede aquí”.
Maragall continuó diciendo que la única estrategia que se ha aplicado en el país en un intento de llevar tecnología a los colegios fue cuando el gobierno empezó a distribuir las computadoras Canaima. “Los equipos se distribuyeron en cantidades importantes, pero no tienen los programas ni los recursos para tener una conexión en línea, por lo que no es posible que con esos equipos se pueda tener una experiencia específica de aprendizaje”.
Peña expresó que la institución donde trabaja desde el año 2013 no llegan Canaimas para los estudiantes y al personal nunca se les distribuyó, a pesar de haber hecho la solicitud. “Hoy en día hubiese servido para algo que los profesores y todos los alumnos contasen con equipos”.
LAS CONDICIONES DE LOS COLEGIOS VENEZOLANOS SE HAN AGRAVADO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS: EL SALARIO DE LOS DOCENTES ES PRECARIO, LAS INFRAESTRUCTURAS CADA VEZ ESTÁN PEOR Y HAY MÁS DESERCIÓN ESCOLAR
Uno de los principales recursos para mantener una educación en casa y comunicación directa y fluida alumno-profesor, es contar con buena conectividad a internet y buenos servicios básicos. “Para la educación a distancia es importante tener ciertos hábitos de estudios, y esos hábitos están asociados a una edad. Indudablemente hasta los 12 años las personas necesitan de un tutor, de un pedagogo. Ya después puede haber un poco de autoestudio, pero antes siempre se va a necesitar de la conducción de un educador o de un adulto. Sin embargo, muchos hogares no disponen de ese adulto que pueda apoyar o acompañar en el proceso, ya sea porque está buscando el sustento de la familia o porque no cuenta con la capacidad educativa”, explicó Maragall.
Aunado a lo anterior, Bolívar dijo que somos el país con menor conectividad de Latinoamérica. “El porcentaje de personas que tienen dispositivos inteligentes y computadoras es bajo, y los cortes de luz cada día son más frecuentes”.
Según el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) 63% de 6.193 venezolanos consultados en el último cuatrimestre de 2019 no tienen acceso a internet en el hogar, y el 40% presenta fallas diarias de electricidad. Asimismo, el 39,2% indicó no tener teléfonos inteligentes y el 58,7% que el internet móvil es de mala calidad.
“Veo muy poco probable que los objetivos de educación a distancia se alcancen, no podemos llegarle al 100% de los estudiantes y dejar a algunos por fuera demuestra la ineficacia y la desigualdad. Para todos debería ser igual y se debería poder respetar el derecho a la educación, ¿pero cómo se respeta si podemos llegarles a unos sí y a otros no?”, expresó Peña.
La realidad de cada colegio venezolano es distinta. “Hay escuelas que tienen capacidad para conectarse y hacer algunos esfuerzos para continuar con la educación a distancia, la mayoría son privadas. Estos colegios tienen una planificación detallada y ordenada de lo que se debe hacer en cada momento pedagógico. Aunado a eso tienen la posibilidad de contar con plataformas de interacción como Google Classroom, algunos poseen páginas web y por ahí mantienen el contacto, otros se ayudan con el correo y el WhatsApp”, explicó Bolívar.
La profesora del Ceapucv, Libia Álvarez, quien da clases en quinto año, explicó que ella y varios profesores las primeras semanas de cuarentena estuvieron utilizando las herramientas de Google para enviar y recibir actividades de los alumnos. Sin embargo, acotó que no tiene buena conectividad porque no cuenta con el servicio ABA y utiliza es un módem que le suministra ciertos megas de internet. “Algunos de mis alumnos tampoco tienen buena conexión, por eso estoy estudiando otras estrategias para llegarles. Por ejemplo, ahorita estoy haciendo un mapa interactivo con una plataforma que se llama Sink Lin para que ellos armen grupos y se puedan ayudar. Si alguno no tiene internet, el que tenga le pasa la pregunta por mensaje y ese alumno por mensaje interactúa y ayuda a su equipo”.
Rafael Peña, director de un Colegio Fe y Alegría
Álvarez también cuenta que otra estrategia que ha tomado es llamar a sus alumnos para hacer actividades por videollamadas. “En la semana de recuperación por videollamadas hice pruebas orales a los estudiantes que tenían la posibilidad de conectarse y a los que no les mandé mensajes de texto con las preguntas y esperaba las respuestas”.
A pesar que Álvarez cuenta con los conocimientos para mantener una educación a distancia, la mala conexión a internet es un factor que le juega en contra, al igual que a sus alumnos. Por tener que pagar por megas para su módem inalámbrico, la profesora cuenta que tampoco puede crear grandes estrategias que impliquen uso exagerado de datos. “Yo soy una profesora con vocación y si tengo que cargar con todos mis alumnos, lo haré. Pero en cierto punto también tengo que pensar en que mi sueldo, al igual que el de muchos, no alcanza para nada y yo también tengo las mismas necesidades y precariedades que los demás”.
Por otra parte, la profesora también señaló que no todos los maestros de la institución tienen las herramientas y el conocimiento de tecnologías que posee ella. “En un principio porque no es obligatorio que los educadores deban tener esos conocimientos y segundo porque algunos profesores no tienen esa disposición de aprender”. Álvarez continuó diciendo que un grupo de estudiantes de quinto año están ayudando a algunas maestras de primaria a digitalizar las clases porque las profesoras no saben cómo hacerlo.
“Cada profesor crea su estrategia, algunos utilizan grupos de WhatsApp, otros graban videos y los envían y el estudiante cuando tenga conexión los ve, otros hacen videoconferencias para saber cómo están sus alumnos y sube las fotos a Instagram o Twitter, todo depende de las condiciones de cada educador”, contó la profesora.
En los colegios públicos la situación es diferente. “A raíz de esta coyuntura hemos intentado implementar la tecnología: correo o grupos de chat, pero la mayoría de mis alumnos son de bajos recursos y no tienen teléfonos inteligentes. Algunos padres han tenido que pedir un teléfono o computadora prestada para que sus hijos puedan hacer las actividades. Los que no tienen esta posibilidad buscan la manera de acercarse a la casa de su compañero más cercano para hacer las asignaciones. Otros simplemente no pueden hacerlas”, indicó Zulay Ravelo, profesora de bachillerato de un instituto público en Antímano.
Peña, por su parte, explicó que en los Colegios Fe y Alegría los profesores guía crearon grupos de chat por sección para ver a cuántos estudiantes se les podía llegar por esa modalidad y a cuántos por correos. “La primera semana enviamos unas guías de actividades con una parte para que el estudiante explicara cómo se siente y su situación particular. Pudimos llegarle al 96% de los bachilleres por correo, WhatsApp y algunos padres vinieron a la institución a buscar las guías; sin embargo, esa guía para saber cómo están nuestros estudiantes solo el 56% ha podido regresarla”. El profesor indicó que actualmente se encuentran estudiando otros mecanismos y herramientas tecnológicas para mantener la comunicación.
“Otro recurso que tiene Fe y Alegría es un sistema de emisoras. Desde hace 45 años funcionan para dar clases a adultos, pero con esta situación el equipo de la radio han creado material para los distintos niveles educativos que sirven de apoyo a las directrices que se mandan desde los colegios”, puntualizó Peña.
Otro mecanismo para apoyar las actividades enviadas desde los colegios es el programa de televisión que implementó el gobierno desde el 16 de marzo Cada Familia una Escuela. “Es una muy buena idea utilizar los canales de televisión porque tienen una mayor penetración, pero ese contenido que presenta VTV es de muy baja calidad, no hay unos profesionales detrás del programa, no hay planificación pedagógica. Lo que hay es una intención partidista e ideológica. Una vez que introduces la política dentro de esos espacios ya deja de brindar el aprendizaje que queremos para nuestros muchachos”, explicó Bolívar.
RECOMENDACIONES PARA LOS PADRES Y REPRESENTANTES
– Armar una rutina en el hogar para realizar las tareas.
– Dividir el estudio en bloques de no más de 45 minutos y tomar descansos.
– Utilizar elementos complementarios, por ejemplo: ver canales como Discovery Channel o National Geographic.
– Utilizar un espacio físico en concreto para realizar las actividades escolares.
– Mantener un espacio donde el niño/joven puede leer, dibujar y distraerse.
– Delimitar las noticias a las que son expuestos los niños.
– Mantener la calma para asegurar el equilibrio emocional de los niños.
Fuentes: Luisa Pernalete, educadora y José Manuel Bolívar, asesor en educación internacional.
Ante esta coyuntura el papel de la familia se ha convertido en ser los maestros de los más pequeños. “Yo tengo que ayudar a mi hermana que está en primer año de bachillerato porque mi mamá no sabe mucho. El colegio envía por el grupo de WhatsApp una guía de actividades para dos semanas. Algunas veces es frustrante porque mandan mucha tarea y me ha tocado buscar en internet o en mis cuadernos viejos algunos conocimientos de matemática que ya olvidé. Y no hay posibilidad de comunicarse con los profesores porque en el grupo solo están las mamás y la persona del colegio que envía las guías», contó Oidarlet Cárdenas, 25 años de edad.
Libia Álvarez, profesora de quinto año del Ceapucv
Para otros la dinámica ha sido un poco más llevadera. “El colegio sube las actividades a una plataforma que ellos usan desde que inscribí a mi chamo ahí. En la casa mi esposa se encarga de algunas tareas y yo, como se me dan mejor las matemáticas, lo ayudo en esa parte. Si no recuerdo algo, busco videos en YouTube. Ya nosotros con nuestro hijo estamos acostumbrados a ayudarlo y a estar siempre con él cuando hace las tareas. Lo distinto ahorita es que como padres tenemos que ver qué pedagogía aplicamos para que él entienda el tema porque comunicación directa con la profesora no hay”, explicó Alfonzo Calvo, padre de un estudiante de cuarto grado.
El año escolar transcurrirá entre enviar asignaciones por grupos de chat, correos, páginas web, radio, guías; algunos podrán tener acceso a ellas y otros no. Otros podrán tener acompañamiento de padres y familiares, mientras que muchos no contarán con la misma suerte. “La desigualdad aumentará, los más humildes, los sectores rurales, los más excluidos se quedarán más y más atrás”, concluyó Bolívar.
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